Este martes se realizó una nueva audiencia del juicio Brigadas, en el que se juzgan crímenes de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de detención conocidos como Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y Brigada de Lanús.

Declararon los sobrevivientes Juan Miguel Bougnet y Hugo García; Amanda Cuevas, hermana de César Maza, desaparecido; allegados al apropiador de Pedro Luis Nadal García; y Mónica Rúa, hija de dos sobrevivientes que estuvieron en Quilmes pero ya fallecieron.

La vida de Pedro Luis

La primera en declarar fue María del Carmen Suárez, vecina de Luis Alberto Ferián y Yolanda Franceso, apropiadores de Pedro Luis Nadal García. “Para mÍ siempre fue biológico, hasta que me enteré. En un momento, ellos se fueron de vacaciones unos meses y después volvieron con su bebé”, aseguró la mujer. Al ser consultada sobre si tenía conocimiento del robo del bebé a detenidos desaparecidos, sostuvo: “Yo no lo puedo asegurar”.

Pedro Luis nació el 29 de mayo de 1975 en Resistencia, Chaco, tras el secuestro de su padre Jorge Adalberto Nadal. Hilda García y sus dos pequeños hijos se encontraban viviendo en la localidad de Guernica junto a otros compañeros de militancia cuando fue secuestrada en la calle junto con Pedro Luis de apenas 10 meses de vida. Su otro hijo, Carlos, fue entregado por los compañeros a los abuelos paternos.

El padre de los niños fue liberado en el año 1979  y se reencontró con su hijo Carlos. Desde su exilio en París, Francia, formuló la denuncia sobre la desaparición de Pedro que hizo llegar a Abuelas de Plaza de Mayo. En octubre de 2003, se realizó un análisis inmunogenético en el Banco Nacional de Datos Genéticos y confirmó su identidad. Hilda continúa desaparecida.

Un matrimonio con dos chicos

Olga Arredondo, cuñada de Ferián, fue la siguiente en declarar y precisó que trabajaba en la DDI de Quilmes. “De parte de su matrimonio sí tenía hijos y con Yolanda tenía a otro, Luchi”, respondió ante la consulta de la querella de Abuelas de Plaza de Mayo. “No, no era hijo biológico”, respondió ante la consulta.

“Me había comentado que estaba (su cuñado y otro compañero) en la puerta de la Brigada, cuando detuvieron un auto. Había un matrimonio con dos chicos, a los cuatro los llevaron a la Brigada y alguien les dijo que los llevaran a La Plata y dejaran a los chicos en la puerta de la iglesia. Mi cuñado se los trajo”, precisó la mujer, quien detalló que conocía a un médico (era el padrino de uno de sus hijos), que mencionó como Bergés, lo ayudó para anotarlo con su apellido.

juicio brigadas

No me encontraron y prendieron fuego la casilla

Juan Miguel Bougnet, sobreviviente, fue el siguiente testigo. Era militante de la Juventud Guevarista. Fue secuestrado el 26 de mayo de 1975 en la zona de Campana. “Fue en un tiempo donde había mucha represión en la zona, habían llevado algunos delegados de las distintas fábricas de Campana o activistas gremiales. Se había lanzado un operativo que se llamó Riberas del Paraná, andaban muchos carros de asalto y patrulleros, habían venido de afuera y operaban en la zona. Ya había mucha gente detenida y otras que habían allanado sus casas”, detalló.

“Me fueron a buscar a mi casa, una noche en la cual todavía no había llegado, reventaron la puerta de una casilla que alquilaba. Me di cuenta por la puerta rota y me fui. Volví al otro día para retirar algunas pertenencias y me di cuenta que me faltaban algunas poquitas cosas de valor, porque mi condición era bastante pobre. Decidí irme y a la otra noche volvieron a buscarme y como no me encontraron, directamente prendieron fuego la casilla“, describió. Vivía junto a su mujer de entonces y dos hijos, Juan Eduardo y Leonardo Javier.

Se fue a Entre Ríos, donde tenía familiares. A los dos meses, volvió y fue allí cuando fue detenido el kilómetro 70 de la colectora de Panamericana. “Me llevaron a un destacamento de Policía que le llamaban La Güemes y ahí me tienen seis días. Me daban tortura casi todos los días con la picana eléctrica”, contó, y brindó detalles de esos episodios, se la aplicaban en la boca, los oídos, los testículos y por el ano. “La tortura era algo insoportable, imposible de describir, hay que vivirlo para saber de que se trata”, apuntó.

