Después de casi diez años en Estados Unidos, a principios de 2014 Hernán Iglesias Illa regresó a Buenos Aires para trabajar en la Fundación Pensar y en la campaña presidencial de Mauricio Macri. «Hay momentos en los que uno se tira a la pileta y fue eso. No sabía bien qué iba a pasar. Macri estaba tercero bastante lejos en las encuestas, pero la experiencia me parecía interesante y creí que valía la pena volver al país», recuerda el periodista. Hoy trabaja junto a su amigo Marcos Peña como coordinador de Comunicación Estratégica del gobierno, una de las áreas que más atención demanda en el macrismo. A un año del triunfo de Cambiemo, Iglesias Illa reconstruye el duelo electoral y hace un balance del primer tramo de gestión.

–¿Cómo es trabajar en una campaña presidencial?

–Es una montaña rusa de emociones porque hay millones de noticias ocurriendo todo el tiempo y encima uno tiene que aislarse. La consistencia del mensaje y de nuestra manera de hacer las cosas fue muy importante para nosotros. Mantenernos con un rumbo bastante fijo de lo que queríamos hacer implicaba no prestarles tanta atención a los rumores o presiones externas. Eso es un esfuerzo mental muy importante. Hay que, incluso, encontrar una fortaleza para sentirse seguro de sí mismo y aprender a prestarle menos atención o a resistir la cantidad de información que hay.

–¿Es prestarle menos atención a las informaciones, no leerlas o no creerlas?

–Si estás atento a todo lo que se publica, incluyendo redes sociales, tu cabeza empieza a trabajar en una velocidad que es demasiado rápida como para tomar decisiones buenas. Uno de los aprendizajes de este año fue el día de la «Triple fuga», al principio de la gestión. El gobierno anunció la detención de los tres prófugos cuando en realidad era solo uno. Nos dimos cuenta de que nos habíamos contagiado de la velocidad de los canales de cable y de las redes sociales. Y de que ahora éramos el gobierno y podíamos tener nuestra propia velocidad de cómo gestionar un tema así. Podíamos haber esperado cinco o seis horas. Son cosas que se aprenden con el tiempo. Si vas a la velocidad de las cosas que se publican, eso te impide tomar la mejor decisión.

–»Campaña del miedo» fue una de las frases que utilizaron desde Cambiemos para desacreditar las críticas del kirchnerismo. Sin embargo hay varias de esas acusaciones que parecen haberse cumplido…

–La campaña del miedo es más un estilo que otra cosa y creo que, en ese caso, el nombre estaba bien puesto. Es más generar una situación en contra de otro candidato que impulsar al candidato propio. Yo creo que funcionó, a pesar de que como Scioli perdió quede otra sensación. En los últimos diez días antes del balotaje Scioli creció. En la campaña acertamos varios diagnósticos, pero hay un par de cosas que no supimos ver. Otra de las cosas que no percibimos correctamente fue la supervivencia de la candidatura de Sergio Massa, pensábamos que se caía después de las PASO y aguantó muy meritoriamente hasta la primera vuelta.

–¿Cuánto hubo de aciertos propios y cuánto de errores ajenos en el triunfo de Macri?

–En toda elección hay una combinación de ambas cosas. Es muy difícil analizar por qué se da un resultado. Este año se consolidó una narrativa de que era fácil ganar, que a Aníbal (Fernández) le ganaba cualquiera, que Scioli era un mal candidato, pero eso no es lo que se decía el año pasado. De Aníbal puede ser que sí, pero él ganó una interna. Hubo muchas cosas novedosas que ocurrieron con el triunfo de Cambiemos. Estamos satisfechos con nuestra campaña. Logramos generar una mística de voluntarios alrededor de la figura de Mauricio Macri que fue muy importante. En el Conurbano hubo decenas de miles de fiscales de otros distritos. Hubo muchos ingredientes que fueron mérito nuestro. Pero también hay un poco de suerte. Negar la suerte es un atajo a la arrogancia.

–Durante este año el gobierno logró consensuar varios paquetes de leyes en el Congreso apoyado en fuerzas, como el massismo, que en 2017 serán rivales. ¿Qué comportamiento opositor esperan en el Parlamento?

–Este año fue muy exitoso para el Congreso en general. Creo que fue el más activo de los últimos años. Hubo debate y participación de varios bloques en la redacción de las leyes. Esperemos que el año próximo se mantenga algo de este espíritu. Cuando sube la temperatura electoral la gente se siente tentada de hacer ciertos cálculos. Pero si somos abiertos y generosos a la hora de presentar nuestras iniciativas podremos seguir contribuyendo a nuevas leyes que le sirven al país. La mayoría de los diputados coinciden en el diagnóstico y en la dirección a la que queremos ir.

–En varias oportunidades el PRO recurrió a figuras externas a la política, ¿volverán a hacerlo el año próximo?

–La intención de Cambiemos siempre es seguir creciendo e incorporando dirigentes, vengan o no de la política. De la actividad privada o el mundo de la cultura.

–¿Cuáles son las medidas más relevantes que tomaron como gobierno?

–Son muy importantes los avances que hicimos, subidos a lo que había hecho el gobierno anterior, en la dirección del ingreso universal para los niños y los adultos mayores. El gobierno anterior había dejado un sistema por el cual casi todos los niños tenían acceso a la AUH. Nosotros lo seguimos ampliando y lo extendimos a los hijos de los monotributistas, extendiéndosela todo el año a los trabajadores temporarios y saliendo a buscar a un montón de chicos que por diversas cuestiones no la recibían. La pensión universal para adultos mayores y la reparación histórica a jubilados serán dentro de muchas cuestiones basales del Estado de Bienestar argentino. La tarifa social para servicios públicos, en un contexto de inflación, también va a ser reivindicada como una de las medidas más importantes de este año.

–A la distancia y fuera de la campaña, ¿eran tan malos los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández como decían desde Cambiemos?

–Yo creo que fueron empeorando. Creo que de los tres gobiernos el de Néstor es el mejor, el primero de Cristina es el segundo mejor y el tercero de Cristina es el peor. Y creo que sobre todo hacía varios años que habían perdido una hoja de ruta para mostrarles a los argentinos hacia dónde ir. Los primeros años tenían un montón de iniciativa y había un modelo que más o menos funcionaba. En el segundo mandato de Cristina no estaba claro a dónde querían llevar a la economía argentina en general, a la democracia argentina. Ahí había una falta de estrategia sobre el rumbo que la gente fue percibiendo cada vez más y más.

–La «lluvia de inversiones» o el «segundo semestre» fueron conceptos propios que ayudaron poco al gobierno. ¿Por qué los emplearon?

–Son parte de la gran conversación de los temas públicos de Argentina. Nosotros creemos que la expresión «segundo semestre» tomó vida propia más fuera del gobierno que dentro del gobierno. En nuestra propuesta, en la segunda mitad del año iba a bajar sensiblemente la inflación y creo que lo estamos cumpliendo. También que iban a pegar una curva ascendente la economía y el empleo.

Todavía estamos a tiempo de cumplir las dos cosas: la economía dejó de bajar y el empleo empieza a mostrar números positivos. Creemos que el inicio de la recuperación va a ocurrir este año. «