Es cierto que no es nuestro amo, pero Javier Milei -como el presidente de todos los argentinos de bien- parece haber decidido asumir el rol de esclavo en las relaciones internacionales. Puede ser una fantasía, quizás algún nuevo cosplay, pero la política internacional no es el ámbito para amateurs, por más originales que sean. Los errores entre los deseos y las realidades suelen pagarse caro. 

Por cierto, es interesante que el campo internacional no haya estado presente en las propuestas programáticas de “La Libertad Avanza”. Existen pocas menciones, tanto en las plataformas de 2021 como de 2023. En 2021 hablaban de “Firmar tratados de libre comercio con todas las regiones o países que deseen acceder a nuestros mercados, en la medida que nosotros podamos acceder en términos similares a los suyos”. Eso cuadra muy bien con el acuerdo Mercosur-UE, donde podremos exportar productos primarios (los que nos deje Europa) a cambio de manufacturas.

En 2023, el punto 9 de la plataforma de LLA afirma que “Sólo con una economía abierta e inserta al mundo podrá lograrse una explosión de las actividades agropecuarias y propiciar la industrialización de los productos respectivos de la cadena de valor”, además de señalar tres o cuatro veces a lo largo del documento el fin de las retenciones y la libre importación. También hablan de derogar la ley de tierras, para que cualquier individuo pueda comprar terrenos en Argentina sin límite, sin consideraciones estratégicas –área de frontera- ni preservación de recursos naturales no renovables, como la minería o el petróleo. Buitres: la Argentina está servida.

Otra fuente posible para comprobar las intenciones del nuevo gobierno son las declaraciones del propio candidato –ahora presidente- más allá de sus ataques contra el Papa Francisco como representante del maligno o las denuncias contra un “marxismo cultural” del que desconoce ambos términos. “No solo no voy a hacer negocios con China, no voy a hacer negocios con ningún comunista. Soy un defensor de la libertad, de la paz y de la democracia. Los comunistas no entran ahí. Los chinos no entran ahí. Putin no entra ahí. Lula no entra ahí”, dijo Milei en la entrevista que le concedió a Tucker Carlson, ex figura de Fox News. También trazó una suerte de objetivo: “Nosotros queremos ser el faro moral del continente”.

En un mismo tenor, Milei asegura que sus principales aliados internacionales serán EE UU e Israel. En los hechos, significa que los problemas geopolíticos estadounidenses serán nuestros problemas. ¿De verdad queremos importar conflictos como el de Ucrania a nuestro país? ¿La ocupación de parte de Siria por Estados Unidos y el Reino Unido es de nuestra competencia? ¿La defensa de Taiwán será nuestra hipótesis de conflicto? ¿Olvidamos la participación en la Guerra del Golfo que nos costó los atentados a la Embajada de Israel y a la Amia? Por cierto, neutralidad no es indiferencia, pero recordemos que el servilismo no es garantía de tranquilidad. Que los Estados Unidos defiendan sus intereses, allá ellos. Pero que la Argentina adopte como propios los intereses de Estados Unidos… Milei ha declarado que piensa trasladar la Embajada Argentina de Tel Aviv a Jerusalén. Esta iniciativa viola las resoluciones del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General de las Naciones Unidas tales como la Resolución 181 de 1947, Resolución 242 de 1967, Resolución 338 de 1973, Resolución 3236 de 1974, Resolución 446 de 1979, Resolución 478 de 1980, Resolución 672 de 1990, Resolución 2334 de 2016, que hacen al estatuto de Jerusalén.

Rompe así con el eje de la política exterior argentina, cuyo eje es el respeto a la Carta de la ONU. Aún peor, desconocerá de facto los pronunciamientos de la Asamblea General como figuran en la Resolución 1514 de 1960 sobre la cuestión colonial y la Resolución 2065 de 1965 sobre el tema Malvinas, que sigue vigente aún después del conflicto de 1982, mal le pese al Reino Unido.

LLA es coherente con sus propuestas de 2021. Allí proponían profundizar  “significativamente los vínculos con naciones que comparten nuestros principios en el ámbito regional, americano y mundial, con especial interés en los países líderes de la Unión Europea y además, con el Reino Unido de Gran Bretaña debido a su separación definitiva de esa alianza supranacional. En esta línea de acción y en relación específicamente con las Islas Malvinas. Entre otras medidas que serán absolutamente innovadoras, reforzaremos profundamente los lazos con los habitantes del archipiélago tendientes a incrementar en forma superlativa las áreas de intereses comunes como pesca, turismo, recursos naturales, etc., con innegables mutuas ventajas simétricas”. Y si, está escrito así como lo lee.

Una buena síntesis de la acción exterior esperable es Diana Mondino, quien hasta hoy sería Canciller. “Si me permitís un sueño”, dijo en un reportaje de Forbes, “es que en cada plato de comida de los 7000 millones de habitantes del planeta haya un elemento argentino”. El viejo sueño agroexportador, que primariza una sociedad que precisa la industrialización. Por supuesto rechaza los BRICS, que comparó como “ir a una fiesta donde está tu ex”. Alta política, como vemos. No sé si estará el ex de Diana Mondino, pero sí están los principales compradores de la producción argentina. Como Brasil, India, China. Y ofender a Rusia nunca ha sido provechoso. Pero quizás Mondino aprovechó su participación en el festejo en Buenos Aires del cumpleaños de Su Graciosa Majestad Carlos III, para hablar con la Embajadora Kristy Hayes acerca de eso que los británicos consideran que la fuerza crea derecho, tal como lo expresaron: “Malvinas es una cuestión cerrada”. Iremos pues en contra de nuestro propio interés nacional. Siempre es mal negocio jugar al esclavo: los demás terminan por creerlo.