Finalmente, Pedro Sánchez se quedó con las ganas de ser investido presidente del Gobierno español y sobrevuela en el país la posibilidad de ir a nuevas elecciones, las cuartas en cuatro años, si no hay arreglo antes del 23 de setiembre. Señal evidente de la crisis política que atraviesa la nación.

Este jueves, el líder del PSOE tenía la oportunidad de ser ungido primer mandatario con sólo obtener la mayoría entre los diputados. A diferencia de la primera votación, el martes, cuando se necesitaba sumar la mitad más uno de la cámara de Diputados, o sea 176, esta vez le alcanzaba con que hubiera tan solo un sí más que los noes. 

El fracaso de la negociación para una coalición de gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos implicó que la alianza armada en torno a Pablo Iglesias se abstuviera.El resultado final fue 124 votos por Sánchez (123 de PSOE obtenidos en el comicio del 28 de abril) y 1 del Partido Regionalista de Cantabria. Las tres derechas, PP+Ciudadanos+Voz votaron en contra y sumaron 155. Las abstenciones fueron 67. El apoyo de los 42 legisladores de UP hubiera sido suficiente para nominar al joven economista de 47 años, que ocupa el cargo desde junio de 20189, tras el voto de confianza negativo a Mariano Rajoy, esa vez aliado con Podemos.

¿Qué fue lo que falló?

España por primera vez en su historia estaba a las puertas de ingresar en el sistema de coaliciones de gobierno. Hasta ahora, y desde 1978, se había conformado un sistema bipartidario. El que gabana el comicio tenía la cantidad de bancas necesarias como para gobernar el soledad. Ahora hay cinco partidos con fuerza electoral que obliga a coaliciones.

Algo que en Alemania por ejemplo es muy común, esto es, que un grupo de partidos acuerden un programa y se repartan ministerios en torno de ese plan de gestión, no había ocurrido nunca antes en España. En cierto modo, también, con Lula da Silva, el PT había conformado una coalición junto al PMDB y partidos menores. En este caso, siempre el vicepresidente fue del PMDB. Cierto que a la hora de la verdad, la estocada final contra Dilma Rousseff provino de su compañero de fórmula, Michel Temer.

Y quizás este antecedente haya jugado para trabar un acuerdo con UP. La agrupación de Iglesias reclamaba ministerios clave para desarrollar su propia jugada política: Sanidad, Igualdad, Trabajo y Ciencia y Universidades, además de una vicepresidencia. El PSOE había aceptado a última hora entregar Sanidad, Vivienda, Economía Social e Igualdad.

Los últimos debates entre ambos partidos se hicieron a la luz del día y revelaron cada movida como pocas veces se ve en la política. El jueves pasado, Sánchez dijo que no quería cederle la vicepresidencia a Iglesias porque no confiaba en él y porque había diferencias en relación a cómo resolver la situación catalana.

 El viernes, Iglesias dijo que en aras de defender la formación de un gobierno de izquierdas daba un paso al costado, aunque mantenía el reclamo de que su agrupación -que incluye a Podemos, Izquierda Unida, En Comú Podem y Galicia En Común- tuviera cargos clave y con competencias en el futuro gabinete. Esto es, que tuvieron un presupuesto que le permitiera hacer políticas públicas y no solamente despachos simbólicos sin ninguna injerencia en el curso de los acontecimientos.

El establishment partidario contra el que lucha internamente Sánchez hace años dejó de ser de izquierda -eso permitió el surgimiento de Podemos, con descontentos del PSOE, al que ven demasiado inclinado a políticas neoliberales- de modo que una coalición con UP abriría un espacio para torcer el rumbo del país hacia políticas de corte socialdemócrata clásicas.

Pero a medida que las diferencias se fueron haciendo públicas, emergieron voces en el PSOE que cuestionaron el reclamo de UP. «Nos han pedido literalmente el gobierno», declaró a la Cadena SER la socialista Carmen Calvo, negociadora por parte de Sánchez. Por el lado de UP el negociador fue el argentino Pablo Echenique. Otro dato es que el asesor político de Iglesias es otro argentino, Pablo Gentili, que también colaboró con el PT en Brasil.

Este nuevo fracaso de la izquierda alienta al llamado «trifachito», integrado por el PP, Ciudadanos y la ultraderecha de Vox.

«Todo ha sido una encarnizada lucha de poder con sus socios de hace 15 años, solo les han importado los cargos y las prebendas de un Gobierno hipertrofiado», definió Pablo Casado, el joven líder del Partido Popular. «El culebrón seguirá este verano porque la banda no se ha puesto de acuerdo en repartirse el botín, en repartirse España», agregó Albert Rivera, fundador de Ciudadanos. «¡Menudo espectáculo ha dado, haciéndoles perder el tiempo, la esperanza y las ganas a todos los ciudadanos! ¡La que nos ha liado su banda!», espetó Santiago Abascal, del neofranquista Vox.

Sánchez ahora tiene hasta el 23 de setiembre para formar gobierno. Si no lo logra, habrá una nueva ronda electoral el 10 de noviembre, con resultado incierto.