Crear vouchers escolares es una estrategia más, entre otras, para abolir el Estado. Aprovechar su mal momento, o sus dificultades para implantar un absolutismo de mercado. 

Milei encarna una arremetida global. Él es su versión argenta y porteña para dinamitar el Estado, esa es su diferencia, incluso con quienes se proponen mercantilizarlo.

Lo que resulta necesario contarles a quienes lo miran con interés es que Milei pone en peligro el sistema público de educación, que no es del kirchnerismo ni radical ni del macrismo, sino que quiere dinamitar una educación pública que es patrimonio de toda la sociedad argentina, y que ha forjado nuestra identidad y personalidad social en común. Milei parte de la premisa que nada del Estado es bueno. Y es necesario aclarar que la única forma existente en democracia (acá y en Finlandia), por más débil que se encuentre, de garantizar el acceso a los derechos, en este caso, en educación, son las políticas públicas de Estado. Por tanto el desafío de estas horas es defender el Estado, mejor dicho, lograr más y mejor Estado. Necesitamos tomar distancia de la intransigencia antiK o antiM, porque alimentan el peligro Milei. Aquí la importancia y estatura de la educación publica argentina debe anteponerse y neutralizar arremetidas fundamentalistas que pueden en muy poco tiempo dinamitar lo que hemos construido en mas de un siglo y medio, y representa el legado más dignificante y humanizante de una convivencia plural y el deseo de justicia y dignidad del pueblo argentino. Su escuela pública no puede disociarse del Estado, en esa alianza se forjó y allí reside su fuerza y también su esperanza.  

Milei, a diferencia de nuestra época más oscura, representa un modo violento legitimado para implantar una dictadura de mercado (no te olvides que vale todo, incluso comprar y vender órganos en el mercado).

Sus vouchers o chequeras para que cada quien compre educación en el mercado fue intento frustrado en EEUU y en el  Chile de Pinochet. Esas ocurrencias de Milton Friedman, asesor estrella de Reagan y Thatcher en los 80, y sobre las que vuelve Milei, significan cerrar el Estado y ni más ni menos que sea el mercado quien arbitre y ofrezca educación. Milei entiende que la educación es una mercancía más, igual que un paquete de galles, un órgano, o un calibre 22, se compran según su precio, sometidos al juego de la oferta y la demanda, y a lo que permita el bolsillo de cada quien.

Obligatoriedad

Una necesaria advertencia, en tiempos que de tanto manosear las palabras, pierden estatura y requieren ser explicadas. Cuando Milei se opone a la educación obligatoria, cabalga sobre la mala prensa de lo que suene a obligación (a naides le gusta que lo obliguen a nada) y entonces abona a la confusión. Obligatoriedad, en tiempos de la Ley 1420 estaba mas ligado al poder de policía del que gozaba el Estado para hacer que los hijos/as de inmigrantes fueran a la escuela, se trataba de la construcción del Estado Nación y su proyecto de imposición normalizadora.  Pero la ley de educación 26206, del 2006, que es la vigente, plantea de otro modo la obligatoriedad. Son los Estados, nacional y provinciales quienes están obligados a garantizar la educación como un derecho social a todos/as quienes habiten en nuestra patria.

Entonces lo que Milei promueve es la naturalización del privilegio, bajo el gobierno “neutral” del mercado. Neutralidad que disimula o mejor dicho reafirma los destinos de cada quien acorde a su lugar de origen.

Quiero cerrar poniendo el foco en aquellos que Milei especialmente seduce, los pibes más jóvenes, los más humildes. Creo, se sienten cautivados menos por sus ideas que por su “perfomance de desacato”, en especial están desilusionados de las respuestas de la política y lo que más duele, las que no ofrecen las políticas populares.

Son los mismos pibes que abandonaron el regimiento de los nadies para ser arte y parte de una escuela secundaria, para convertirse en sujetos de un derecho pleno, que es vigente desde 2006, con la ley de educación nacional. Curiosamente, fueron políticas del Estado las que permitieron que las abuelas de estos pibes completaran la primaria y que Argentina fuera un faro por dicha conquista en América Latina a fines de siglo pasado. Fueron y son políticas de Estado las que rompieron las cadenas de privilegios y hostilidades hacia estos mismos pibes abriéndoles una secundaria más hospitalaria, donde son los primeros de la historia de sus familias en ingresar en dicho nivel escolar.

Es nuestra responsabilidad como adultos/as escuchar empáticamente sus desilusiones y transformarlas en el combustible para luchar y mejorar las oportunidades que ofrece la democracia. No vaya a ser que cuando cumple 40, nuestra democracia se desvanezca y con ello la democracia de las oportunidades de lugar, como ya vivimos, a la aristocracia de las oportunidades. 


El autor es Especialista en gestión y conducción del sistema educativo. Docente y asesor en educación. UBA / UnaHur Universidad Nacional de Hurlingham / ISP J.VG y UNRN Universidad Nacional de Río Negro. Ha sido preceptor, profesor y director de escuelas. Trabaja hace muchos años en docencia y formación docente. En especial en torno a la formación de equipos directivos. Ha realizado diversas publicaciones sobre escuela secundaria, autoridad pedagógica, violencia y escuela, entre otras temáticas. Está interesado en hacer mas publico el debate sobre asuntos pedagógico, por eso publica en redes sociales, medios de comunicación y tiene una columna de educación en “El Desconcierto” programa radial que conduce Quique Pesoa.