A diez meses del final del mandato de Cristina Fernández, el kirchnerismo resolvió dar por finalizada la etapa de catarsis, revisión crítica, pases de factura internos y adaptación al nuevo contexto. El clima de época, hoy, podría resumirse en dos objetivos: la certeza de que hay que reorganizarse y fortalecerse, primero, para -el año próximo- unir a todo el espacio nacional, popular y progresista en un gran frente.

Con este rumbo en el horizonte, los principales dirigentes del kirchnerismo lanzaron hace 15 días un espacio de articulación federal que se reúne periódicamente en una quinta de Villa Udaondo, Ituzaingó. Lo que prima en esas reuniones es el realismo político, la búsqueda de generosidad y amplitud, el acuerdo sobre la gravedad de la situación económica, con el descontento que eso puede ir generando entre los millones de argentinos afectados por el ajuste. Los encuentros se realizan en “Los Gurises”, una quinta facilitada por un empresario de la zona allegado al ex intendente de Morón, Martín Sabbatella. La ronda de dirigentes busca eliminar cualquier recelo y desconfianza que puede haber subsistido entre los coroneles del kirchnerismo tras el período en el que el FpV estuvo en el gobierno.

El flamante núcleo de referentes, sin embargo, tiene como prioridad dar coordinación a todos los simpatizantes y adherentes del proyecto que encabeza CFK y que no forman parte de ninguna agrupación. Esta búsqueda está en línea con una frase que suele repetir el ex ministro de Defensa, Agustín Rossi, uno de los participantes del espacio. “Hay más kirchnerismo en la sociedad que entre los dirigentes”, es el latiguillo en cuestión.

La decisión de aceitar la articulación entre los dirigentes responde además a una gran certeza, una conclusión compartida por todos los integrantes. Se trata de un diagnóstico derivado del sentido común, pero que al asumirlo plenamente implica una nueva actitud para encarar el tiempo que viene. “Somos una parte, no el todo. Siempre tuvimos claro que teníamos que hacer un gran esfuerzo para unir al movimiento nacional. Entendemos que nos tenemos que organizar mejor para colaborar con ese frente nacional que tenemos que construir, la nueva mayoría, para volver en el 2019. Porque ese es otro acuerdo: queremos que el espacio nacional, popular y progresista vuelva al gobierno en cuatro años”, señaló a Tiempo Argentino un dirigente que, por cuestiones geográficas, contribuyó mucho al lanzamiento de la mesa de coordinación de Villa Udaondo.

La idea de lanzar el nuevo espacio de articulación surgió de algunas charlas mantenidas por el diputado y dirigente de La Cámpora, Máximo Kirchner; Rossi, Sabbatella, el intendente de Resistencia y ex Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el intendente de Avellaneda y vicepresidente del Instituto Patria, Jorge Ferraresi. Desde el primer encuentro, en el que estuvieron presentes Máximo y Capitanich, se resolvió que participara un representante –o a lo sumo dos- por cada agrupación interna del kirchnerismo. También de los sectores sindicales afines. La convocatoria sumó así a Gabriel Mariotto (MILES), Héctor “Gallego” Fernández (Peronismo Militante), Víctor Santa María (Suterh), Leopoldo Moreau (Movimiento Nacional Alfonsinista), Carlos Heller (Partido Solidario), el intendente de Ensenada Mario Secco, el diputado Edgardo Depetri, Carlos Castagneto (Kolina), Jorge Rivas (Partido Socialista) y Luis D’Elía (MILES), entre otros.

En el radar de los organizadores se encuentran otros referentes a los que se pretende sumar: se trata del diputado mendocino Guillermo Carmona (Corriente de la Militancia), el senador Ruperto Godoy (La Pampa) y la entrerriana Blanca Osuna, ex intendenta de Paraná. Un interés similar circula en torno al secretario general de La Bancaria, Sergio Palazzo, de creciente protagonismo en el ala combativa de la CGT. Con Hugo Yasky, de la CTA de los Trabajadores, están tendidos puentes históricos.

Los ideólogos de este nuevo espacio de articulación del kirchnerismo advierten que la discusión electoral no debe darse antes de tiempo. Incluso se niegan a adelantar definiciones tajantes sobre una eventual candidatura bonaerense –sea a senadora, sea encabezando la lista de diputados nacionales- de la ex presidenta Cristina Fernández. “La mejor estrategia será la que se defina más cerca del momento límite para la definición. No hay que adelantar el escenario y traerlo un año antes. Hoy es el momento de construir”, subrayó uno de los anfitriones en diálogo con este diario.

Otro rasgo común del análisis refiere a la dinámica y cambiante relación entre el kirchnerismo y el resto del peronismo, cuyo espíritu movimientista hoy se expresa en tres vertientes: el peronismo kirchnerista, el peronismo clásico u ortodoxo y el massismo. “Con el kirchnerismo solo no alcanza. Pero tampoco alcanza solo con el PJ. Existe una retroalimentación, una necesidad mutua. Entendemos que la oposición al macrismo hoy es mucho más amplia que el kirchnerismo. Y existe un paisaje peronista variopinto. Ojo, el escenario político argentino es muy variable”, meditó en diálogo con Tiempo otro de los asistentes a las reuniones de Villa Udaondo, un dirigente con prosapia peronista y raigambre en el Interior.

El reconocimiento de que el kirchnerismo es un componente más –significativo, que retiene un gran apoyo electoral- de la oposición a Macri, pero no el único, es el telón de fondo que explica la (renovada) vocación de diálogo. Los referentes que suelen encontrarse cada 15 días en las cumbres de Ituzaingó dialogan con frecuencia con los intendentes del Grupo Fénix. También hay conversaciones con los del Grupo Esmeralda, a pesar de que en algunos distritos –Lomas de Zamora es un ejemplo- se produzcan cortocircuitos públicos con el intendente, en este caso Martín Insaurralde. En el kirchnerismo plantean que el acercamiento con los caciques que pusieron distancia en los últimos meses se dará naturalmente por el deterioro de la calidad de vida.

“Lo que nos va a unir es la defensa de los derechos del pueblo. El 80% de la sociedad hoy está peor que antes. En el kirchnerismo no vamos a armar algo testimonial. Sabemos que tenemos que organizar un gran frente que nos contenga a todos. Acá lo que importa no son los nombres, nuestro único límite es lo programático: la defensa de los derechos conquistados”, subrayó uno de los convocantes del nuevo espacio.

Las reuniones en la quinta “Los Gurises” se repiten como en un ritual. Largas horas de debate y análisis político, con momentos descarnados o pasionales, y un final a puro asado compartido. Los comensales no pierden el humor ni la capacidad de asombro. Tampoco la autocrítica. En la primera edición, la exposición de Capitanich -que duró más de media hora y no ahorró críticas a los senadores que habían votado el endeudamiento con los fondos buitre y el paquete de leyes que flexibiliza el manejo del Fondo de Garantía y Sustentabilidad del ANSES- despertó chistes entre los presentes: “Che, Luis (por D’Elía), me parece que el Coqui te dejó en el lugar del moderado”, fue una de las bromas que circularon bajo los árboles de Udaondo. Otro comentario, que despertó incomodidad y compromisos de modificarlo en breve, puso el foco en que el espacio de articulación que se presenta como la actualización del kirchnerismo no tenía mujeres entre sus integrantes. Eran todos varones. “Tenemos que cambiar esto”, reconocieron.