El expresidente italiano Silvio Berlusconi ha señalado que Occidente, al pretender aislar a Rusia del mundo, ha terminado por aislarse del mundo. Según el político italiano, solo países que suman 1500 millones de habitantes tienen gobiernos que se han plegado a los dictados de Estados Unidos y Europa occidental, de aplicar sanciones (cerca de 11000, un record Guinness) contra Rusia. En el planeta viven 8000 millones de personas. Y quienes gobiernan países que suman a las otras 6500 millones han hecho caso omiso de las presiones occidentales, generadas por la rusofobia.

Recep Erdogan, jefe de estado de Turquía, sostuvo que Occidente asiste al derrumbe de una arquitectura de seguridad que construyó en las últimas décadas, solo en beneficio de sus países y a costa de los otros. La arrogancia de antiguas potencias coloniales y nuevos imperios les ha nublado la visión geopolítica y los ha distanciado de la realidad histórica del mundo del siglo XXI.

El mundo multipolar nació hace algunos años, pero necesitó de la operación militar especial de Rusia, en Ucrania, para recibir su partida de nacimiento a ojos de todos los que habitamos el planeta.

Esa arrogancia que impide reconocer la realidad es alimentada diariamente por medios de comunicación que no transmiten noticias sino propaganda orientada por las potencias occidentales.

En ese enrarecido ambiente mediático hay que analizar cuidadosamente realidades políticas que ocurren en Latinoamérica.

En México, por ejemplo, Morena y su fundador y líder, el presidente Andrés Manuel López Obrador, han inaugurado una nueva era en la historia política del país. Sin analizar la abundancia, escasez o ausencia de bondades de la experiencia morenista, el hecho innegable es que en pocos años, desde 2014, han alcanzado una hegemonía política que le permite a esa agrupación gobernar, y a su líder orientar política, territorial y demográficamente, del 70% de la población de México. Esto garantiza la continuidad de Morena en el próximo sexenio al frente del gobierno del país.

En Colombia se ha producido la primera vuelta electoral con dos importantes resultados de dimensiones históricas. El Uribismo paramilitarista y enemigo de los Acuerdos de Paz fue ampliamente derrotado. Por primera vez en la bicentenaria historia colombiana un cuestionador del conjunto del establecimiento llegó vivo a las urnas electorales, sin sufrir la suerte de los asesinados Jorge Gaitán y Luis Galán y ganó ampliamente con el 40% de los votos la primera vuelta electoral.

Su oferta es el cambio responsable en una sociedad estremecida por violencias y desigualdades centenarias.

Su contrincante resultó un millonario con estilo comunicacional ramplón, que alguna vez fue alcalde de Bucaramanga y que continúa con el mismo estilo en su campaña presidencial. Su acierto ha sido elegir a un asesor de origen argentino, Ángel Beccassino, que ha tenido varios éxitos como consultor de campañas.

 Beccassino afirma que su estilo es no recrear personalidades sino explotar electoralmente las condiciones naturales de sus asesorados. En el caso de Hernández, reconoce que cuando asiste a entrevistas se le escapa de las manos y puede decir cosas electoralmente negativas, como denigrar a las mujeres que participan en la vida pública o alabar a Hitler.

La extrema derecha uribista ha expresado su apoyo a Hernández sin retaceos. Sectores centroderechistas que apoyaron al candidato Gutiérrez también han manifestado su apoyo al millonario sin volumen en política, demostrando que es cierto el viejo apotegma de que “un liberal asustado frente a una opción progresista es un protofascista”.

Sectores ilustrados que apoyaron a Sergio Fajardo en la primera vuelta, como un exministro de Juan Manuel Santos que participó en los acuerdos de paz, o Antanas Mokus, el singular ex alcalde de Bogotá, manifiestan su apoyo a Gustavo Petro.

El 19 de Junio será la segunda vuelta y entonces Colombia tendrá que elegir entre un cambio responsable con Gustavo Petro o un salto al vacío que  la sumiría en más violencia, desigualdad y desencanto.

