En los últimos meses, tanto en el Mar Mediterráneo como en la frontera entre México y los EE UU, han ocurrido tragedias anunciadas. El naufragio evitable en las costas de Calabria, donde fallecieron más de 60 migrantes forzados que partieron de las costas de Turquía, gente de distintas nacionalidades como Pakistán, Afganistán, Irán y Yemen del Sur. También en Ciudad Juárez, con las muertes del colectivo de migrantes centro-americanos en un Centro de Detención Migratorio, mayoritariamente de nacionalidad guatemalteca, salvadoreña, y venezolana.

Ambas, tragedias evitables. Son un síntoma siniestro de las necro-políticas aplicadas por los estados. Son tragedias que preanuncian el porvenir en distintas fronteras calientes en materia migratoria. Justamnebnte, con el profesor Javier de Lucas, catedrático español, doctor en Filosofía del Derecho y especialista en Migraciones internacionales y DD HH, intentaremos desentrañar las causas de dichos desplazamientos.

–Estos acontecimientos son tan trágicos como evitables. Los casos de la frontera sur de los EE UU y la del Mediterráneo son un claro ejemplo de los efectos de las políticas migratorias. Nos lo enseña la profesora Danielle Lochak, reconocida jurista francesa, que además es una militante de los DD HH de los migrantes: ella publicó en los ’90 el libro Ante los inmigrantes, Estado de Derecho o Estado de excepción. Lo que hay detrás de nuevo en el caso del gobierno de extrema derecha de coalición, encabezado por Giorgia Meloni, es claramente una opción por la lógica del Estado de Excepción, como la lógica propia del trato jurídico de los inmigrantes, es decir no a las reglas del Estado de Derecho, no a las reglas de la igualdad, de la Ley de la seguridad jurídica de la presunción de inocencia, del derecho asistencial letrada, del derecho a un juez imparcial, del derecho a no ser expulsado por un procedimiento administrativo sin que haya una intervención judicial; no al respeto al principio de prioridad e interés del menor, etcétera… Buena parte de esos principios han sido recogidos por el Pacto Global sobre Migraciones Seguras, Regulares y Ordenadas de Naciones Unidas, del 2018. Regresamos a esto de todo vale como respuesta jurídica, ante la inmigración, bajo la óptica del control de esos desplazamientos de migraciones, para que sean estrictamente funcionales a la coyuntura de los mercados de los países receptores. Al mismo tiempo, para tener la seguridad de poder expulsarlos en el momento que signifiquen un costo económico excesivo, o cuando necesiten utilizarlos como un argumento electoral. Como también vemos en las despiadadas decisiones del gobierno del Reino Unido y de otros.

–Parecería que Bruselas hace abstracción de que la diáspora migratoria de la población de un continente rico en recursos naturales ha sido el efecto histórico de la depredación de décadas de colonialismo y neo-colonialismo de potencias extranjeras. Que junto a los efectos del cambio climático producto de un proyecto civilizatorio depredador de la naturaleza, son las verdaderas causas de los desplazamientos poblacionales desde África. Que paradójicamente son vistos como una suerte de invasión bárbara. ¿No cree que hay un debate pendiente?

–Exactamente esa es la metáfora. La retoma el escritores J.M. Coetze (premio Nobel). Y también Joseph Conrad, quien en el Corazón de las Tinieblas, denuncia la brutalidad genocida de la explotación hasta el límite de los recursos naturales y humanos de África, por parte de las potencias coloniales europeas, en particular en la Bélgica colonial de Leopoldo en la expoliación del Congo. En Bélgica hubo revisión pública de su pasado colonial. Otros países, como la Italia de Meloni, continua dando señales de su viejo sueño colonial en el Cuerno de África: su primer visita al extranjero fue, justamente, para negociar con el gobierno Etíope el tema del control de los flujos migratorios.

–Una historia circular.

–Ese pasado perverso está en una tradición que estamos reinventando. En el fondo, las modernas respuestas europeas a los flujos migratorios llevan la misma lógica colonial. Es decir, extraer los recursos, que no son tan sólo los naturales sino la fuerza de trabajo en condiciones de esclavitud, y asegurarse un tráfico suficiente y adecuado a su coyuntura de mercado. Desgraciadamente es una lógica sobre la que apenas se habla y por tan solo determinados autores, como el filósofo camerunés Aquille Mbembe, con la tesis de la necro-política, que expone que se traduce en un saldo regular de crueldad, de muerte y tremendas violaciones de los Derechos Humanos. Un aspecto en el que los europeos tenemos un trabajo pendiente.

