Esta semana el proceso judicial sobre los crímenes del terrorismo de Estado sumó dos nuevas muestras de la resistencia del Poder Judicial a avanzar cuando quienes son juzgados no son militares o policías, sino civiles o empresarios. El miércoles se confirmó la separación de Carlos Blaquier del juicio por los crímenes en las Noches de los apagones en Jujuy después de 8 años de demora, y el jueves fue sobreseído el ex titular de la CNV durante la dictadura, Juan Etchebarne.

La situación no fue la misma en los dos casos, pero marca la dificultad para avanzar sobre el poder económico. Blaquierno llegó ni a sentarse en el banquillo. El empresario contó con la colaboración por muchos años de jueces y camaristas. Cuando las causas en su contra estaban en condiciones de ser elevadas a juicio, en 2013, el dueño de Ingenio Ledesma estaba bien de salud. Ocho  años después, cuando los expedientes volvieron a Jujuy, una evaluación del Cuerpo Médico Forense determinó que a sus 94 años no está en condiciones mentales de afrontar un juicio.

Etchebarne también logró demorar durante años el inicio del juicio oral en su contra,pero finalmente llegó a ser juzgado y logró ser absuelto por el Tribunal Oral Federal 5 en un fallo dividido por su participación en 22 casos de secuestros y torturas que sufrieron directivos de las empresas Chavanne y Siderúrgicas Grassi, familiares, abogados y contadores.

Blaquier y Etchebarne tienen bastante más en común que haber zafado de ser condenados por crímenes de lesa humanidad con apenas un día de diferencia. Los dos pertenecen a un círculo de poder económico que se benefició de los cuarteles y los centros clandestinos de detención y que tienen a José Alfredo Martínez de Hoz como una de las figuras centrales.

Etchebarne lo conoció a Martínez de Hoz en 1974, cuando comenzó a trabajar en su estudio como abogado societario y luego ambos integraron el directorio en Acindar. Cuando “Joe” fue nombrado al frente del Ministerio de Economía, nuevamente lo llevó a la presidencia de la CNV.

Ambos tenían además otros vínculos en común. Según reconstruyó la Secretaría de Derechos Humanos en su alegato, Etchebarne formó parte del Grupo Azcuénaga, un grupo civil creado por el abogado Jaime Jacques Perriaux que aportó sustento ideológico y cuadros políticos a la dictadura. Lo integraban también Mario Cadenas Madariaga, Jorge Zorreguieta, Ricardo Zinn, Horacio García Belsunce, entre otros.

La casa de la calle Azcuénaga que dio nombre a ese grupo fue aportada justamente por Blaquier, según investigó el fiscal Pablo Pelazzo en la investigación de los crímenes de Ledesma. El empresario azucarero y Martínez de Hoz tuvieron una larga y cercana relación. Entre 1958 y 1976, Martínez de Hoz fue presidente del Centro Azucarero Regional del Norte, corporación empresarial que integraba Blaquier. La carta enviada a su “querido Joe” y la despedida en los avisos fúnebres como “su amigo de toda la vida”, dejan en claro la afinidad ideológica que mantenían.