Luego, fue trasladado a la Brigada de Quilmes. “Me ponen con otra gente en un calabozo con rejas, donde había presos comunes, que recibían alimentos y alguna fruta. Por ahí nos pasaban y compartían algo porque los familiares de los que estábamos detenidos no tenían noticia de nosotros. A los días se empezaron a enterar”, recordó. Posteriormente, fue a Sierra Chica. “Ya había detenidos por razones gremiales y políticas”, sostuvo.

Recordó que luego fue trasladado, junto a los otros presos, en aviones Hércules a La Plata en 1979. “Después de un tiempo, me llevan a la cárcel de Caseros y después de un tiempo también levantan la cárcel, porque tenía muchas denuncias, y me vuelven a llevar a La Plata, pero esta vez a los pabellones de la muerte. Después de ahí, habrán sido meses, me llevan al penal de Rawson”, detalló a continuación. Estuvo menos de un año hasta que volvió a Devoto, donde estuvo hasta fines de 1983, cuando recuperó su libertad.

Por amar la libertad

Hugo García, también sobreviviente, declaró a continuación. “Fui privado de la libertad en el año 1977, 13 de diciembre. Estando en la zona de Claypole, había un operativo de la fuerza combinada en la avenida Monteverde y yo tenía un bibliorato de mi partido (militaba en el Partido Comunista). Me descubrieron y me bajaron del colectivo 160”, contó. Fue trasladado a la Comisaría local y al día siguiente, lo llevaron -vendado y maniatado- a otro lugar “donde empezó la agresión física”.

Escuchaba llantos, gritos. Estaba en una sala de espera de torturas”, mencionó. Estuvo cautivo en el Pozo de Quilmes. Fue liberado 10 días después. “Me costó mucho. No entendía porqué por amor a la vida, por amar a la libertad, defender a mi país y mi pueblo. Quiero señalar que me recuperé por toda la ayuda de la familia y los compañeros de trabajo, pude volver a la militancia sindical. Volver a insertarme me ayudó”, concluyó.

Lo esperábamos a almorzar

Amanda Cuevas fue la cuarta testigo. Es la hermana de César Maza, desaparecido. “Él militaba en Montoneros, trabajaba y desapareció el 17 de octubre de 1976. Era el Día de la Madre, los estábamos esperando para almorzar y en el camino, lo detuvieron”, precisó.

Estuvo detenido en la Comisaría de San José, de acuerdo al relato, pero no conoce el destino final. Sí pudo reconstruir que estuvo detenido en el Pozo de Quilmes. “Fue una destrucción total”, aseguró la mujer al dar cuenta del después de la pérdida.

Un mundo de gente entró a la casa

Mónica Rúa fue la último testigo de la audiencia 110 del Juicio Brigadas. Es hija de Juan José Rúa y Erna Silva. “Yo estaba en primer año de secundaria en 1976, mi mamá tenía inclinaciones políticas, tenía una militancia no completa, porque no tenía el tiempo suficiente para dedicarse de lleno a la militancia pero colaboraba con muchas personas que en este momento están desaparecidas”, recordó. “Mamá estaba luchando por sus ideales”, apuntó.

“El 14 de octubre de 1977, a las 23, se escucharon ruidos de autos y en golpes en la puerta de casa”, explicó la mujer, quien precisó que “un mundo de gente” entró en ese momento. Todos eran hombres y no tenían uniforme.

Ella y su padre fueron obligados a tirarse al piso boca abajo mientras eran apuntados con armas de fuego, y su madre apareció en la sala. Les hicieron preguntas sobre sus identidades y lo único que encontraron es un revólver declarado de su padre y un rifle de caza de su abuelo, precisó. Se los llevaron a los dos.

Estuvieron juntos en el Pozo de Quilmes y la comisaría de Valentín Alsina. Su padre fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata y luego a Caseros, mientras que ella fue a Devoto. Ambos (hoy fallecidos) recuperaron su libertad en 1980. “Sé que papá quería dar testimonio pero ya había fallecido cuando lo llamaron”, sostuvo.