Este jueves 25 de mayo se cumplen 20 años de la asunción de Néstor Kirchner como presidente. Néstor había conseguido un triunfo muy ajustado en las elecciones presidenciales que se habían celebrado un mes antes. Es fundamental recordar el punto en el que estaba el país. Había 25% de desocupación, 54% de pobreza, la Argentina tenía el default de deuda más grande de la historia hasta ese momento. Se había producido la masacre de Avellaneda, con los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

Era además un momento de un  enorme protagonismo de las mujeres de los sectores populares. Las políticas neoliberales habían asolado al país desde principios de la década de 1990. Y sus efectos, la destrucción del empleo y la producción, lugares tradicionalmente ocupados mayormente varones, ya eran desastrosos. Las mujeres fueron entonces las que sostuvieron en red a la comunidad, al hogar. El exministro de Economía Domingo Cavallo llegó a culpar a las mujeres por el desempleo. Dijo que no había menos trabajo que antes sino que ahora las mujeres también buscaban y por eso el índice de desocupación daba más alto.

Las mujeres de las barriadas populares, además de la cuestión de subsistencia, impusieron otra agenda. Néstor, con gran decisión política, tomó lo que pasaba en este clima social. Se empezaron a debatir temas que podría considerarse de la agenda feminista. Con Néstor se comenzó el Programa Nacional de Salud Reproductiva, en 2003. Lo mismo ocurrió con la violencia por razones de género. Eran las mujeres de los barrios las que planteaban estos temas, además de la necesidad del trabajo.

A los 15 días de asumir, Néstor decidió iniciar un juicio político a la Corte Suprema que había regido durante los años del menemismo, la mayoría automática. Esa reforma tuvo un contenido muy concreto de búsqueda de paridad de género en la máxima autoridad del Poder Judicial. Por primera vez hubo dos mujeres en el Máximo Tribunal del país, Carmen Argibay y Elena Highton de Nolasco.

Se podría hacer una larga lista de las decisiones que tomó Néstor en el sentido de la agenda de las mujeres, pero hay una que fue clave: cuando dijo que el período siguiente al suyo podía ser pingüino o pingüina. Fue una decisión que generó resistencia en distintos sectores del establishment, pero también en el propio peronismo.

Cristina fue la primera mujer electa presidenta y luego logró ser reelegida para transformarse en la figura política más votada de la historia argentina luego de Juan Perón y de Hipólito Yrigoyen. Cambió la historia, entre otras cosas, porque dejó asentado que las mujeres podemos acceder a todos los espacios de poder. El movimiento feminista se fortaleció en la generación de derechos y cobró una enorme fuerza como espacio de resistencia a las políticas neoliberales.

Todo este proceso ha generado una reacción, resistencias. Las nuevas derechas tienen como uno de sus objetivos predilectos atacar los avances de los derechos de las mujeres. La crítica a la creación de los ministerios es sólo una fachada para avanzar sobre otras conquistas.

Javier Milei es misógino, racista, quiere derribar derechos laborales que costaron vidas y generaciones. Pero hay un dato que es importante destacar. Un estudio difundido hace pocos días y realizado por el Instituto Gino Germani indicó, primero, que no es tan cierta la preponderancia de la figura de Milei entre los jóvenes. Y particularmente en el caso de las mujeres mostró que más baja todavía. Sólo 1 de cada 4 seguidores de Milei es mujer. La mayoría de nosotras le decimos No a Milei. Es un dato de la política, de la fuerza para percibir lo que amenaza tus derechos y la propia vida.

Cristina dijo que por más demonización que se impulse no se logrará que el pueblo argentino piense que comer cuatro veces por día es una cuestión ideológica. Néstor nos convocaba a ser “un país normal” luego de la crisis terminal de finales de 2001. Las que mejor sabemos de la importancia de políticas públicas que ayuden a organizar la vida somos la mujeres. El 25 de mayo de 1810 el pueblo llevó la consigna de que quería saber de qué se trataba. Las mujeres sabemos de qué se trata.