La editorial Emecé acaba de publicar Cuentos completos de Adolfo Bioy Casares en una muy cuidada edición prologada por Esther Cross, quien no sólo conoce su obra en profundidad, sino que tuvo un trato personal con el escritor. La publicación de una obra completa o, como en este caso, de la publicación completa de un determinado género, no sólo tiene el mérito práctico de reunir lo disperso y facilitar el acceso a una producción literaria, sino que permite leerla o releerla en perspectiva. 

La contundencia física del volumen de los cuentos completos de Bioy ya hace posible una aproximación a su obra en este género previa a la lectura. El libro tiene casi mil páginas, lo que habla de un autor muy prolífico que no visitó el cuento circunstancialmente, aunque sus novelas sean mucho más conocidas por los lectores. 

 El volumen incluye nueve libros de cuentos publicados entre 1948 y 1997. Quedaron fuera de la edición Historias de amor e Historias fantásticas (Emecé, 1972), dos antologías que reúnen los cuentos de La trama celeste, Historia prodigiosa, Guirnalda con amores, El lado de la sombra, El gran Serafín y El héroe de las mujeres. El volumen culmina con los relatos “En la torre” y “Orfeo”, que pertenecen a una pequeña edición de 500 ejemplares numerados, con ilustraciones de Héctor Basaldúa en 1949. 

Dentro de ese denso bosque de relatos, tal como lo señala Cross en el prólogo, se agrupan materiales muy diversos: “La variación es asombrosa –afirma la prologuista-. Hay policiales cinematográficos, cuentos de tono gótico donde los edificios de departamentos toman el lugar del castillo o la mansión, aunque también hay caserones. Hay relatos fantásticos y de ciencia ficción. Hay historia de amor trabajoso y solitario, y hay historias de amor. Hay climas locos, de pesadilla, como las cárceles de Piranesi aunque en el fondo palpita el ánimo juguetón de Escher. Hay relatos que bordean lo kafkiano, donde lo importante es justamente el borde. Hay epigramas casados con cuentos breves. Todo es posible en la inmensidad de su escritura. La suma de sus cuentos puede leerse como el reflejo de esa biblioteca abierta que inauguró en la juventud. Bioy Casares buscó la expresión justa, de belleza simple, para desplegar este universo inspirado.” 

La figura de Bioy Casares es casi inseparable de la de Borges, de la de su esposa Silvina Ocampo y quizá también de la de su cuñada Victoria. Esta asociación dificulta a veces el abordaje de su obra como algo propio, sin la sombra de indefinición que proyectan sobre ella las grandes figuras de la literatura argentina de las que vivió rodeado. También en lo personal, Bioy parecería definirse en contraposición con Borges. Su figura de gran conquistador con las mujeres se contrapone al del autor de El Aleph. Otros rasgos personales de Bioy, en cambio, quedan más desdibujados. Por eso, Tiempo Argentino le formuló a Esther Cross algunas preguntas sobre su personalidad, sobre su obra cuentística y sobre el lugar que ocupa en la literatura argentina. 

“Yo iba al taller de Félix “Grillo” della Paolera –dice Cross recordando cómo conoció al autor de La invención de Morel– y Grillo era amigo de Bioy Casares. Por eso, una vez por año, lo invitaba al taller y sus integrantes le hacíamos preguntas que tenían que ver con la escritura. Se trataba de preguntas muy prácticas: cómo se le ocurría una idea, si al sentarse a trabajar sabía si lo que iba a escribir era una novela o un cuento, en qué tradición literaria sentía que estaba buceando cuando escribía, qué leía…Sólo algunas estaban referidas a su vida. Después con Grillo editamos un libro con esas entrevistas a Bioy. Para mí eso fue como un taller extra porque él participó muy activamente. No se trató sólo de desgrabar y poner un orden de capítulo a las preguntas, sino que Bioy trabajó mucho en la diferencia entre la desgrabación y el libro. No quería aparecer repitiendo cosas. Trabajaba mucho lo que podríamos llamar estilo. Lo conocí en esas circunstancias. Yo iba y venía de Grillo a él con el material del libro.” 

