Con la paciencia de un artesano, Mel Zelaya, construyó una herramienta política Libre, para romper con el bipartidismo y desalojar del poder a los usurpadores que lo expulsaron hace 12 años interrumpiendo un proceso progresista en Honduras. Y ahora puede celebrar como propio el triunfo de Xiomara Castro Sarmiento, su esposa, por 20 puntos de diferencia sobre el derechista Nasry Juan Asfura Zablah. Un resultado el de las elecciones de este domingo que alegra a los sectores enrolados en la izquierda regional y alienta esperanzas del renacer de los gobiernos populares en América Latina luego de un ciclo con tintes ultraderechistas y de pérdidas de derechos.

Si bien el Consejo Nacional Electoral (CNE) había dejado de actualizar el conteo de votos con el 51,45% de las mesas escrutadas, la diferencia a favor de Xiomara Castro era tanta que resultaba difícil articular una maniobra para birlarle el resultado, como había ocurrido en 2017 a favor del actual presidente, Juan Orlando Hernández (JOH), cuando un “repentino” corte de luz jugo a favor del mandatario.

Para la candidata del Partido Refundación y Libertad, Libre, el resultado daba en el último cierre, 53,61% del total, con 961.694 votos, mientras que el postulante del oficialismo, con la bandera del Partido Nacional, sumaba 607.492 votos y un porcentaje de 33.87%. Los electores habilitados son 5.182.425 ciudadanos empadronados.

Con esta tendencia, Xiomara se declaró ganadora y agradeció a sus electores.

Más interesante como para saber cómo se juegan las fichas en esta ocasión, la por ahora candidata ganadora agradeció también al titular de la cámara empresaria que pronto aplaudió su triunfo.

Y en cadena se fueron sucediendo los mensajes de felicitaciones.

De su esposo, claro.

Del hijo del matrimonio

Y también de uno de los postulantes que compitió este domingo, el representante del Partido Liberal Yani Rosenthal. A quien siguieron los líderes latinoamericanos para quienes un gobierno de Xiomara Castro no les resultará indiferente.

Es el caso de Evo Morales, que tuvo tiempo para un mensaje en su red social cuando se acercaba a La Paz para finalizar la Marcha por la Patria y contra la derecha golpista.

Hicieron lo propio el presidente cubano.

El venezolano.

Y el líder progresista colombiano Gustavo Petro, que aspira a ingresar en esa liga el los comicios del año que viene.

Tampoco podía faltar el mensaje del Grupo de Puebla.

Zelaya, si bien no se consideraba inicialmente como un presidente de la centro izquierda latinoamericana cuando llegó al gobierno, en 2006, pronto percibió los aires que soplaban en la región con Hugo Chavez, Lula da Silva, Néstor Kirchner, Evo Morales y el Frente Amplio en Uruguay.

Cuando en 2009 intentó hacer un referéndum para cambiar la constitución, la derecha -en alianza con la embajada de EEUU, que nada había cambiado con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca- promovió el golpe. Militares desalojaron a Zelaya poniéndolo como quien dice de patitas en Costa Rica con la excusa de que quería perpetuarse en el poder modificando la Carta Magna con el único propósito de conseguir la reelección.

Así recordaba Zelaya aquellos momentos y analizaba el futuro, a diez años del golpe.

En elecciones con la proscripción de Zelaya, en Hernández, JOH para la prensa hondureña, llegó al poder tras ganar las elecciones de 2017. No tuvo demasiada oposición para modificar el artículo “petreo” de la Constitución y conseguir que la Corte Suprema le autorizara la reelección. Pero JOH es indefendible incluso para el departamento de Estado y en Estados Unidos pululan investigaciones judiciales por su relación con el narcotráfico. Un juez federal de Nueva York condenó en marzo pasado al hermano, Juan Antonio “Tony” Hernández, por cuatro cargos, entre ellos tráfico de drogas. Y vienen ahora por él.

Vinculado al progresismo latinoamericano, Zelaya había fustigado el año pasado al Grupo de Lima y a esos gobiernos sumisos a las directivas de la administración Donald Trump.

Ahora un gobierno hondureño vuelve a tener ocasión de inscribirse en esa plataforma antineoliberal y de respeto a la voluntad y las necesidades populares. Menudo compromiso.