Pragmatismo para transitar un año de purgatorio económico hasta las elecciones del año que viene. No es una definición. Es la decisión que tomó el presidente Mauricio Macri para navegar 2018: tercer año de su mandato y un nuevo ejercicio económico bajo el signo de Cambiemos sin perspectivas alentadoras de mediano plazo que permitan mitigar las consecuencias del modelo económico, marcado por serias dificultades para controlar la inflación, evitar la fuga de capitales, generar empleo y reducir la pobreza. Cuatro de los temas que el oficialismo dice monitorear con preocupación, aunque redoble la apuesta para no hablar al respecto en medio de una notable percepción del mal humor social. Su principal motor es el impacto negativo del nuevo aumento de las tarifas de servicios públicos y el transporte.

Angustias bajo la alfombra

El tema ocupa poco espacio en el discurso, pero genera grandes preocupaciones dentro de la Casa Rosada, especialmente en el interior y en territorios que gobierna el oficialismo, como Mendoza, que sorprendió con un 3,7% de inflación durante el mes de enero, muy por encima del 1,6% de la Ciudad de Buenos Aires. La cifra fue provista por la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas del gobierno mendocino, encabezado por el radical Alfredo Cornejo, segundo socio de la alianza Cambiemos. A pesar de esa importancia, el presidente Macri no viajó este fin de semana para participar de la habitual liturgia de la Fiesta Nacional de la Vendimia: el evento más tradicional de esa provincia. En su lugar envió al jefe de Gabinete Marcos Peña, y a sus ministros de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, y de Producción, el mendocino Francisco Cabrera. «Ponemos todo lo que tenemos para ayudar a que las cosas estén mejor y, lo más importante, es que están mejor y van a estar mejor», bramó Peña en un desayuno con los productores vitivinícolas, el sector más rico de las tradicionales fuerzas vivas cuyanas, que amenazaron con romper lanzas con Cambiemos cuando se enteraron del intento oficial por aumentar la alícuota para esa industria. 

Cabrera eligió su terruño para experimentar un nuevo giro discursivo del oficialismo, que realmente satisface a Macri: pelearse con los empresarios y los formadores de precios, a quienes la mesa chica del poder apunta como responsables de la cadena de amarguras que les prodiga el crecimiento de la inflación. «Creemos que hay que tener una agenda positiva y dejarse de llorar. Hay que mirar hacia adelante, ganar nuevos mercados; hay que competir, tener mejoras de competitividad, y los precios van a bajar», disparó el funcionario para retrucarles a los industriales que comenzaron a quitarle su apoyo al gobierno. No se trata de un desliz: en la Casa Rosada siguen convencidos de los réditos políticos que les genera pelearse con el sindicalismo, y buscarán nuevos dividendos en contiendas verbales con la Iglesia, por el debate sobre el aborto, y con el sector del empresariado que comience a quitar los pies del plato. Si tienen que ver con la cadena alimenticia, no sólo recibirán el castigo verbal del gobierno, también podrían ser señalados por su responsabilidad en la malnutrición de la población, y en el incremento de la obesidad infantil, dos temas que ahora también obsesionarían a Macri.

El axioma que sustenta la virulencia del ala dura del gobierno con el sindicalismo fue revalidado en Balcarce 50 con la lectura del creciente conflicto docente. El impacto de los paros en el comienzo de clases de este año –no tuvo hasta ahora la intensidad de los dos años anteriores– y la virulencia de la gobernadora María Eugenia Vidal para lapidar a la actividad docente bonaerense confirman que todavía hay una demanda tácita de su electorado para tensar el látigo y cerrar filas, con la misma intención que llevó a Macri a fotografiarse con el policía municipal Luis Chocobar, tras matar a un delincuente por la espalda. La nueva doctrina de la defensa propia ya está en marcha, pero desde que la Cámara del Crimen confirmó la culpabilidad del efectivo en el asesinato, el gobierno bajó el tono y capitalizó el impacto de la aventura en silencio.

Peña: Demandas, trackeos y oportunidades

En la Casa Rosada niegan que la legalización del aborto sea otro as en la manga, sino una respuesta política ante un debate inevitable dentro del Congreso, que ya había sido advertido por los timoneles de Cambiemos en Diputados. En la Cámara Baja el poroteo dentro de cada bloque podría coronar una lucha de décadas y sumarle un punto a un Gobierno de derecha, con minoría radical, que busca modernizarse en materia socio-cultural, ante la regresividad de su política económica. No es una vocación in péctore de un núcleo liberal del macrismo, sino la actualización en la lectura sistemática de demandas que realiza el Gobierno y especialmente la jefatura de Gabinete que dirige Peña. 

Su poder fue ratificado en el segundo encuentro «espiritual» de ministros que organizó Macri en Chapadmalal y durante el enésimo relanzamiento de gestión que hizo Macri este jueves ante la Asamblea Legislativa. También pudo apreciarse en la última reunión de gabinete ampliado que este viernes reunió a 300 funcionarios en el CCK, para consolidar parte del mensaje que Macri enunció ante senadores y diptados. Por la tarde, horas después de la nueva bajada de línea, la influencia del ministro coordinador tocó las puertas de la AFIP, con la oficialización de la partida de Alberto Abad al frente del organismo recaudador, y su reemplazo por Leandro Cuccioli, secretario de Servicios Financieros, joven broker bursátil y hombre de confianza del vicejefe de Gabinete Gustavo Lopetegui, uno de los dos «controllers» (junto a Mario Quintana) que Macri definió como «sus ojos». Cuccioli llegará al mando del fisco federal dentro de un mes y ampliará la influencia de Peña, al frente de una mesa chica que dirige Macri, y comparte con Vidal, el alcalde Horacio Rodríguez Larreta y el ministro del Interior Rogelio Frigerio. Un elenco reducido, que algunos socios del Gabinete consideran cada vez más encerrado, sin fisuras, con más poder y con todo el pragmatismo necesario para perdurar en el tiempo, cueste lo que cueste. «