En Ecuador, el presidente Guillermo Lasso, cumplió un año de mandato en un país urgido de políticas de reactivación y seguridad, que combatan exitosamente la pobreza y extrema pobreza, que abarcan a más de 5 millones de personas en un país de 17 millones de habitantes, y que devuelvan la seguridad de la cual gozó en el siglo XX.  

Hoy , metafóricamente, en lugar de soleadas y tranquilas playas propias de la llamada “isla de paz” de los años ochenta y noventa, del siglo pasado, hay un infierno de cárceles ensangrentadas periódicamente por enfrentamientos de bandas del crimen organizado y las calles de sus ciudades son “killer streets” en las que campea el sicariato las 24 horas de cada día.

La inseguridad que crece exponencialmente es el mayor enemigo de la inversión y la reactivación porque la gente teme incluso salir para consumir y sin consumo no hay inversión.

Lasso preside hoy un país que es ya un narco-estado y amenaza convertirse en estado fallido, cuando sus servicios públicos elementales como seguridad, educación, salud, empleo, no tienen el robusto respaldo de políticas conjuntas que abarquen al Estado y a la empresa privada.

Esa situación extrema no carece de respuestas desde la sociedad y la política. En el Consejo Nacional Electoral se tramitan pedidos de revocatoria de mandato. En ciernes está la posibilidad de la muerte cruzada, que puede tramitar la Asamblea con un presidente nuevo elegido por la mayoría de los asambleístas para sustituir a Guadalupe Llori, aliada del gobierno.

El movimiento indígena anuncia una movilización policlasista a la que se han unido los trabajadores agrupados en  Frente Unitario de los trabajadores (FUT) y los productores privados bananeros de la región Costa. Y la consigna del liderazgo indígena es movilización nacional “hasta que se vaya Lasso”.

Simultáneamente, el presidente con miopía política ha roto estridentemente con el partido socialcristiano y su líder, Jaime Nebot, que durante dos décadas fue exitoso alcalde de Guayaquil y lo apoyó para las elecciones presidenciales. Las amenazas e insultos del presidente contra Nebot han crecido tanto que el ex alcalde le ha enrostrado en un tik tok que circula profusamente que Lasso “ha sembrado vientos que pueden provocar no solo tempestades  sino huracanes”

Un sector intelectual que apoyó a Lasso para evitar que el autoritarismo confeso y la corrupción inconfesada de Rafael Correa volviesen a captar el poder tiene en el escritor Simón Espinoza un importante representante. Espinoza le reclama al presidente por el incumplimiento de una de sus ofertas centrales de campaña, derrocar vía consulta popular la Constitución inspirada en 2008 y sustituirla por la de 1998 con enmiendas que la hagan sintonizar con realidades del siglo XXI.

Son muchas los reclamos cardinales que recibe el presidente desde distintos sectores. Recuerdan la vieja expresión del líder ruso Vladimir Lenin para caracterizar la lucha contra el zarismo desde muchos y diferentes sectores: “Marchamos separados, golpeamos juntos”.

En Colombia, Hernández amenaza con su hipotética elección que ese país tenga como presidente “un príncipe idiota” ruso- dostowieskano.

En Ecuador Guillermo Lasso trae a la memoria una de las geniales frases del británico Oscar Wilde “he puesto el genio en mi vida y solo el talento en mi obra literaria”. Parafraseando a Wilde, el presidente Lasso puso su talento en su actividad de banquero. En la cima de su actividad política como candidato tuvo la resiliencia de banquero y como presidente la desoladora mediocridad de quien ignora las complejidades de la cuestión pública.

Administrar bien cosas es asunto de banqueros y empresarios que triunfan y son reconocidos en las memorias de los bancos y las cámaras empresariales. Liderar y conducir personas adecuadamente es tarea de políticos y estadistas exitosos que pasan a la historia.