El gobierno de María Eugenia Vidal va camino a la segunda paritaria docente que, en el año electoral, marcará la suerte del ciclo lectivo que arranca el 6 de marzo. Llega a la mesa con un antecedente: el aumento del 18% en cuatro cuotas que acordó en diciembre con los gremios estatales para todo 2017, con una cláusula gatillo atada a la inflación. Los docentes ya avisaron que rechazarán un incremento similar y que, además, quieren rediscutir el poder adquisitivo perdido en 2016.

En diálogo con Tiempo, el director general de Cultura y Educación, Alejandro Finocchiaro, asegura que habrá convocatoria en los próximos días, admite que los maestros terminaron el año «un par de puntos abajo» del 34,6% otorgado el año pasado y que están dispuestos a discutirlo en la mesa. Rechaza, sin embargo, que puedan otorgar un 30% -como piden los gremios- porque dice que la provincia «sigue estando quebrada».

–¿Cuándo van a convocar a los docentes?

–En los próximos días. Siempre las paritarias empiezan en febrero porque, además, los gremios para empezar a hablar en serio de plata esperan la inflación de enero y otras variables, pero la convocatoria va a salir en los próximos días.
–¿Qué cambia ahora que no hay paritaria nacional?
–Cuando el presidente Néstor Kirchner estableció la paritaria nacional tras el conflicto de los docentes en Entre Ríos, ni bien asumió, fue un símbolo fuerte y poderoso igual que la ley de financiamiento educativo. Creo que ahora lo más acertado fue lo que hizo el ministro de Educación, Esteban Bullrich, que decidió que ningún docente en la Argentina puede ganar menos que el Salario Mínimo, Vital y Móvil más el 20 por ciento. Nosotros tenemos entre 270 y 280 mil docentes, imaginen lo pesado que es para la provincia cada punto paritario.

–¿Es decir que les facilita la negociación?

–Creo que sincera lo que cada jurisdicción puede pagar, en el tiempo en que lo puede pagar, habiendo establecido un piso. Ningún docente en el país puede ganar menos que eso y, de hecho, es un índice objetivo. A partir de ahí se negocia.

–Los gremios dicen que primero hay que cerrar la discusión 2016 porque tuvieron una suba del 34,6% y la inflación fue de más del 40 por ciento. ¿Van a compensar esos puntos?

–Terminaron un par de puntos abajo… El año pasado hubo una cláusula de monitoreo y el problema que tuvimos fue que el Indec comenzó a dar sus estadísticas a mitad de año, con lo cual la discusión que nos quedó pendiente fue la de esos primeros seis meses. Ahora nosotros nos vamos a sentar en la mesa paritaria con la mente muy abierta y vamos a discutir todo lo que haya haya que discutir con un ánimo templado, reflexivo y sereno.

–¿Están dispuestos entonces a discutir esa pérdida?

–Nos vamos a sentar en la mesa a discutir todo lo que tengamos que discutir porque queremos que el 6 de marzo empiecen las clases.

–¿Les van a ofrecer el 18% anual como a los estatales?

–Estamos trabajando en la propuesta. No la voy a anticipar; puede tener algunas características similares al aumento estatal. Tenemos la reunión de los gobernadores en la que seguro van a establecer pautas mínimas entre ellos ahora que no habrá pauta nacional. Estamos trabajando, pero esperando esas pautas.

–¿La provincia está en condiciones de pagar un aumento del 25 o 30% como reclaman los gremios?

–La provincia no está en condiciones de pagar un 30% porque sigue estando quebrada. Han mejorado algunos indicadores y seguimos tomando endeudamiento, quizás la diferencia es que antes esa deuda iba a gastos corrientes y hoy se está poniendo todo en obra pública. Si los gremios vienen a pedir un 30% no hay vocación de cierre.

–¿Cómo piensan que va a ser esta paritaria?

–Tenemos que tener el espíritu muy abierto. La paritaria docente tiene algo que la hace única en el mundo: es una paritaria donde la parte débil es el empleador y no el trabajador. ¿Por qué? Porque los gremios tienen un poder de presión enorme que es el no inicio de las clases y encima es una negociación que hay que cerrar en una fecha determinada sí o sí. Es una paritaria en la que el Estado, no importa de qué signo sea el gobierno, es la parte débil.

–¿Confían en que van a empezar las clases?

–Siempre tenemos confianza. Está el condimento de que es un año electoral y los gremios suelen aprovechar eso. Tenemos mucha vocación de cerrar. Lo que no vamos a hacer es comprometernos a pagar lo que no podemos pagar como hizo Scioli en su último año de gestión: dio un aumento que costó lo mismo que la Nación tuvo que transferir como adelanto de coparticipación a Vidal para pagar salarios y aguinaldos de diciembre de 2015. Lo que estoy diciendo es que el aumento que dio Scioli en 2015 no se podía pagar. Nosotros no vamos a poner a la provincia en una situación de quiebre porque estamos saliendo de eso.

–¿Y cuánto es lo que pueden pagar?

–Se van a enterar cuando hagamos la propuesta. No vamos a adelantarlo por respeto a la contraparte sindical.

El estado de las escuelas, la cobertura de cargos, la capacitación docente, el ausentismo son temas recurrentes cada año y en cada mesa paritaria. Finocchiaro dice que es necesario «sincerar» muchas cosas en el sistema educativo bonaerense. Habla del alto nivel de ausentismo de los maestros, dice que «es más alto que incluso en otras profesiones insalubres» y que es una discusión pendiente con docentes y gremios. Pero además revela que no saben con exactitud cuántos alumnos concurren a las escuelas públicas de la provincia. «No tenemos con exactitud -como no teníamos la cantidad de los edificios escolares- la nominalidad: nombre, apellido, DNI, si comen en el Servicio Alimentario Escolar, qué necesitan. Acá durante muchos años pasó algo: como se suponía que no había inflación, para justificar que el SAE se pagara $ 6 en muchos casos se les decía: «Agreguen chicos y les doy el doble.»

–¿Y se agregaban alumnos ficticios o que abandonaban la escuela?

–En todo caso es lo mismo o no, pero lo que nosotros queremos saber es cuántos hay, si comen, si no comen. Esa información no la tenemos.
–O sea, ¿no saben cuántos alumnos van a clase?
–Y cuáles son, eso es lo que no sabemos concretamente. Podría decir que tenemos 3,3 millones. Si hubiera un margen de error del 5%, estamos hablando de 160 mil personas. Cuando en CABA se empezó a entregar la computadora del Plan Sarmiento se descubrió que el 7% de la matrícula de la primaria estaba inflada. Lo que se llaman alumnos de palo. Si eso se replicase acá estamos hablando de 200 mil personas y si estamos volcando recursos en 200 mil chicos que no existen nos gustaría volcarlos en todos los que sí existen. «