A partir del 1 de noviembre desembarcan en Netflix las cinco temporadas de Six Feet Under, la producción que emitió originalmente HBO entre 2001 y 2005, y que se centra  en la historia de los integrantes de una familia disfuncional, dueña de una casa funeraria en Los Ángeles. Junto con Los Soprano, impulsada por la misma cadena, y más tarde, Breaking Bad, la tira es una de las más importantes del período que se conoce como la Era Dorada de la televisión.

Creada y producida por Alan Ball, quien en el años 2000  ganó el Oscar al Mejor Guión Original por Belleza americana, del director Sam Mendes, Six Feet Under fue un suceso de audiencia y también de la crítica, que acompañó su éxito otorgándole distinciones en importantes premios como los Globos de Oro y los Emmy. La serie se mete en las complejas relaciones que unen a la familia Fisher, con Ruth (Frances Conroy) a la cabeza como viuda, y sus hijos, Nate (Peter Krause), David (Michael C. Hall) y Claire (Lauren Ambrose). El negocio funerario heredado del ya fallecido jefe del clan es el terreno donde se despleigan sus alianzas, temores y disputas.   

La alianza entre compañías

La llegada de esta producción a Netflix es parte de un acuerdo de la empresa de la N roja con HBO y Warner Bros. Discovery, que prevé la suma paulitana al catálogo de muchos más contenidos originales de la compañía que comenzó como una señal de televisión de los Estados Unidos hace más de cinco décadas atrás. En este caso en particular, la multipremiada serie fue una de las atracciones cruciales para el lanzamiento de la plataforma HBO Max.

Una de las singularidades de Six Feet Under fue su abordaje sobre la vida, la muerte y las eternas cuestiones existenciales

Más allá de las distintas líneas que unen a los protagonistas, Six Feet Under logró innovar dentro de las narrativas de la televisión por su abordaje de la muerte y sus cuestionamientos acerca de la naturaleza de la existencia, lo cual también dota a la serie de humor negro, así como de la posibilidad de moverse en los bordes de realidad de la realidad. Entre otras apreciaciones, Alan Ball opinaba sobre el rotundo éxito de la propuesta que escribió: “¿Quiénes son estas personas, estos directores de casas funerarias que contratamos para que enfrenten a la muerte por nosotros? ¿Cómo afecta eso sus vidas, crecer en un hogar donde hay cadáveres en el sótano, ser un niño y estar al lado de tu padre mientras trabaja con un cuerpo abierto encima de una mesa”.   Sobre los personajes, añadía: “Cuando uno se encuentra rodeado de muerte, para hacer contrapeso, aparece la necesidad de tener una cierta intensidad en las experiencias, en la pulsión de escapar. Es la fuerza de la vida que trata de abrirse paso a través de todo ese sufrimiento, dolor y depresión”.