El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, descartó este lunes la existencia de «mafias enquistadas» dentro de las fuerzas de seguridad y consideró que se debe nutrir con «más profesionalismo» a los efectivos de las todas policías del país para «erradicar a quienes no tienen que estar». Así lo afirmó en declaraciones formuladas a Radio La Red, luego del desplazamiento del cargo del jefe de la Policía de Seguridad Comunal de General Alvarado, Edgardo Vulcano, dispuesto para facilitar la investigación del crimen del adolescente Luciano Olivera, cometido el último viernes en la ciudad balnearia de Miramar.

«Quieren transformar a la policía como que es un esquema mafioso y no es así: al interior de las fuerzas hay algunos que tienen comportamientos de ese tipo, pero no son organizaciones criminales enquistadas», señaló Fernández en la entrevista que brindó esta mañana. En ese sentido, agregó: «Los problemas que exhiben la fuerzas de seguridad se solucionan con más profesionalismo de sus efectivos y erradicar a quienes no tiene que estar».

En la misma línea, consideró que la «solución» debe ser «trabajada fuertemente por las fuerzas» para «buscarlos, encontrarlos y erradicarlos». «Hay que buscar que esos personajes no tengan lugar en la fuerza. Hay que profesionalizar más las fuerzas para erradicar a quienes no tienen que estar allí», insistió el titular de la cartera de Seguridad.

Finalmente, Fernández señaló que «siempre es fácil echarle la culpa a la policía» y criticó que «se carga a todos como si fuese una política general cuando la inmensa mayoría es gente valiosa y preparada». El ministro «reivindicó» a «la inmensa mayoría (de la fuerza), que es buena gente» y sostuvo que «hay que encontrar rápidamente a los que hacen las cosas mal». Ayer, tras conocerse la decisión de desplazar al jefe de la Policía de Seguridad Comunal de General Alvarado, Aníbal Fernández había afirmado que en las fuerzas «hay estúpidos» que «actúan como mafiosos», por lo que se debe trabajar para profesionalizarlas, al tiempo que advirtió que hechos como el de Luciano (16) «no pueden suceder».