Como Padmé Amidala, el personaje que encarnó en Star War, Natalie Portman se enfrenta con la inquina de los poderosos en su lucha por la paz. No se sabe cómo sigue esta saga, pero la decisión de la actriz de no participar en la entrega de lo que se considera el Premio Nobel judío ya generó un revuelo en Israel, la tierra donde nació hace 36 años. No quiere aparecer avalando la política del primer ministro Benjamin Netanyahu, quien iba a hablar en la ceremonia que se llevaría acabo el 28 de junio en Jerusalén. Desde el gabinete hay quienes la acusan de sumarse a posiciones antisemitas.

El Genesis es un premio que otorga una fundación que de ese modo reconoce el trabajo de una personalidad relevante por la comunidad. El lema es que sirva el galarón «como una inspiración para la próxima generación de judíos a través de su destacado logro profesional junto con su compromiso con los valores judíos y el pueblo judío».

Tradicionalmente el monto era de un millón de dólares que el premiado podía dirigir hacia organizaciones benéficas de su elección. Este año la cifra se duplicó gracias al aporte de Morris Khan, un multimillonario nacido en Sudáfrica pero residente en Israel desde 1956. Antes que la protagonista de Cisne Negro lo habían ganado el violinista Itzhak Perlman, el escultor Anish Kapoor, el actor Michael Douglas y el exalcalde neoyorquino Michael Bloomberg.

Sin mencionarlo, una misiva de la representante de Portman daba a entender que los últimos ataques israaelíes contra la población palestina en la Franja de Gaza, que costaron la vida de cerca de 30 personas y cientos de heridos, tienen mucho que ver con esta decisión. “Ella no se siente a gusto con la idea de tener que participar en actos públicos en Israel en este momento. No se encuentra en condiciones de asistir a la ceremonia con la conciencia tranquila».

Hija de un médico especialista en fertilidad, Avner Hershlag, y de Shelley Stevens -quien oficia de manager – Natalie Hershlag (Portman era el apellido de su abuela paterna) es la única hija de un matrimonio que emigró a Estados Unidos en 1984. La niña demostró su talento desde los 11, cuando protagonizó junto con Jean Reno la película El asesino perfecto, dirigida por Luc Besson.

Ahora la atribuyen un cierto «veletismo» ya que siendo estudiante de la escuela de Psicología de Harvard, en abril de 2002, envió una carta al periódico universitario (el Harvard Crimson) en la que aparecía argumentando por qué entendía que Israel no era un apartheid (ver aca). Sin embargo lo que llama la atención en ese artículo es precisamente la continuidad de su pensamiento.

No era un aparthied porque muchos de los dirigentes israelíes eran de origen sefaradí, y por eso provenientes del mundo árabe, o como los llama és respuesta al artículo de otro autor, al que cuestiona- «marrones», en contraposición de los «blancos» o asquenazi.Y además hacía hincapié en que no había forma de distinguir uno de otro desde que el origen es el mismo.

Pero va más allá. «Los israelíes y los árabes son históricamente primos. Mientras no aceptemos el hecho de que somos componentes de la misma familia, nos equivocaremos al creer que la pérdida de una persona no es una pérdida para toda la humanidad».

Ahora desde su cuenta instagram dijo que ”el maltrato de los que sufren las atrocidades de hoy no está en línea con mis valores judíos. Porque me preocupa Israel, debo oponerme a la violencia, la corrupción, la desigualdad y el abuso de poder».

De inmediato los «halcones» del gabinete de Netanyahu salieron a atacarla con el argumento de que había caído en las manos de una campaña antisemita «que solo busca la deslegitimación de Israel».

La fila de los que denostaron a la actriz pasó desde el diputado Oren Chasan, del conservador partido oficialista Likud, que exigió retirarle la nacionalidad, a la titular de la cartera de cultura, Miri Regev, que la acusó de estar uniéndose «a aquellos que ven el misterioso éxito del renacimiento de Israel como una historia de oscuridad».

