San Luis al 1451, entre Corrientes y Paraguay, a una decena de cuadras del Monumento a la Bandera, en pleno centro rosarino. A la madrugada, cerca de la 1:30, al menos 20 balazos impactaron contra el frente el palier, el ascensor y el balcón del departamento del primer piso del edificio allí ubicado. Otro disparo atravesó la persiana de un local ubicado al lado. En los canteros de la vereda se encontró un cartel de cartón, escrito con birome a mano, con la leyenda “dejen de meter preso a los pibes”.

Si bien las primeras declaraciones de los vecinos del edificio reflejaban incredulidad (“Acá no vive ningún miembro del poder judicial, jueces ni nadie vinculado a los juicios”, dijo uno de ellos) y hasta se aseguró que un episodio similar se había producido la semana pasada, luego se supo que en ese edificio residió, hasta hace un tiempo, la magistrada Gabriela Sansó, quien integrará el tribunal de apelación que debe establecer las condenas definitivas del clan Cantero, en una causa que en las próximas horas entrará en su fase culminante.

Por otra parte, la leyenda y su modo de confección es similar a la hallada el viernes pasado en oportunidad de otra balacera, a un edificio ubicado en Buenos Aires al 1700, en el mismo centro rosarino, a nueve cuadras de distancia del episodio sucedido esta madrugada. En esa ocasión el lugar donde impactaron los disparos fue un edificio ubicado en la misma cuadra donde vive Horacio Usandizaga, quien es ex intendente de la ciudad y padre de la jueza Marisol Usandizaga: ella integró el tribunal que condenó en abril pasado a un grupo de la banda Los Monos.

En ámbitos cercanos al proceso contra ese grupo narco, se destacó que ese episodio se registró al tiempo que la Ministra de Seguridad nacional, Patricia Bullrich coordinaba junto al gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, nuevas medidas para proteger a los magistrados.

Desde este martes la jueza Sansó, junto con Bibiana Alonso y Carolina Hernández revisarán 16 condenas y 3 absoluciones de miembros de la banda, por ejemplo las de los cabecillas, Ariel «Guille» Cantero y su hermano de crianza, Ramón «Monchi» Machuca, quienes en primera instancia fueron sentenciados a 22 y 37 años de prisión, respectivamente, por asociación ilícita y homicidios.