Luego de una larga espera y a casi 50 años de los hechos, comienza este lunes en Rosario el primer juicio por la represión ilegal llevada adelante a partir de marzo de 1975 en Villa Constitución contra la UOM local y los trabajadores metalúrgicos de Acindar, en ese momento presidida por José Alfredo Martínez de Hoz.

Entre los 22 imputados que llegan a juicio hay dos civiles: Roberto Pellegrini, entonces jefe de relaciones laborales de Acindar, y Oscar Torralvo, personal jerárquico de la empresa. El resto son ex miembros del Batallón de Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás, de la delegación Rosario de la Policía Federal, de la Prefectura Naval de Rosario y de Villa Constitución y ex policías de la Provincia de Santa Fe y de la Guardia Rural Los Pumas.

El 20 de marzo de 1975 se produjo una invasión de 4000 efectivos de esas fuerzas represivas por orden del ministro del gobierno de Isabel Perón en lo que se denominó “Operativo Serpiente Roja del Paraná”, cuyo supuesto objetivo era terminar con un “complot subversivo” en Villa Constitución y la zona. Lo que buscaban, en realidad, era desarticular la organización sindical combativa que había ganado las elecciones en la UOM local el año anterior tras varios meses de conflicto con la conducción nacional del sindicato en lo que se denominó el “Villazo”.

Esa madrugada llegaron a la ciudad miembros de las fuerzas armadas y de seguridad junto a personal de la SIDE y grupos parapoliciales de la Triple A y de la Juventud Sindical y se cree que las víctimas superan las 300 personas entre trabajadores, referentes sindicales, abogados laboralistas, familiares y vecinos de Villa Constitución.

La empresa y sus directivos tuvieron un rol central. En Acindar se montó un centro clandestino de detención conocido como “Albergue de Solteros”, aportó vehículos, pagó sobresueldos y alojó al personal de fuerzas represivas; facilitó el ingreso a la fábrica de los grupos de tareas y entregó los legajos y fotos de muchos de los perseguidos.

Cristina Monterrubianesi era maestra y alfabetizadora y militaba en la Juventud Peronista, desde donde había dado apoyo a la lucha de los trabajadores de Acindar y de la UOM local. “Fui detenida al mismo 20 de marzo del ‘75 junto con los compañeros de la UOM y algunos militantes de algunas organizaciones políticas”, cuenta en diálogo con Tiempo.

Fue secuestrada en su casa, donde vivía con sus dos hijas y su compañero, trabajador de Acindar. “Nos llevaron a la policía de Villa Constitución, de ahí parte una caravana a la delegación Rosario de la Policía Federal, donde estuve hasta septiembre de 1975. De ahí nos llevaron a la jefatura de la policía provincial, al subsuelo, y a fines de 1975 a la Cárcel de Devoto”, reconstruyó la sobreviviente, quien recuperó la libertad a fines de 1978.

Jorge Martín tenía apenas 19 años cuando fue secuestrado en su casa el 20 de junio de 1975. Trabajaba en la mutual de la Unión Ferroviaria y militaba junto a su hermana, un año menor, en la Federación Juvenil Comunista. “Mi hermana venía de la facultad con otros compañeros, la detiene un piquete en la puerta de Acindar, revisan el auto y encuentran documentación de los fondos y mercancía que juntábamos para los presos. Los detuvieron y luego fueron a allanar mi casa y me detuvieron a mí también. Nos llevaron a los dos a Acindar, nos torturaron y sufrimos simulacros de fusilamiento”, recordó Jorge, quien reconoció entre sus captores a Aníbal Gordon, miembro de la SIDE y de la Triple A, como quien ordenó que los blanquearan.

Luego de unos días en el “Albergue de Solteros”, fue trasladado a la sede de prefectura de Rosario, donde permaneció en una celda solo durante más de un año y medio. “Tuvimos la suerte de salir vivos, pero cuántos han muerto o desaparecido”, destacó.

Cristina y Jorge son querellantes en el juicio que arranca este lunes. Ambos cuestionan que la causa haya demorado tantos años en llegar a debate, lo que implicó la muerte de víctimas y victimarios. “Tengo muchos sentimientos encontrados porque después de tantos años sufrimos la perdida de muchos que no van a estar presentes”, destacó Martín, cuya hermana murió en 2013, y añadió: “Sólo nos quedan dos imputados de Acindar y tienen edad muy avanzada. Esperemos que sobrevivan para que puedan recibir la condena que se merecen”. “No está en nuestro ánimo la venganza sino la memoria que tuvimos durante casi 50 años”, manifestó Cristina, quien también lamentó las ausencias “porque no van a poder ver que hemos llegado al lugar por el que siempre luchamos”.