Aviones de combate de Israel volvieron a atacar en Gaza, a pesar del alto el fuego aceptado por ambas partes el 21 de mayo pasado. Fue, según la información oficial, la respuesta al lanzamiento de globos incendiarios desde ese territorio dominado por Hamás. Lo que a su vez, fue el resultado previsible de una marcha de militantes ultranacionalistas por las calles de Jerusalén Este con consignas antiárabes. La manifestación fue aprobada por Benjamin Netanyahu como un regalo envenenado para la coalición que entronó a su sucesor, Naftalí Bennet, este domingo.

La alianza partidaria que puso fin a 12 años de mandato del líder del partido Likud es lo suficientemente heterogénea como para albergar a un ex socio de Netanyahu y más a la derecha que él, si cabe, como Bennet, junto con agrupaciones de izquierda y la emergencia por primera vez de un frente árabe, Raam.

La Marcha de las Banderas no había sido autorizada por la policía ni las autoridades de seguridad porque se avizoraba que podría generar fuertes rechazos en la población árabe. Hay que recordar que el inicio de la escalada contra Hamás en Gaza del 10 al 21 de mayo se produjo luego de desalojos y provocaciones en zonas de población árabe de Jerusalén.

Pero Netanyahu, que hizo lo posible para no dejar el cargo, hizo una última jugada para mellar poder al nuevo gobierno, cuando ya sabía que no tendría forma de quitar respaldo a Bennet y le dio su aval. Le dejó esa bomba que complica no solo a sus respaldos no judíos sino que lo obliga a una respuesta que no le socave el apoyo de los propios. Y su base de sustento siempre fue el sector derechista de la sociedad más proclive a defender a como dé lugar la ocupación de tierras palestinas.

De hecho, el gestor de esta entente antiNetanyahu fue el presentador televisivo Yair Lapid, de centro y que con su partido Yes Atid obtuvo 17 escaños contra 7 de Yamina, el de Bennet. El acuerdo es que estos primeros dos años ocupe el cargo de primer ministro Bennet y Lapid sea canciller. En 2023 el compromiso es trocar los puestos.

Difícilmente Bennet hubiera entrado en el juego siendo partenaire en esta primera etapa. Difícilmente Lapid hubiese podido manejar trampas como las que dejó el ex mandatario con esta marcha incendiaria.

“Los manifestantes, entre ellos jóvenes y activistas judíos ultranacionalistas y de extrema derecha, salieron de un barrio ortodoxo de Jerusalén Oeste para atravesar Jerusalén Este hasta la puerta de Damasco, que da acceso al barrio musulmán de la Ciudad Vieja, donde se encuentra la Explanada de las Mezquitas”, cuenta la crónica de la agencia AFP.

«´El pueblo eterno no teme un largo camino´», cantaron los manifestantes, que portaban banderas blanquiazules en este punto de referencia palestino en Jerusalén Este, sector de la ciudad ocupado por Israel desde 1967. Gritos de ´Muerte a los árabes´ resonaron entre la multitud”, finaliza el texto de la agencia francesa.

Hubo escenas captadas por celulares de ataques policiales a pobladores que habían decidido enfrentar las marchas con banderas palestinas. Las agencias internacionales registraron el asesinado de Mai Jaled Yussf Afana, de 29 años, madre de una niña de cuatro años, que según las autoridades israelíes intentó arrollar a un retén de soldados y salió del vehículo para atacar con un cuchillo a tropas que custodiaban una carretera.

El tío de la joven, Hani Afana, denunció que había tomado una carretera por error, que era una profesional recién diplomada en una universidad jordana y que no había intentado ningún ataque.

Estos incidentes, evitables, generan incertidumbre sobre el futuro en esa región y acerca del flamante gobierno, que horas antes de la marcha había decidido mantener el permiso a pesar del reclamo de los sectores árabes israelíes y de los líderes palestinos.