El tren Transiberiano, la nieve que lo cubre –casi– todo, el Teatro Bolshoi, un oso gigante a modo de regalo y fiel compañero, decenas de miles de fans que la acompañan a lo largo de miles de kilómetros, que cantan en castellano «¡Soy del Río de la Plata!» y bailan canciones de Gilda. Chicas que estallan en llanto ante su sola presencia, testimonios que sobrepasan lo imaginable, historias que se multiplican y tienen, en muchos casos, casi 20 años de cotidianeidad. Las industrias culturales y los fenómenos populares determinan hechos curiosos. Pero cuando son internacionales suelen tener una sola dirección: de norte a sur o de Hollywood hacia el resto del mundo, en la mayoría de los casos. El documental Nasha Natasha es un elocuente testimonio contracorriente sobre el estado de «beatlemanía» que Natalia Oreiro vive en Rusia, de una devoción desbordante y recíproca.

Nasha Natasha pudo haber sido un documental sobre la vida de Natalia Oreiro. Con apenas 43 años la actriz y cantante edificó una vida repleta de éxitos, historias y curiosidades. Casi toda biografía –aunque temprana– es una fórmula altamente recomendada porque aviva el fuego de la visibilidad y la omnipresencia que demandan las factorías del entretenimiento. Pero la producción del director Martín Sastre (Miss Tacuarembó) hace un foco mucho más específico: retrata la gira por 16 ciudades que Oreiro realizó en Rusia durante 2014. Aunque en este caso la música no es exactamente la protagonista. Las canciones o la propia Oreiro sobre el escenario aparecen en contadas oportunidades, siempre fragmentadas, casi a modo de testimonio. Más allá de algún pantallazo sobre su vida –ver recuadro–, el documental entroniza las particularidades del fenómeno pop, el recorrido de una estrella accesible y humana, capaz de generar fanatismos militantes. Nasha Natasha también se propone dar lugar a diversas interpretaciones sobre una relación que empezó con la llegada de Muñeca brava a la televisión rusa y nunca paró de extenderse.

–¿Cómo surgió la idea de hacer Nasha Natasha?

–Fue casi una casualidad. En una de las tantas giras a Rusia decidí invitar a mi amigo Martín (Sastre) para que filmara lo que pasaba. Pero la idea no era hacer un documental ni nada parecido. Quería un registro, un recuerdo, algo para mostrarle a Atahualpa (el hijo de Oreiro y Ricardo Mollo) y a mis nietos. Pero bueno, Martín es director, tiene ascendentes rusos y se entusiasmó tanto que la idea original fue mutando. La gira de 2014 fue particularmente intensa porque éramos 30 personas viajando permanentemente, por muchas ciudades y por buena parte de Rusia, un país al que me une una relación muy profunda.


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–¿Este fenómeno comenzó con Muñeca brava?

–Sí. Pero no fue sólo eso. La novela fue un gran éxito en Rusia y la pasaron un total de 14 veces. Antes de Muñeca brava yo había hecho con Guillermo Francella Un argentino en Nueva York. Ahí canté por primera vez y saqué mi primer disco. Muñeca brava incluía varias canciones que canté y eso hizo que los rusos me conocieran de diversas formas. En esa época yo estaba en el sello BMG y me acuerdo que ellos querían que yo grabara en inglés para el mercado de EE UU. Y la verdad que no lo hice porque no me interesaba. Ya había muchas cantantes latinas haciendo eso y tratando de conquistar Miami. Pero yo quería ir a Rusia. Nadie me entendía, excepto una chica de marketing muy joven que decidió armar todo y fuimos. Se tuvieron que abrir oficinas del sello para poder laburar. Hicimos montones de notas y todo empezó a crecer. Desde entonces volví todos los años. Yo pensaba que con el tiempo la gente se iba a olvidar de mí, pero pasó todo lo contrario. Se hizo algo muy fuerte, pero me costaba contarlo, incluso a mi pareja.

–¿No le contabas a (Ricardo) Mollo?

–Le contaba que me iba de gira. Lo llamaba de allá, pero no le daba muchos detalles: la cantidad de gente, los shows, que muchas chicas me esperaban en los hoteles… Recién empezaba la relación y no lo quería asustar. No es como ahora que con los celulares y las redes todo se sabe casi de inmediato. Me acuerdo que al principio cuando contaba lo de las giras el periodismo me miraba medio raro. Eran los tiempos del fax (risas). De allá no rebotaba nada y era difícil de entender.

–¿Te gustó como quedó el documental?

–No lo vi terminado. Me da vértigo. Nunca imaginé que haríamos un documental y que llegaría a un montón de gente por Netflix… Cuando Martín me dijo que lo había terminado yo estaba de viaje. Me lo mandó por WeTransfer, pero no lo quise mirar. Le pedí a Ricardo que por favor lo vea él y me dijera qué le parecía. Le encantó, me confesó que se había emocionado y le dije a Martín que le diera para adelante. Pero nunca vi la versión definitiva.


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Senderos

La relación de Oreiro con Rusia es mucho más intensa que lo que registra el documental. La cantante y actriz viaja a ese país al menos una vez por año con su familia, amigos y gente cercana. Admira la historia y capacidad de resiliencia del pueblo ruso. Filmó allí una miniserie llamada Al ritmo del tango y una encuesta ocasional realizada por ESPN en Rusia durante 2017 determinó que la actriz nacida en Montevideo era más famosa que Messi.

