El debate oral del Juicio Brigadas sobre delitos de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura cívico militar en las zonas de Banfield, Quilmes y Lanús continuó este martes con la declaración del nieto recuperado Pedro Nadal García, quien conoció su identidad en 2004. También testimoniaron la sobreviviente Susana Capobianco y Silvia Cartasso, compañera de militancia de Hilda Magdalena García, madre de Pedro.

La primera  testigo fue la sobreviviente Susana Capobianco, ex militante de la JP. Contó que un grupo de tareas llegó el 27 de enero 1977 a su casa de Bernal preguntando por otro compañero de la organización y llevaron a una conocida de la facultad, quien le contó como había sido torturada.

Su compañero fue llevado por los secuestradores a buscar al compañero (Rudy) que estaban buscando, quien llegó por sus propios medios a la casa para buscar un vestido de su esposa. Cuando llegó, fue golpeado e interrogado, mientras que los demás quedaron en el comedor. Destacó las torturas psicológicas y las amenazas producidas en la vivienda, antes del traslado al Pozo de Quilmes.

Cristina, su pareja y ella fueron llevados juntos. “Por debajo de la venda, veo que anotan datos en un libro, alguien me toma de los pechos y otra persona le dice ´no, a esa no´. Subo por una escalera, me meten en un calabozo en el que había solamente un colchón y dejan la puerta un poco abierta. El lugar tenía una forma de L, yo me quedo en los primeros calabozos pero al rato escucho la voz de Cristina, que se encuentra con su mamá. Se sentía culpable porque habían levantado a gente a través de sus dichos en las torturas”, recordó. También le contó que fue violada muchas veces.

Hugo, su pareja, y ella fueron liberados inmediatamente. “Las compañeros dijeron que era una casa de paso, que había torturas pero las casas de tortura eran otras”, mencionó. De acuerdo al relato, más allá de los golpes, ninguno recibió torturas como picana. Tras recuperar la libertad, viajaron a Mar del Plata y pudo volver recién en agosto.

“No sé nada, no pares. Seguí caminando”, le dijo la madre de Cristina cuando se la cruzó por la calle en 1978. Sigue desaparecida.

Silvia Cartasso fue la segunda testigo, quien declaró en La Plata. “La discusión política estaba a la orden del día en nuestro grupo, todos de la Facultad de Agronomía. Había chicos simpatizantes del PRT, con distinto nivel de compromiso”, explicó. La casa en la que se reunían pertenecía a Miguel Riveros, precisó la mujer oriunda de Vicente López.

Teníamos muy presente lo que era la represión, que estaba prohibido ser peronista. Todos sabíamos que no podíamos decir nuestros nombres o datos personales”, remarcó la mujer, quien enumeró a varias personas que fueron desaparecidas. Mencionó también una casa en Adrogué, a la que iba a encontrarse con otros compañeros los domingos. Se alejó del grupo por diferencias en torno a las acciones que el grupo iba a tomar y se fue a Uruguay.

“En diciembre del 76 allanaron la casa de Vicente López y se llevaron a Riveros, que está desaparecido. A Eloísa Castellini la fueron a buscar esos mismos días al jardín en el que trabajaba”, precisó, y mencionó que tuvo a su beba en el Pozo de Banfield.

Y relató: “A mi gran amiga Isabel Acuña, al marido Oscar Gutiérrez, a la hermana de Isabel, Eva, y su marido, que era Hugo, se los llevaron. Isabel estaba embarazada de siete meses, a la hija de Isabel la recuperaron, estaba en manos de un policía del Pozo de Banfield”. “Claudio Logares y Mónica Grispon de Logares, de la Facultad de Agronomía, también se los habían llevado y que la hijita, Paula, apareció mucho tiempo después, había sido apropiada por un policía de Banfield”, apuntó.

“A Gabriel Porta se lo habían llevado porque había denunciado que la intervención de la universidad estaba vaciando el centro de estudiantes”, explicó, y apuntó: “Me enteré que a Claudio Casoy lo habían matado, creo que llegó muerto a la ESMA”.

