El senador brasileño Lindbergh Farias, del Partido de los Trabajadores (PT), estará en la primera línea de defensa de la presidenta suspendida, Dilma Rousseff,  luego de haber sido, en 1992, un líder juvenil que llenó las calles a favor de un juicio político, contra el entonces mandatario Fernando Collor de Mello. Ahora, el voto de Collor de Mello es disputado por Rousseff para intentar evitar su destitución en la votación del martes.

«La diferencia es abismal, no olvidemos que Collor cayó porque se descubrieron seis millones de dólares de empresas fantasmas para mantener a la familia presidencial; aquí no hay nada, hay una acusación falsa contable, DIlma no tiene cuenta en Suiza ni denuncias por corrupción», dijo Farias.

En una paradoja de la historia, Collor, senador desde 2010, aún oficialmente no definió el voto. En aquella época del juicio político que aceleró la renuncia de Collor, Farias era el titular de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y lideraba el movimiento «Fuera Collor».

En una entrevista con Télam, al margen de la sesión final de juicio político contra Rousseff, Farias dijo que el alegato de Rousseff, dependiendo el grado de alcance y de tensión, puede modificar resoluciones para la votación decisiva del martes sobre la destitución o la continuidad de la mandataria.

«La presidenta enfrentará a los senadores y hay que tener en cuenta que la imagen del Congreso en la población es muy mala; los parlamentarios la van a atacar y ella se preparó para defenderse porque la han acusados de muchas cosas», dijo el senador y ex intendente de Nova Iguaçú, municipio de los suburbios de Río de Janeiro.

Según Farias, los senadores que apoyan el juicio político están obligados «a no ser blandos, porque sus bases los llevaron a un extremo y no les perdonarán no haber atacado a la presidenta».

«Dependiendo de ese impacto, algunos podrán cambiar el voto», subrayó, pese a que todos los pronósticos de los analistas y los sondeos consideran que habrá el mínimo de 54 votos para destituir a Rousseff. Consultado sobre qué lugar le reserva la Historia a Rousseff, declaró: «No tengo dudas de que quedará como un golpe de una sociedad entre parlamentarios y empresarios para evitar que se desarrolle la operación Lava Jato porque Dilma nunca se opuso y liberó a la fuerza pública sin interferencias y para implementar una agenda económica que no sería votada en elecciones libres».

El juicio político a Rousseff tuvo su épica en las calles con los movimientos neoconservadores, como Movimiento Brasil Libre o VempraRua (ven a la calle). «Ellos no tienen poder de organización, no representan a nadie, salieron por la corrupción y ahora tienen a Temer y a su partido, con la mayor cantidad de denuncias de corrupción, tienen verguenza de salir a la calle muchos de ellos», evaluó Farías.

«La juventud, para mí, no se ha derechizado, se ha derechizado la clase media, pero la juventud de izquierda cuando escuchó un discurso de odio de los que pedían el juicio político, se levantó; fueron grupos de la diversidad social, como la militancia pero también colectivos de LGBT, feministas, negros, contra el odio de los que pedían intervenciones militares», añadió.