Fernando Ramón Villalba cayó en una esquina de Villa Dorrego, en González Catán. El cuerpo tenía casi 20 tajos pero la autopsia confirmó que fueron las primeras cuatro puñaladas, acertadas en la espalda, las que estropearon su suerte. Juan García, de 18 años, confesó que es el único responsable: dijo que se defendió porque un ladrón entró a su casa con un cuchillo. La justicia, por ahora, le creyó.

La familia de Villalba dice otra cosa. Se quejan de la saña que ostentó el matador y aseguran que había atenuantes: la víctima era paciente psiquiátrico bajo tratamiento y adicto al paco, pero nunca fue agresivo y no tenía antecedentes.

También sostienen que la hermana de García, una oficial que prestaba servicio en la comisaría del barrio, ayudó a rematar a Villalba, anticipándose al supuesto amparo de sus compañeros.

Fue el jueves 25 de agosto, un día antes de la fama súbita del cirujano Lino Villar Cataldo. De acuerdo con el relato que convalidó el fiscal de La Matanza, Adrián Arribas, faltaban minutos para las 2 de la madrugada cuando Villalba entró a la casa de Virreyes 6774, empuñando un cuchillo del tipo carnicero y la réplica de un revólver. En realidad, el intruso nunca pasó del garaje, al cual se accede muy fácil desde la calle porque no tiene portón.

Al menor de los García lo despertaron los ruidos que hizo Villalba en el garaje y en apenas segundos lo tuvo enfrente. El joven contó que forcejearon, que logró quitarle el cuchillo y que varias veces atravesó la piel de su contrincante para evitar que haga lo mismo con él. También dice que su hermano Jorge, de 26 años, acudió en su ayuda y que entre los dos provocaron la fuga de Villalba, que solo alcanzó a correr hasta el cruce con Chassaing, donde se derrumbó desangrado.

“Se corroboró la versión del dueño de casa porque se encontraron manchas de sangre en el garaje y él además tenía heridas compatibles con un forcejeo. De todas formas se lo imputó por exceso de la legítima defensa, teniendo en cuenta la cantidad de puñaladas, pero se decidió no detenerlo”, explicaron desde la fiscalía de Arribas.

De acuerdo con el expediente, en el garaje también se secuestró un cuchillo con mango blanco y hoja de acero liso de unos 25 centímetros, un arma de utilería y dos pantuflas negras, porque Villalba, aun si entró con la intención de robar, no tomó el recaudo de calzarse.

“Lo que hicieron con Fernando fue una cacería y una carnicería, porque lo mataron con cuchillos y machetes. Tenemos testigos que lo vieron corriendo en la calle y suplicando por su vida. Eso quiere decir que no lo mataron dentro de la casa. Además medio barrio escuchó los tiros. Por eso vamos a pedir la exhumación del cuerpo”, avisa Manuel, un tío de la víctima.

La familia de Villalba, que el miércoles pasado se presentó en un juzgado de garantías como particular damnificado, apunta contra la oficial Betiana García, la mayor de los hermanos, que habría participado del crimen aunque su presencia en el expediente no está probada.

“Cuando Fernando –continua Manuel– ya estaba tirado en la esquina ella le pateó la cabeza y enseguida se escucharon por lo menos dos tiros. Tenemos fotografías del cuerpo de mi sobrino donde se nota que lo tajearon para disimular los orificios de las balas”.

En el garaje de los García, antes de ser incendiado por vecinos que repudiaron la libertad del asesino, había heladeras frigoríficas y una mesada donde se amontonaban platos y cubiertos. También esa familia es “feriante” y, casualmente, venden juguetes: así justifican el cuchillo y la réplica que la policía encontró en el lugar.

“Como está metida la policía –arriesga Manuel– va a ser difícil, pero nosotros no somos una familia de narcotraficantes. Somos todos trabajadores que vivimos en el barrio hace más de 40 años. Vamos a presentar varios testigos que van a decir quién era mi sobrino. Por qué tanta gente defendería a un delincuente”. «

Dudas sobre Villar Cataldo

“Le pido a Dios que me perdone», dijo Villar Cataldo antes de ingresar a la fiscalía de San Martín para ser sometido a pericias psicológicas. Hace dos semanas, un ladrón quiso robarle el auto y el cirujano lo mató de cuatro disparos. Quedó imputado pero se le concedió una excarcelación extraordinaria. Y surgieron dudas sobre si el delincuente, como declaró, le estaba apuntando cuando él disparó.