–Para mí Rusia es un sentimiento muy profundo y difícil de explicar. Por eso quiero adoptar la ciudadanía de ese país. Acá estoy muy cómoda y feliz, tengo todos mis afectos. No significa que me voy a ir a vivir a Rusia. Pero es una forma de gratitud y de reconocer que Rusia es una parte muy importante de mi vida todos los días, no sólo cuando estoy allá.

–¿Cómo explicás esa devoción por vos que expresan tantas mujeres en el documental?

–Los sentimientos siempre son difíciles de explicar. Supongo que son varias cosas. Muñeca brava mostraba a una chica empoderada que rompía el canon de su tiempo. Quizás por eso pegó tanto. Tomaba sus propias decisiones, no se dejaba avasallar. En esa época no era nada común. En las novelas típicas las mujeres eran sumisas, las engañaban y parecía que no tenían otra cosa para pensar que en el amor y limpiar. Se tiende a creer que los rusos son fríos y no es así. Son personas muy emotivas.

–Más allá del cariño que te dan, ¿qué es lo que más te atrajo de Rusia?

–Es un país muy especial, con muchas cualidades. Atravesaron momentos muy duros. Estuve en Volgogrado (ex Stalingrado) y todas las historias de resistencia y padecimientos son increíbles, pero siempre volvieron a ponerse de pie. También estuve en la Rusia profunda. Allá las mujeres son muy fuertes. Tuvieron que serlo porque la mayoría de los hombres estaba en la guerra. Entonces salían todos los días a sacar la nieve, despejar las vías del tren… Y muchas lo siguen haciendo hoy. Eso forjó su espíritu. Es un pueblo fuerte y muy culto también. El aporte de Rusia a la literatura, el teatro, la música y el cine universal es de un valor incalculable. Mucho mayor del que algunos estiman.

–Sos una persona muy inquieta. ¿Cómo estás llevando la pandemia?

–Te mentiría si digo que como todos. No es cierto que todos pasamos la pandemia de la misma manera. Soy privilegiada: puedo quedarme en mi casa, tengo comida, agua y sé que en algún momento el trabajo va a volver. Pero no es la realidad cotidiana de la mayoría. Soy embajadora de Unicef en el Río de la Plata y esta pandemia agudizó la pobreza y la precariedad de los chicos. Hay millones de niños en la pobreza, en una situación desesperante y va a haber más. Esa situación muchos medios no la reflejan. Esos chicos hoy no pueden ir al colegio, socializar con sus compañeros y, en muchos casos, acceder a un plato de comida que de otra forma no les llega. En sus casas no tienen los elementos básicos para defenderse del virus y su situación es muy grave. «

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Nasha Natasha

Dirección y guión: Martín Sastre. Protagonista: Natalia Oreiro: Música: Natalia Oreiro. Música adicional: Ricardo Mollo, Trío Sin Palabras. Estreno: 6 de agosto, en Netflix.

Mollo, Atahualpa y una canción muy especial

Muchos actores y actrices exhiben su intimidad en la vidriera de los medios del espectáculo como un insumo que les garantiza presencia y difusión. Natalia Oreiro y Ricardo Mollo (Divididos) siempre fueron muy celosos de los espacios familiares y personales. Por eso algunas imágenes del documental llaman más la atención.
«Si me lo hubiera pedido una empresa los habría sacado corriendo –revela Oreiro–. Nunca me gustó mostrar mi vida privada porque lo mío es actuar. Si muestro mucho de mi intimidad cuando hago a Gilda, por ejemplo, la gente me va a ver a mí y no a Gilda, que es lo que a mí me interesa. La propuesta de incluir algunos momentos más familiares surgió de Martín. Como para darle un poco más de historia a lo que pasaba en Rusia. Entonces, si nos referimos a mi vida, no podían faltar la casa de mi abuela, Ricardo y Atahualpa, entre otros. Se lo consulté y Ricardo se enganchó al toque. Hasta compuso una canción especial para el documental que se llama «Ojos de río». No me hace sentir particularmente cómoda mostrar algunas cosas de mi vida. Pero acepté el criterio de Martín porque sabe mucho de su trabajo y es un amigo en el que sé perfectamente que siempre puedo confiar.»

Con la agenda en pausa

La agenda de Natalia Oreiro para 2020 era particularmente intensa, hasta que la pandemia le puso un drástico freno: «Estaba todo organizado para que este año se estrenaran tres películas en las que participo. Una en abril, otra en mayo y la tercera en agosto. Obviamente todo quedó en veremos. Son Una noche mágica, de Gastón Portal; Reinas salvajes, de Matías Luchessi, con Mercedes Morán; y Hoy se arregla el mundo, de Ariel Winograd, con Leonardo Sbaraglia. Lamentablemente tendremos que esperar, pero esto es así. También tuvimos que suspender el comienzo de la filmación de la miniserie Santa Evita, basada en la novela de Tomás Eloy Martínez.
–Hoy muchas películas se están estrenando directamente en streaming. ¿Te incomoda esa posibilidad?
–Para nada. Yo soy totalmente analógica (risas). Me gusta ir al cine, la ceremonia, etcétera. Pero ahora no se puede. Cada película deberá encontrar su camino, eso no pasa por mi decisión. Pero valoro el papel de las plataformas de streaming porque dan trabajo. Antes sólo dos canales hacían ficción. Ahora hay más ofertas y de mayor calidad.