Acerca de las características personales de Bioy, dice: “Era una persona muy generosa y muy entusiasta. Realmente vivía para la escritura. Recuerdo que me recibía en su escritorio, una habitación enorme con una  biblioteca gigante. Si surgía alguna discusión o algún problema con alguna cita de este libro de entrevistas, dejaba todo lo que estaba haciendo, buscaba y solucionaba el problema. Tenía una gran generosidad intelectual, se apasionaba con lo que hacía y era alguien tremendamente tímido. En esa época todavía no salían muchas entrevistas a escritores por televisión. Recuerdo que en una oportunidad le iban a hacer una y Grillo se quedó con él, detrás de cámara para apoyarlo y que hablara tranquilo. Fui muchas veces a su casa y me impresionaban sus intercambios con Silvina Ocampo. Ella entraba al escritorio y hacía comentarios relacionados con la literatura. Mis recuerdos de él tienen que ver con ese tipo de cosas. Fui mucho a su casa pero no puedo decir que haya sido su amiga.” 

En cuanto a su entorno más cercano integrado por Borges, Silvina y Victoria Ocampo, Cross opina: “A mí me parece un escritor excelente y no sé si se lo valora en toda su dimensión. Algunas novelas de él como El sueño de los héroes y La invención de Morel cambiaron el rumbo de la escritura en la Argentina y en el mundo. Lo mismo sucede con sus cuentos. Estaba un poco eclipsado por las figuras que lo rodeaban. No contaría a Victoria Ocampo entre ellas porque ella fue una gran figura que produjo un movimiento cultural importantísimo, innegable, pero no ocupaba cerca de Bioy el mismo lugar que Silvina o Borges. Me parece interesante en relación con esto, la existencia de otro Bioy, un Bioy secreto que tiene que ver con el hecho de estar un poco en la sombra por las figuras que lo rodeaban. Ese Bioy secreto es el que escribe Borges, un libro que no sé si hubiera escrito de no mediar esa sombra. Mucha gente lo considera un libro espantoso como gesto entre ellos. También hay colegas que lo condenan por el tono de la charla entre ellos y por la forma en que juzgaban a otros escritores. Creo que esas son  tipo de consideraciones, pero como obra, el Borges de Bioy es insoslayable. Algo de eso dijo Juan José Becerra cuando se abrió el Filba el año pasado. En ese libro de Bioy está toda la literatura argentina y es un poco el desquite, la obra secreta del tímido.”

 “Es muy interesante leer todos los cuentos tal como aparecen en sus Cuentos Completos –afirma Cross refiriéndose a la obra que prologó- porque en general se conocen de él los cuentos que pasaron a ser canónicos, cuentos que tienen que ver con lo fantástico. Pero cuando lees todos los cuentos te das cuenta de que en ese género él experimentaba mucho. Para él las novelas eran un viaje largo por lo que estructuraba mucho el plan para escribirlas. Eso implica la existencia de algunas restricciones. En el cuento, en cambio, como el viaje es más breve, él se permitía muchas más libertades. Esas libertades las percibí en todos sus cuentos que son muy diferentes entre sí. En este sentido, creo que como cuentista era menos racional que Borges. Hay cuentos de Borges que tienen la precisión del ajedrez. Bioy, en cambio, tiene algo más cinematográfico. Ambos son muy distintos.”

 Respecto de la escritura del prólogo de los Cuentos Completos, dice: “Para mí fue un gran desafío y también una gran responsabilidad. Bioy es un escritor que admiro y prologarlo implicó leer todos sus cuentos en continuado, leer como una unidad textos que uno ha leído de manera fragmentaria, discontinua. El orden cronológico que propone la obra completa es una forma distinta de lectura. Leyendo de ese modo me encontré con un Bioy menos clásico, mucho más experimental, con mucho más humor.” 

Los Cuentos Completos de Bioy Casares se integran en una colección de la obra cuentística completa de autores como Juan José Saer, Silvina Ocampo, Haroldo Conti, Horacio Quiroga, Roberto Arlt, Mario Benedetti, Isidoro Blaisten. Todos los volúmenes están prologados por reconocidos escritores y constituyen un verdadero documento del desarrollo del género breve en el Río de la Plata.