Alfredo Alcón, Inda Ledesma, Tita Merello…Fotos de los grandes actores argentinos registrados por la cámara de Oscar Balducci ocupan todas las salas del Centro Cultural de la Cooperación (CCC). La exposición se llama Rostros en escena y tiene como curadoras invitadas a la mujer y a la hija del fotógrafo fallecido en 2012. Ellas son Cecilia Rossetto y Lucía Balducci. 

La muestra, que se inauguró ayer, abarca más de 100 de retratos de artistas protagónicos de la escena argentina tomados entre 1970 y 1980. “Se escanearon 11.000 negativos –le explica Rossetto a Tiempo Argentino- fue un trabajo muy grande que hicimos con Pablo Enriquez. Este trabajo fue durísimo y comenzó cuando murió Balducci, en 2012. La que se encargó de desocupar su estudio que era muy grande, fue mi hija, Lucía, que quiso hacerlo sola.” Y agrega: “El material era mucho y no estaba clasificado, por lo que el criterio fue elegir a partir de lo que encontramos. Su estudio tenía más de 100 metros cuadrados y estaba lleno de negativos. Balducci tenía muy diversificada su obra fotográfica y trabajaba para los museos más importantes. En los 70 y los 80 se dedicó mucho a la foto de teatro. Casi todas las fotos de las puertas de los teatros estaban hechas por él, era uno de los fotógrafos que más trabajaba en ese rubro. Pero como la mitad de su tiempo se dedicó a escribir, llegó un momento en que se cansó de sacar fotos de actores y se dedicó casi exclusivamente a hacer fotografía de arte. Tuvo entonces una relación muy grande con los artistas plásticos más destacados de este país, como Gorriarena, Ferrari, Noé, Roux. De hecho para la exposición del Centro Cultural de la Cooperación que se inauguró ayer yo presté una carbonilla de Guillermo Roux sobre Balducci. Los dos se tenían mucha estima. El retrato más conocido de León Ferrari es de él. Se dedicó a la fotografía de arte durante 15 durante los cuales hizo los catálogos de los más grandes pintores. Hay una foto muy hermosa, increíble, de Gorriarena y Ferrari abrazados muriéndose de risa en el estudio de Balducci. Se ve que estaban tomando unos vinos.”

Rossetto afirma que la impulsora de  la idea de exponer los trabajos del fotógrafo fue Teresa Parodi que “fue editando un libro con más de 200 fotos. La primera exposición que se hizo luego de su muerte fue la del Flamenco en Argentina en la Casa del Bicentenario con fotos reveladas por Balducci y de gran tamaño. “Muchas veces, cuando él hacía fotografías de actores –recuerda Rossetto- yo le hacía compañía en el cuarto oscuro, sobre todo cuando se trataba de las campañas de Antonio Gades. Tengo grabada en la retina la imagen de Antonio y de Cristina Hoyos apareciendo en las cubetas de revelado. Mi hija le donó esas fotos a Cristina Hoyos y hoy están en el Museo del Flamenco de Sevilla. Con mi hija pensamos que ése era el lugar donde más le hubiera gustado a Balducci que estuvieran esas fotos porque amaba muy intensamente el Flamenco. Además era un gran amigo de Antonio y de Cristina y ellos tenías adoración por “el Tano”. Cristina dice que nadie tenía más ojos de bailarín que él para las fotos. Por ese museo pasa mucha gente de todo el mundo.”

Las fotos expuestas en el CCC constituyen un documento que contribuye a mantener viva la memoria de los grandes actores argentinos. El fotógrafo dejó escrito un hermoso texto en el que pone de manifiesto su forma de trabajo: “Me dediqué a esta profesión –explica- para fotografiar a la gente. Aún como fotógrafo de teatros, actividad a la que me dediqué mucho tiempo, mi interés se centraba en las expresiones de los actores, más que en la generalidad de la escena. En los retratos de galería, muchas veces las mejores expresiones se encuentran mientras el retratado está conversando con el fotógrafo; es decir, cuando no pone ´cara de foto´. La gente suele experimentar malestar cuando tiene que posar tal como es: “Hoy no me saque, que estoy muy fea” dice una dama.
Las actrices ilustran mejor que nadie esta idea: dicen “me gustan más las fotos de escena que las posadas porque en escena salgo más natural”. El aparente contrasentido no es tal, si se toma en cuenta que cada uno de nosotros representa al menos un personaje en la vida real. La ficción desatada (el “teatro” en todo sentido) legaliza esa personificación. Encontré, entonces, aunque no me era explícito, el auxilio de los sombreros, los trajes; la puesta, en fin, para que el actor pudiera volver a ser él mismo en su imposible lógica.Sólo la poesía, dice Cocteau, permite esos disfraces súbitos: un hombre habla tranquilamente de sí, de pronto empieza a pavonearse, eleva el tono o lo baja, se viste con el gesto, pierde o encuentra el alma pero llena su disfraz, ocupa íntegramente su espacio único.
Es ése el instante del disparo feliz, de la foto; a veces nos adelantamos una décima, otras veces llegamos una décima tarde pero en algunas ocasiones, raras, Narciso y Minerva salen juntos.”

La muestra puede verse en el CCC, Corrientes 1543, con entrada libre y gratuita.