En las tres primeras décadas del siglo XXI se ha ido construyendo mediáticamente la naturalización de distintos hechos siniestros: los naufragios de embarcaciones colmadas de migrantes en esa fosa común llamada mar Mediterráneo.

Esos miles de desesperados que huyen de distintos conflictos bélicos, persecuciones, o fenómenos climáticos extremos producto del calentamiento global. En los últimos diez años superan la escalofriante cifra de 25 mil muertos registrados sin contar los desaparecidos, tan sólo en el Mediterráneo. Mientras que en el Atlántico, en medio de las costas africanas de Mauritania y Senegal, según las organizaciones de DD HH en la travesía entre África y Canarias han muerto más de 7 mil migrantes forzados entre el 2018 y el 2022, sin contar a los no localizados.

En la madrugada del último domingo de febrero, un nuevo naufragio masivo de migrantes ocurrió en las cercanías de las costas de Calabria. El barco en el que viajaban hacinados más de 180 migrantes forzados partió de Esmirna, Turquía, navegando durante unos cuatro días sorteando la costa griega, buscando la punta del sur de Italia a través del mar Jónico. La embarcación fue localizada por un avión de Frontex a 40 millas de la costa italiana a las 22:23 del sábado y se hundió a las 5 del domingo sin que las autoridades italianas enviasen una ayuda efectiva.

Esta vez el naufragio se dio antes del amanecer a 200 metros de la costa de Crotone, en la región de Calabria, al chocar la embarcación contra un acantilado. A pesar del monitoreo de los guarda-fronteras europeos de Frontex que anunciaron el arribo a las aguas juridiccionales, seis horas antes. Acorde a las nuevas disposiciones, las autoridades italianas nunca permitieron la intervención de las ONGs de salvatajes y los socorristas de las costas calabresas no pudieron impedir junto a la guardia costera que al menos 65 migrantes murieran en el naufragio a tan solo 200 metros de la costa. Entre ellos más de 20 niños y una treintena de mujeres. Un fiscal de la localidad de Crotone ha denunciado la negligencia de las autoridades costeras italianas, atravesadas por la política anti-migratoria del gobierno de extrema derecha de Giorgia Meloni, que impiden que las ONGs especializadas en el socorro y ayuda ante los naufragios puedan actuar.

Con esta nueva tragedia quedan al descubierto las necropolíticas ejercidas a través de las disposiciones xenófobas e inhumanas decididas en Bruselas en la denominada Europa Fortaleza.

Desde la llamada «crisis de los refugiados de la guerra de Siria», en el verano del 2015, cuando los 27 países miembros fueron incrementando las medidas restrictivas, tanto con la votación de normas como en la construcción de más de 1700 kilómetros de murallas por parte de los Estados miembros en los últimos ocho años. No lo hicieron para protegerse de tanques o de soldados, sino de migrantes y refugiados, en el marco de esta suerte de xenofobia discursiva reforzada por los medios de comunicación hegemónicos.

Cuando ocurren estas tragedias, queda al descubierto la construcción mediática que minimiza los efectos luctuosos de las necropolíticas imperantes que olvidan abordar las verdaderas causas de la migración de los países periféricos tanto de Asia como principalmente de África.

En una entrevista realizada en Senegal a uno de los referentes de la migración senegalesa en el Estado Español, se denuncia con datos irrefutables la expoliación de recursos por parte de distintas multinacionales extractivistas en distintos países del continente, que destruyen el medio ambiente.

Así es como expolian la invisibilizada riqueza natural del continente africano. En la República Democrática del Congo se encuentra el 80% de las reservas mundiales de coltan y en el resto del continente, el 40% de la reserva mundial de oro, el 60% del total del cobalto a escala planetaria y el 33% de las reservas totales de diamantes. En la mencionada entrevista realizada en el programa En clave internacional, Serigne Mbayé describe la grave situación de los pescadores de las costa de Senegal, quienes, producto de los llamados Acuerdos Pesqueros efectivizados por la Unión Europea, se han quedado sin faena. Los acuerdos se han convertido en una de las principales causas para la migración masiva en las habituales travesías por el Atlántico al archipiélago Canario, donde han fallecido más de 7000 migrantes forzados en los últimos años.

El devenir de la última semana en los medios europeos ha dado cuenta de este nuevo naufragio masivo. El interrogante es si esta nueva tragedia anunciada, servirá al menos para que se revisen las medidas restrictivas de la Europa Fortaleza y de su comando general en Bruselas, del Pacto Migratorio del 2020, incumplido por la totalidad de los estados miembro de la Unión Europea.

El naufragio hoy es nuevamente noticia. El gran interrogante es si permitirá profundizar sobre las verdaderas causas de la oleada migratoria en un mundo globalizado donde los poderosos bregan por la libre circulación de capitales y mercancías en favor de incrementar sus ganancias, pero paradójicamente cada vez se construyen más normas y murallas para la libre circulación de los seres humanos.