Guillermo San Martín también desaparecido, muerto en Monte Chingolo. A Jorge Iriarte también se lo llevaron y años después, leyendo un recordatorio en Página 12, me enteré que la hija de Eloísa estaba viva y buscaba a su hermano”, explicó. “En Guernica, mataron a Batata Sánchez, a Carlitos, un nene de 2 años, y lo último que se supo de Hilda (Magdalena García) es que la vieron corriendo, con un nene en brazos. Fue muy impactante saber todo esto”, amplió. Precisó que en la búsqueda encontró la partida de “un Luis Ferián”, que le llamó la atención y finalmente, se confirmó que era su hijo.

Pedro Luis Nadal García fue el siguiente testigo. “Mi caso está resuelto de alguna manera. Hoy estoy en representación de mi mamá. Ella no se puede defender, se lo negaron así que voy a hacer lo posible por contarlo de la mejor manera”, señaló en el comienzo del testimonio ante el TOF 1 de La Plata.

En febrero de 2003 la Filial La Plata de Abuelas de Plaza de Mayo presentó la denuncia ante el Juzgado Federal N° 3 y se ordenó realizar la pericia genética. El joven accedió a realizarse los análisis y el 26 de octubre de 2004 los resultados confirmaron que se trataba de Pedro. Se reencontró con su padre, su hermano y el resto de su familia. El 29 de octubre de 2004 la justicia le restituyó su verdadera identidad. Allegados a los apropiadores declararon en la audiencia pasada.

Explicó el proceso judicial que lo llevó a hacerse el ADN. “Conocí a las Abuelas (de Plaza de Mayo). Conocí a Estela, Coti, Claudia -directora de la Conadi- y me explicaron quién era. Me mostraron las publicaciones que había sobre mí, sobre mi madre, me explicaron que me estaban buscando desde hacía muchísimo tiempo. Mi viejo me buscó desde siempre, desde la cárcel y luego desde su exilio”, mencionó.

Me explicaron que mi madre había sido secuestrada en Guernica junto conmigo, que había sido llevada a Banfield y nunca apareció”, dijo, al tiempo que precisó: “Yo fui apropiado por el policía Luis Alberto Ferián, de la Brigada de Investigaciones de Quilmes”.

En ese marco, mencionó: “La historia que me contaron siempre fue que me habían abandonado y por eso yo vivía con Yolanda como hijo adoptado”, dijo, aludiendo a los apropiadores. “En el medio, cambia la historia y deja de haber un abandono, me dice que mi madre había muerto en el parto. La última historia fue que no me había abandonado, sino que mis abuelos la obligaron a darme en adopción”, apuntó.

Detalló el momento de contarle a su apropiadora, momento en que ella le entregó un bolsito con las cosas de bebé con las que había llegado. Nunca más pudo hablar con ella del tema, pero sí pudo reconocer a su madre, Hilda, a partir de una foto que Ferián tenía en su billetera. También habló con el hermano de Yolanda. “Dejé de sentir culpa, deudas, remordimientos. No pensaba en proteger a la viejita porque era partícipe más que necesaria de todo esto”, admitió. Mencionó que Yolanda había pedido otro niño, un año antes, cosa que ocurrió, pero “lo devolvió porque era terrible”.

Mencionó que Elba López, María del Carmen Suárez y Olga Arredondo “tienen mucho para aportar” pero puso en duda que tuvieran intenciones de hacerlo e incluso consideró que pueden saber el recorrido de su madre a partir del secuestro. Mencionó, entre otros, a Pedro Ferián, quien le dijo que “había llevado a niños y niñas a un pueblo en Rosario”, cosa que no declaró después.

Calificó como “insultantes” los discursos negacionistas y valoró el trabajo de Abuelas y el avance científico que permite cruzar datos para recuperar la identidad de los cientos de niños apropiados durante los años mas oscuros de la hustoria de nuestro pais.

Su tercera hija, Magdalena, fue la primera que nació con la verdadera identidad. “Leandro y María Victoria tuvieron que recuperar la identidad junto conmigo, en los papeles y lo que conlleva el arrastre de esta historia”, remarcó. “Cuando uno recupera la identidad, la recuperan todos”, finalizó