Miles de argentinos varados en el exterior como consecuencia de la pandemia del Covid-19 están volviendo al país en vuelos especiales de repatriación y gracias a un fenomenal esfuerzo desplegado por la Cancillería argentina, en coordinación con los ministerios de Transporte, Interior, Salud, Defensa y Seguridad. Son vuelos principalmente de Aerolíneas Argentinas, pero también de varias aerolíneas extranjeras y de aviones de la Fuerza Aérea Argentina.

Todos los vuelos están obligados a seguir estrictas medidas sanitarias para evitar la propagación de la pandemia en nuestro país: al momento de su presentación en el aeropuerto los pasajeros deben utilizar barbijo de forma permanente y obligatoria, se les toma la fiebre al llegar a Ezeiza, deben quedar en cuarentena obligatoria durante 14 días; dependiendo de la jurisdicción donde vivan, a muchos de ellos se les realiza test PCR para coronavirus y son monitoreados por el Ministerio de Salud. Hasta mediados de mayo los argentinos repatriados ya superaban los 25 mil.

Al momento de la explosión de la pandemia en América Latina, en Cuba había unos 1.200 argentinos que tuvieron sus vuelos de retorno cancelados. La Embajada argentina en ese país, siguiendo instrucciones de la Cancillería, comenzó entonces un intenso trabajo de rastreo de los compatriotas varados y de identificación de las distintas necesidades de apoyo a los mismos. Desde ese momento comenzaron a organizarse vuelos de repatriación y hoy mismo, domingo 7 de junio, llega a Ezeiza el vuelo con los últimos argentinos varados en Cuba. En diálogo con Tiempo Argentino, el embajador Javier Figueroa explica los detalles de esa epopeya.

-¿Cuál era la situación a mediados de marzo, cuando Cuba cierra los vuelos internacionales?
-Desde el primer día nuestra preocupación fue que ningún compatriota se quede sin hospedaje, comida o medicamentos. En Cuba no es posible comprar alimentos o medicamentos con tarjeta de crédito, e incluso pocos hoteles aceptan esa forma de pago. Por lo tanto la mayoría se encontraba en una situación de indigencia de hecho. Apenas empezó la crisis, los turistas debieran dejar las casas donde se hospedaban. Muchos hoteles fueron cerrados. Ello nos llevó a cerrar acuerdos con hoteles para poder hospedar, alimentar y garantizar el control medico de estas personas. se brindó a asistencia a todos los que la necesitaron, sea hospedaje, alimentación, etcétera. Inicialmente con argentinos repartidos por toda la isla, censar a todos fue una pesadilla, pero finalmente pudimos armar un formulario digital que nos permitió en tiempo real conocer los datos de todos. En ese universo tenías distintos casos, algunos con enfermedades graves como HIV, cáncer, epilepsia… Nos comunicábamos con todos a través de Facebook, un grupo de Whatsapp que creamos y también por teléfono.

-¿Y cómo gestionaron los vuelos de repatriación?

Había que sacar rápido a la gente porque no sabíamos cuánto podía durar la situación y había un grupo muy grande de gente muy vulnerable. La primera tanda de vuelos fueron tres chárters contratados por la Cancillería Argentina. Apenas se cancelaron los vuelos comerciales contactamos al Presidente de Cubana de Aviación y surgió una gran oportunidad: con 3 vuelos conseguimos que vuelvan 650 compatriotas, que presentaban mayores problemas y tenían una clara prioridad: nos aseguramos que subieran familias con chicos, embarazadas, enfermos y gente mayor.

-¿Además de comida y hospedaje, qué otras demandas tuvieron que atender?

Uno de los grandes problemas fue conseguir los medicamentos para continuar con los tratamientos en curso. Aprovechamos los vuelos de vuelta a Cuba para traer medicamentos desde Argentina. Armamos un grupo de Whatssap de médicos argentinos varados: ellos nos identificaban los casos y la medicación necesaria. La Dirección de Salud de la Cancileria y Cascos Blancos nos apoyaron y guiaron en todo momento. El Ministerio de salud, varios laboratorios argentinos y la Cámara de Medicamentos Genéricos nos donaron medicamentos. Su distribución entre la comunidad de compatrotas fue diaria, cada día nuestros chóferes acercaban los medicamentos que nos requerían a hoteles y casas de familia. Además hicimos arreglos con clínicas por si teníamos emergencias médicas. De lo que estamos realmente orgullosos es que ningún argentino se infecto de COVID ni tuvo ninguna crisis médica que no pudo ser superada.

-¿Cuántos vuelos especiales fueron organizados hasta el momento?

-Después de los vuelos de Cubana, los siguientes fueron de COPA y Latam, que coordinamos directamente con las empresas. En estos estos vuelos regresaron aquellos que tenían tickets de esas empresas. En esos tres vuelos conseguimos repatriar a 500 personas. O sea, evacuamos en total a 1.150. Quedan todavía 80 argentinos y cubanos residentes en Argentina que necesitan volver.

-¿Y cuándo conseguirán evacuar a todos?

-Como después del último vuelo Latam quedaron pocos varados, y las aerolíneas con mayor número de pasajeros ya habían honrado sus pasajes, no fue posible organizar un vuelo exclusivo a Cuba en mayo. Por eso la Cancillería decidió que la opción más viable sería un vuelo especial para evacuar a los argentinos varados en La Habana y Punta Cana. Entre ambos destinos se completó un vuelo especial de Aerolíneas Argentinas que ayer mismo, 6 de junio, completó la evacuación total de los compatriotas varados.

-¿O sea que ya casi lo consiguen?

-Si, estamos felices de haber podido lograr que todos regresen sanos y salvos a sus hogares. Fue un trabajo muy duro, incluso tuvimos casos de COVID en la Embajada, por lo que estuvimos buena parte del tiempo en cuarentena, y dado que la conectividad aquí no es óptima, fue complicado organizar todo vía “home working». En lo profesional ha sido la experiencia más demandante de mi carrera. Nuestra labor más que diplomática fue como la de la oficialidad de un buque en el medio de una tormenta. La sensación de que la salud e integridad física de tanta gente depende de uno no es algo para lo que estamos entrenados. Tuve la enorme suerte de contar con un equipo en la Embajada profesional y comprometido y el apoyo tanto de la Cancillería argentina como de las autoridades cubanas. Sin el concurso de todos ellos hubiera sido imposible este resultado y, siguiendo con las metáforas náuticas, hubiésemos naufragado