La silueta de su cabeza sin rostro, debajo de una boina, lleva 10 años en las retinas de millones de argentinos que se preguntan sin respuesta: “¿Y López?”.

Jorge Julio López desapareció por segunda vez el 18 de septiembre de 2006, en democracia, luego de haber declarado en el juicio que condenó al represor Miguel Etchecolatz a cadena perpetua, en cárcel común, por los crímenes que cometió durante la última dictadura cívico-militar.

Jorge Julio López había desaparecido por primera vez el 27 de octubre de 1976, durante la dictadura, y fue liberado el 25 de junio de 1979. En esos casi tres años estuvo detenido ilegalmente en diferentes centros clandestinos de detención y tortura.

Cuando Jorge Julio López sufría su primera desaparición, Miguel Etchecolatz se desempeñaba como director de Investigaciones de la Provincia de Buenos Aires, encargado de uno de los centros de detención clandestinos y principal colaborador del exgeneral genocida, jefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires y de la Policía Federal Argentina durante la dictadura, Ramón Camps.

Miguel Etchecolatz se convirtió en el primer integrante de las fuerzas de seguridad en ser enjuiciado por crímenes de lesa humanidad en el marco del genocidio, tras la derogación, en 2005, de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Jorge Julio López fue querellante en esa causa y un testigo clave que aportó datos que inculpaban a decenas de militares y policías, entre ellos Etchecolatz, que fue condenado el 19 de septiembre de 2006 a la pena máxima, tras el testimonio de López, por “homicidio calificado, privación ilegal de la libertad y aplicación de tormentos”, delitos que la Justicia consideró, por primera vez, “de lesa humanidad en el marco del genocidio que tuvo lugar en la Argentina entre 1976 y 1983”. Puntualmente, Etchecolatz fue condenado por el homicidio calificado de Diana Teruggi de Mariani y por la privación ilegal, tormentos y homicidio calificado de Ambrosio de Marco, Patrcia dell ‘Orto, Elena Arce, Nora Formiga y Margarita Delgado. Además, el tribunal que lo condenó lo responsabilizó por la privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos de Jorge Julio López y Nilda Eloy.

El testimonio de López sirvió para demostrar el grado de participación del represor Etchecolatz en los delitos por los que fue condenado. De hecho, López aseguró haber visto cómo ejecutaban con disparos en la cabeza a otras dos víctimas de esta causa (Patricia dell ‘Orto y a su esposo, Ambrosio de Marco) en el centro clandestino de detención conocido como el Pozo de Arana. López también identificó a Etchecolatz como integrante del grupo de tareas que lo secuestró en su casa en 1976.

El 18 de septiembre de 2006, López debía concurrir a presenciar la lectura de los alegatos de su querella pidiendo la condena por genocidio y la perpetua para Etchecolatz.

Hasta hoy no hay información certera sobre su paradero y su aparición constituye una deuda de la democracia argentina.

Por eso, el reclamo de justicia volverá a las calles de Capital Federal y La Plata, y diferentes agrupaciones y organismos de derechos humanos marcharán este domingo. El Encuentro Memoria, Verdad y Justicia convoca a las 14:30 a marchar desde el Congreso de la Nación a Plaza de Mayo, mientras que la Multisectorial de La Plata, Berisso y Ensenada concentrará desde las 16:30 en Plaza Moreno.