La frase «hay 2019» fue pronunciada por el gobernador puntano, Alberto Rodríguez Saá, pero parece haber tenido más efecto dentro del macrismo que en el peronismo. 

El gobierno pisó el acelerador y comenzó a instalar un clima de armado electoral sumamente prematuro. Los motivos de esta decisión de comunicación son múltiples. La necesidad de mostrar un proyecto de poder de largo plazo no es exclusiva de Cambiemos sino de cualquier gobierno. De todos modos, fue sorpresivo que, cuando todavía faltan 19 meses para las elecciones, no se hubiera elegido como eje discursivo el clásico «falta mucho», acompañado de su inseparable frase: «Ahora hay que ocuparse de gestionar». 

Nota al margen: quizás una oposición más afilada y ordenada podría haber aprovechado este giro comunicacional  para afirmar que «en lugar de pensar en 2019 deberían ocuparse del país». 

Otra lectura sobre los motivos de este apuro es la interna de Cambiemos, que ciertamente no es entre los partidos que conforman la coalición sino entre las principales figuras del PRO, el presidente Mauricio Macri y la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, que hace varios meses que acentúa su propio perfil. No es un dato menor que Vidal no se subió a la oleada de expresar pretensiones reeleccionistas. Mantuvo un marcado silencio sobre el tema. 

Cambiemos es un proyecto político que considera a la comunicación el centro del universo. Por eso es que en esta interna hay preguntas centrales: ¿quién gana la batalla de aceptación en la base electoral del oficialismo, Macri o Vidal? ¿Cuáles son las debilidades y fortalezas de cada uno? 

«La ventaja que la gobernadora tiene sobre el presidente es que no se llama Macri», disparó la encuestadora Analía Del Franco. «Lo del apellido no lo digo por el nombre sino por lo que implica respecto del origen social. Ella se parecerse un poco más a la mayoría de las personas». «Además –agregó–le ganó en la provincia de Buenos Aires al peronismo y eso pesa mucho». 

El sociólogo Carlos de Angelis, en este juego de las debilidades y fortalezas, tuvo una visión similar. «Viene de un mundo diferente, no de la Patria Contratista. Tiene un dramatismo narrativo personal de estilo peronista. Ha construido un relato sobre sí misma. En eso, si querés, puede compararse con Cristina». 

Respecto de Macri, los dos analistas señalaron que claramente su ventaja está en que para los votantes de Cambiemos «él es el jefe de este espacio y tiene más experiencia de gestión porque estuvo ocho años gobernando la Ciudad».  

Una incógnita inexorable es si la gobernadora puede despegar su figura del fracaso de la política económica impulsada por el gobierno desde el inicio de su mandato. 

«La imagen de Vidal se mueve a tono con la de Macri –sostuvo Hilario Moreno, director de la consultora Dicen–. Ella no está emancipada. Si le sigue yendo mal al gobierno, puede intentar emanciparse, pero hay que ver cómo le va y si la gente le cree. Además hay un tema de instalación nacional. Vidal no es muy conocida fuera de la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal, en cambio Macri sí. Y para el núcleo duro de Cambiemos el candidato tiene que ser el presidente».

¿Pato rengo? 

Al inicio de esta nota se mencionó que el gobierno salió a instalar la reelección del presidente esta semana. 

«Hay un síndrome de pato rengo un poco prematuro –sostuvo De Angelis–. Se explica sobre todo por el fracaso de la política económica, que genera una sensación de inestabilidad. Se planteó una triple reelección y Vidal se quedó en silencio». 

Del Franco coincidió en que el gobierno siente que presidente «está débil. Quieren generar expectativas y dar una sensación de continuidad. De este modo parece que él sigue teniendo vocación de poder. Ellos tienen que luchar contra sus propios estigmas y uno de ellos es que Macri ya está cansado y se quiere ir a la casa». 

Esta estrategia, ¿es un acierto o un error? «No es tan fácil afirmarlo –respondió Moreno–. Lo que sí es claro es que el hecho de que Macri sea el candidato ayuda a unificar al antimacrismo, que nació como corriente social clara con los cantos en las canchas de fútbol. Muchos dicen que Cristina polariza. Es cierto. Hay que recordarles que Macri también».  «