–Del otro lado del Atlántico, las políticas migratorias propias del gobierno de Donald Trump no fueron modificadas tras la pandemia con la nueva administración demócrata y ocurren hechos como la tragedia del 28 de marzo a causa de un incendio en la estación del Instituto Nacional de Inmigración, bajo un puente fronterizo en Ciudad Juárez. Murieron más de 40 y hubo 27 heridos sin que los guardianes atendieran sus desesperados pedidos de ayuda.

–México, por la presión de los Estados Unidos se ha convertido en un Estado Tapón: es una de las grandes decepciones del gobierno demócrata. Se contradice con otros, como es el caso del gobernador de Nueva York, quien, producto de su política amplia en materia migratoria ha sido objeto de envíos en autobuses de centenares de migrantes, expulsados de Florida y Texas. Estas políticas xenófobas explican que acontecimientos siniestros como los ocurridos en Ciudad Juárez, no son la excepción, no son un hecho aislado. Son la consecuencia de políticas concertadas ante un fenómeno histórico pero en crecimiento que lleva a grandes contingentes humanos a huir de su lugar de origen por causas, económicas, climáticas y sociales. Que no sólo no son solucionadas por los Estados sino que se agravan. Así es inevitable que se produzcan dichas tragedias como la muerte de decenas de migrantes en Chihuahua.

–Lo preocupante es que las políticas anti-migratorias se propagan en gobiernos de perfil progresista. Como es el caso de las medidas adoptadas por el gobierno de Gabriel Boric en Chile, al decretar la detención de todo extranjero en situación irregular en su territorio.

–Es un camino que, desgraciadamente, han recorrido gobiernos progresistas europeos en los últimos 40 años. No hay excepción en ninguno de los gobiernos europeos. Y lo que es peor: en algunos casos no es una respuesta aislada, sino con el carácter de una directriz política. La criminalización de la migración irregular que se empeñan en clasificar de ilegal. Le dan connotación de delincuencia: delincuentes que simplemente intentan alcanzar mejores condiciones de vida. Que han cometido una irregularidad administrativa pero no un delito. Entonces, disponer de una batería de medidas represivas es absolutamente incoherente con un programa progresista de defensa de los DD HH y del Estado de Derecho. Sólo se explica por la tentación de ceder a una suerte de populismo, por las críticas por los llamados «excesos progresistas» que han estado detrás del fracaso del proyecto de Constitución en Chile. En la medida que se echa para atrás en este tema, un gobierno progresista o de izquierda o de centro izquierda, ha perdido pie. A partir de ese momento es muy difícil recuperar legitimidad. Es una lógica enormemente contaminante: el gobierno progresista es un sucedáneo de las lógicas de derecha. Y no hay que perder de vista que los votantes siempre prefieren el original y no a la copia.

–¿Qué avizora de cara al futuro?

–Siento no poder hacer otro pronóstico que uno enormemente pesimista. En el horizonte inmediato, hay un fenómeno que incrementará la dificultad de gestión de movilidad humana, de la crisis de sostenibilidad, de los productos de los desastres naturales asociados a los fenómenos de sobre-explotación y a políticas contrarias a la sostenibilidad del medio ambiente. Esta situación no es para dentro de 20 o 30 años. Esto está sucediendo ya. Lo que no queremos ver los europeos es que seguimos pensando que esos desplazamientos forzados por cuestiones climáticas y medio ambientales son desplazamiento de los otros, de otras latitudes.

Javier de Lucas, especialista en migraciones.

–¿También en su país, España?

–Sí. Se está produciendo en la costa del Mediterráneo y no sólo en ella, un proceso de desertificación acelerada como consecuencia del incremento de la temperatura y de la contaminación. Con una creciente dificultad en los recursos hídricos, que va a provocar desplazamientos interiores muy importantes desde el sur de Europa. Nosotros en poco tiempo tendremos el clima de Marruecos en un proceso de desertificación acelerada.  «