La actriz, docente y directora representa en Cronología de las bestias de Lautaro Perotti a Celia, los viernes a las 21:30 y los domingos a las 19:15 en Timbre 4. Comparte escenario por segunda vez con Silvina Sabater, “un vínculo ganado”, después de El hombre que se ahoga, la versión de Las tres hermanas de Chéjov, de Daniel Veronese. 

En su papel con función triádica –madre, hermana y tía– “dirige” la falsedad de una casa de pueblo sacudida de portazos, comidas de restos y ladridos. Su rol como tía es clave en el tejido simbólico de apertura y como madre en el cierre de sentido inserto en una ferocidad escénica única. Esto está combinado con efectos de humor necesarios y puntualización de racontos en una pieza que, lejos de ser lineal, se reconstruye en fragmentos y recortes, como una forma de la memoria en el tiempo. 

Celia es incontinente, verborrágica y finge la costumbre por las rutinas y las descripciones. Es quien sobrepasa los límites de lo real y puede, sin embargo, delimitar la simbología de los estados. Ferrer confiesa disfrutar de los matices y cambios de su personaje, a la vez que juega en límite de maldad con su compañera Sabater, y remata: “Somos dos bestias más.”

-¿Cómo fue la experiencia de ser dirigida por Lautaro Perotti?

-Hermoso, porque él tenía muy claro lo que quería. Estuvimos cuatro meses trabajando, tratando de que no sea solamente un entendimiento entre nosotros. Nos dejó buscar, preguntar, charlar. Y así fuimos descubriendo entre todos. Es muy talentoso y muy inteligente, desde un lugar amoroso y paciente hasta lograr que fuera bajando la obra. Es muy complicada desde lo vincular y, sobre todo, lo que cuenta. Su mirada es de amor profundo al teatro y a los actores.

-Tu personaje es clave en el tejido, simbólico y de acción, en la historia. ¿Qué significa representar a Celia?

-Justamente, ella es la que abre el juego, la que primera propone y decide apropiarse de esta vida y toma una decisión frente a la presencia de alguien desconocido. Hubo varias etapas: ella descubría a Beltrán (Andrés Ciavaglia) cuando lo encontraba agazapado. Después trabajamos mucho el personaje en sus resoluciones cuando ingresa a la casa. Y después de un tiempo, con lo que se trama, la policía en la puerta, y cuando va enterándose de los sucesos. Decidimos que Celia unos minutos antes de entrar lo definiera y así pudiera persuadir a Beltrán de que es su sobrino. Ella es la que dirige y, aparentemente la más estúpida es quien lo pergeña todo. 

-Y además cierra la obra. 

–Ella la inicia y todos la siguen. Además remata, “ahora somos una familia y se va a decir lo que yo digo”. Termina haciéndose cargo de su decisión con el costo que ello implica. Así puede recuperar a su verdadero hijo, o al menos, eso es lo que cree. Es una historia de lo que uno pierde y lo que cree recuperar en un mundo de mentira. Y, en realidad, lo elaboramos desde el lugar de la verdad. Es la mejor manera de sobrevivir allí. Se trata de una búsqueda de Lautaro (Perotti) muy sincera, desde una profunda verdad. Ese fue el desafío como actores porque está ocurriendo de verdad en la misma representación. En el monólogo de Silvina (Sabater) también. Ahí sacude al espectador y es la idea de dirección. 

 -¿Y la celeridad? 

–La obra tiene una vertiginosidad absoluta. Como actriz es una obra hermosa, con un recorrido lógico de pensamiento de autor. Enseguida llegamos al final de modo sorprendente. Eso viene de la dramaturgia y de la puesta. Se van montando esos “pisos”. La obra es esto: golpe de estado como metáfora. Al público le sucede lo mismo. Los cuerpos empiezan a activarse, todos empiezan a ubicarse hasta que Olinda (Silvina Sabater) empieza a los tiros. Metafóricamente, se viene un golpe de estado en una hora porque Beltrán también decide entrar y queda atrapado, cada uno desde su lugar y conveniencia. 

Cronología de las bestias se representa en Timbre 4 (México 3554), los viernes a las 21:30 y los domingos a las 19:15. < http://www.timbre4.com/>

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