Con la epidemia de coronavirus como telón de fondo, Rusia y Arabia Saudita rompieron lanzas en una guerra comercial en un tablero en el que el principal afectado puede ser el negocio del fracking en Estados Unidos. Todo en un panorama internacional crítico en el que otros jugadores resultan heridos por las esquirlas de esa pelea que no estalló este lunes, sino que se venía gestando desde hace varias semanas. El de este 9 de marzo fue quizá la primera gran batalla y entre las víctimas está también la explotación argentina de Vaca Muerta, la gran esperanza para la recuperación del país por su potencial generador de divisa fuerte (ver acá).

Las crónicas informaron en abundancia de que el disparador del bajón en el precio del crudo -el denominado Brent se desplomó un 24,1% el lunes, la mayor caída desde la Guerra del Golfo en 1991- fue el «No» de Rusia a un acuerdo propuesto por Arabia Saudita para disminuir la producción en la reunión de los países productores en Viena.

La aseveración es cierta pero sólo parcialmente. La Organización de los Países Productores de Petróleo (OPEP) está integrada por 14 miembros, los que mayor cantidad de barriles aportan al consumo mundial, entre ellos Arabia Saudita pero también Irán, Irak, Nigeria y Venezuela.

Rusia no está en ese selecto club, pero si forma parte de otro grupo de 10 naciones que también tiene con qué jugar en ese mercado. La voz cantante de la OPEP la tiene Riad, la de los “marginales” Moscú. Desde 2017 vienen trabajando juntos para sostener el precio del crudo regulando la producción. Ante el avance del Covid-19 y el parate en la economía mundial, el príncipe Mohamed bin Salman (MBS para la prensa) envió a sus representantes a Viena para proponer una reducción voluntaria de 1,5 millones de barriles diarios, que se suman a 1,2 millones que ya se habían recortado en 2017.

Fue entonces que Rusia rechazó la oferta y el lunes el precio se ubicó en un piso de 34,36 dólares el barril, unos 10 dólares menos que el viernes. Cierto que este martes hubo una suba de 7,4%, hasta los 36,90 dólares. Pero eso no implica una tregua. Porque en el trasfondo de este vaivén rige una amenaza contra las firmas que explotan el esquisto en Estados Unidos.

Precisamente la gran novedad de las últimas décadas es que EEUU comenzó a ser un fuerte exportador a partir del rendimiento de sus pozos mediante la técnica del fracking sobre la roca madre. En 2014 eso comenzó a ser un problema para los socios de la OPEP y sus cófrades externos, como Rusia. De allí que juntaran voluntades para dar pelea todos juntos. Pero la monarquía saudí no se animó a ir a fondo y Moscú entonces no tenía fuerza.

Arabia Saudita es un tradicional aliado de Washington al punto que desde 1972, cuando el gobierno de Richard Nixon decidió eliminar la convertibilidad del dólar con el oro, sostiene el valor de la moneda estadounidense obligando a que el comercio de petróleo se realice en dólares.

En este toma y daca, Arabia mantiene beneficios políticos en la región y evita que su monarquía se vea implicada en los escándalos que cada tanto secunden a sus miembros. El más reciente fue el asesinato en Turquía de un periodista opositor al régimen a manos de funcionarios enviados por MBS

Ver antecedentes acá: La desaparación de un periodista.

También acá: Un heredero en apuros.

Y acá: Horrendo crimen.

Antes, las denuncias por la feroz dictadura que ejerce la familia real y las persecuciones incluso dentro de la misma dinastía resultaron silenciados por gobiernos y medios en EEUU, los mismos que suelen publicitar tropelías dentro del gobierno de Corea del Norte.

En el caso de esta guerra comercial, los analistas destacan que a menos de 50 dólares el barril, el petróleo de esquisto estadounidense deja de ser rentable. Incluso hay quienes aseguran que si no fuera por los generosos créditos de Washington y las regulaciones por demás laxas, la soberanía energética de la que Donald Trump suele jactarse se hubiera ido al demonio.

«Con los precios del petróleo al nivel actual, existe un riesgo real de que muchos de ellos simplemente quiebren», dijo al Huffington Post el experto del Instituto de Economía y Análisis Financiero de Cleveland, Clark Williams-Derry. El fracking explica el 63% de la producción de petróleo de EEUU, según cifras oficiales. Pero en el último lustro los 30 productores más grandes declararon pérdidas por 50 mil millones de dólares, de acuerdo al Wall Street Journal.

¿Cómo impacta este clima en la elección de noviembre en EEUU? Por lo pronto, Trump es un fuerte defensor de ese modo de extracción que verdaderamente no empezó con él, sino que se consolidó con Barack Obama. Su ligazón con la industria petrolera es tan evidente que su primer secretario de Estado, Rex Tillerson, fue presidente de Exxon Mobil Corporation antes de acceder al cargo. Y una de sus virtudes era su buena relación con Vladimir Putin, debida a los negocios de la firma en Rusia.

Entre los demócratas, Joe Biden tiene fuertes lazos con ese sector del mundo empresarial y su hijo Hunter es denostado por Trump luego de haber dirigido una empresa energética en Ucrania tras el golpe contra Viktor Yanukovich. Bernie Sanders, en cambio, tiene en su plataforma la defensa del medio ambiente. Es un personaje que puede complicar ese negocio de llegar a la Casa Blanca. Otra buena razón para que la elite dominante del partido lo quiera bajar de la candidatura cualquier costo.

En cuanto a Rusia, todo indica que ahora tiene espaldas para tolerar una baja de los precios. Los funcionarios del área sostienen que pueden aguantar hasta 10 años con un barril a entre 25 y 30 dólares. Para Arabia Saudita la cosa quizás no sea tan segura, ya que viene sufriendo déficits fiscales paralelos a la baja en el valor de su casi exclusivo producto de exportación. A menos de 80 dólares, su presupuesto se complica. La forma de equilibrar las cuentas sería incrementar la producción, con el riesgo de que los precios caigan aún más. El tema es hasta dónde podrán aguantar los dos contendores o hasta dónde estás dispuestos a ir.

La leve suba de este martes se relaciona con un guiño desde Moscú del ministro de Energía ruso, Alexander Novak, quien dijo que no todas las puertas están cerradas con la OPEP. Es decir, con Riad.Trump,mientras tanto, habló telefónicamente con MBS, y si bien no se informó del contenido de esa charla, no cuesta mucho imaginarlo.

En este intrincado tablero, Rusia no deja de lado que esta movida es una suerte de venganza por varias humillaciones que viene sufriendo en Europa, mediante sanciones tras la reincorporación de Crimea en 2014, y por su apoyo al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. La última fue el castigo a Rosneft anunciado a fines de enero por comercializar petróleo venezolano. Pero también tienen entre ceja y ceja el intento de bloqueo al ducto conocido como Nord Stream 2, destinado a proveer de combustible a Alemania sin pasar por Ucrania o Polonia, aliados de la OTAN y EEUU.

La respuesta militar, una amenaza más propia de la Guerra Fría, es el mayor despliegue de tropas estadounidenses en Europa de los últimos 25 años. Son 20 mil soldados que participarán en el ejercicio militar Defender-Europe 20 y que aterrizarán en sucesivas oleadas en siete países para esparcirse a lo largo de 4000 kilómetros. En plena epidemia de coronavirus.