La referencia es a una película que marcó el debut de Portman cono directora, Una historia de amor y oscuridad, de 2015, basada en la novela del escritor Amos Oz y realizada con actores israelíes. Oz es un afamado novelista y periodista, fundador del movimiento pacifista Shalom Aishav que propugna la convivencia entre los pueblos de la región y se opone a los asentamientos.

Otro que cargó contra las fuerzas oscuras, pero de un modo mucho más cinematográfico, fue el ministro de Seguridad Interior, Gilad Erdan, quien le dice a Natalie-Padmé que no haga como otro de los personajes de la creación de George Lucas, Anakin Skywalker, que «empezó creyendo que los caballeros Jedi encarnaban el mal y que el lado oscuro de la fuerza protegía a la democracia». Y le recomienda: «No permita que el lado oscuro triunfe».

Los detractores, casi al unísono, sospechan que detrás de lo que tildan de «conversión» de Portman está el movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) una campaña global que pretende elevar presiones contra las autoridades israelíes para que termine la ocupación de los territorios palestinos y los Altos del Golan, tomados en la Guerra de los Seis Días de 1967 y colonizados desde entonces desoyendo disposiciones de la ONU en contrario. La base conceptual de esa campaña es la misma que se utilizó contra el apartheid sudafricano pero también podría decirse que intenta aplicar la misma metodología que los bloqueos y sanciones de Estados Unidos o Europa contra Cuba, Venezuela, Corea del Norte, Siria, o Rusia.

“No formo parte del BDS y no lo respaldo. Como muchos israelíes y judíos en todo el mundo, puedo criticar a los líderes de Israel sin boicotear a toda la nación. Israel fue creado hace exactamente 70 años como un refugio para las víctimas del Holocausto, pero el maltrato de aquellos que sufren las atrocidades actuales no concuerdan con mis valores judíos”, respondió Portman desde las redes sociales. Simplemente, «no quería aparecer como alguien que respalda a Benjamin Natanyahu, que iba a dar un discurso en la ceremonia», aclaró.

Pero su prédica no cayó en saco roto dentro de Israel y el exterior y más bien fue una nueva razón para que los grupos de izquierda o pacifistas volvieran a sentar posición, en el marco de gobiernos y medios influentes sumidos en la prédica belicista y expansionista.

Jeremy Ben Ami, presidente de la organización J-Street, un foro estadounidense en favor de Israel pero pacifista, señaló que «Natalie Portman tiene todo el derecho de escuchar su conciencia y expresar sus preocupaciones cuando se trata de las políticas actuales y la dirección de Israel y su gobierno, preocupaciones que son compartidos por tantos judíos estadounidenses y seguidores de Israel en todo el mundo «.

En términos similares se expresó el rabino Jill Jacobs, de la organización Trua’h, quien le dio las gracias a la protagonista de Jackie «por esta fuerte declaración de que el apoyo a Israel puede y debe incluir oponerse al gobierno actual y a sus ataques a la democracia y la consolidación de la ocupación».

Netanyahu no solo es criticado por su política de expansión de colonias a costa de territorios que para las Naciones Unidas pertenecen al Estado Palestino, sino también por múltiples denuncias en el poder judicial de su país por casos de corrupción.

La negativa de Natalie Portman obligó a suspender la ceremonia que se iba a hacer en julio en Jerusalén.

Hace algunas semanas otra Natalia, pero rioplatense, Oreiro para mas datos, alegó enfermedad para suspender un recital que tenía programado para el 20 de marzo en Tel Aviv. Fue después de que crecieran los pedidos (ver aca) para no avalar con su presencia la política del gobierno israelí en el marco del proceso que un tribunal militar seguía contra la adolescente palestina Ahed Tamimi, de 17 años, presa tras una manifestación contra la detención de menores en una aldea de Cisjordania.