Andrés Tzeiman es licenciado en ciencia Política y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, becario doctoral del Conicet e investigador del Centro Cultural de la Cooperación (CCC) Floreal Gorini. Acaba de lanzar el  libro Radiografía Política del Macrismo, La derecha argentina entre la nación excluyente y el desafío democrático, que será presentado el martes a las 18.30 en el CCC. Tzeiman se suma a quienes buscan aportar a la comprensión del fenómeno que implica “la derecha que armó un partido y ganó las elecciones”, y traza una minuciosa descripción de “lo nuevo y lo viejo” que caracteriza a la fuerza que gobierna la Argentina desde hace casi dos años.

-En el libro usted plantea que el macrismo se propone “refundar la democracia” y que para eso promete “volver a poner las cosas en su lugar”. Sin embargo, no constituye algo totalmente nuevo.

– La intención del libro es plantear por un lado los elementos de novedad que tiene este proceso político en la Argentina, y por otro ver el linaje histórico, es decir la inscripción histórica de este proceso. En relación al primer aspecto nos encontramos por primera vez en la Argentina con un hecho inédito que es que la derecha pura y dura gana las elecciones democráticas y libres sin acudir a representaciones políticas populares, como se hizo en otras experiencias. Al mismo tiempo, este proceso que intenta plantearse como lo nuevo también tiene una raigambre en otras experiencias históricas. Yo trato de plantear, remitiéndome a un texto de José Alfredo Martinez de Hoz que son sus “Bases para una Argentina Moderna, 1976-1980”,  que muchas medidas económicas, muchas concepciones acerca del funcionamiento de la sociedad, el Estado y las relaciones recíprocas remiten precisamente a esa concepción. Lo que trato de reconstruir es qué hay de nuevo y qué hay de viejo. No hay que creer que es todo novedad, pero tampoco hay que pensar que se puede remitir a otras experiencias históricas solamente porque la derecha ha asumido el desafío democrático.

-Entonces, ¿qué es lo viejo y qué es lo nuevo en Cambiemos?

-Lo viejo es el bloque económico que asume el poder, el capital financiero y el negocio agrario,  y al mismo tiempo una idea de funcionamiento de la sociedad basada en la idea del individuo como motor del progreso de la Nación. Ahí tenemos lo viejo. Y lo nuevo es una derecha que afronta las elecciones,  una derecha que disputa la ideología, disputa el consenso social que me parece que son elementos que marcan una novedad.

-Cuando se analiza el macrismo, se habla mucho de la comunicación. En ese rubro ¿cuál es el decálogo de las novedades que trae la derecha?

-Marcaría dos: una es el funcionamiento de lo que yo llamo en el libro, en base a algunos textos clásicos de la teoría política, el “partido del orden”, que es un tridente que funciona aceitadamente en este gobierno: el partido judicial, los medios de comunicación y sectores de la clase política. Vemos que aparecen en los medios de manera espectacularizada denuncias judiciales, allanamientos, como casos de una novela policial. Otro aspecto es el tema de la producción de subjetividad antidemocrática, autoritaria, reproduciendo una serie de medidas como la reforma de la ley migratoria, la baja de la edad imputabilidad, medidas represivas. El gobierno produce subjetividad antidemocrática a través de los medios de comunicación para tratar de responsabilizar por los males sociales a los sectores que se encuentran en los márgenes de la sociedad, corriendo el debate en relación con sus medidas económicas.

-Esto es lo que llama en su libro “sepultar el mal del populismo”

– Hay una idea de demonizar y estigmatizar lo que fue la experiencia populista que además tiene personificaciones en figuras concretas del escenario político: es el caso de Milagro Sala o la persecución judicial y mediática a Cristina Kirchner, pero también me parece que hay una idea fuerte de sepultar la experiencia populista y poner el debate social en otro lado, Mientras uno podría decir que el kirchnerismo instalaba permanentemente el debate en la discusión de quién tiene el poder en la sociedad, la distribución de la riqueza, ahora el gobierno pretende correr la agenda hacia otros tópicos que nada tienen que ver con eso porque la inclusión social y la distribución de la riqueza son los lugares de discusión donde el gobierno se siente más incómodo, porque es evidente el proceso de redistribución regresiva del ingreso que se ha llevado a cabo en estos casi dos años de gobierno de Macri .

-¿Qué pasa con los sectores que le dan crédito a estas políticas a pesar de verse afectados por ellas?

– Yo creo que si hay que definir dos virtudes que tiene este gobierno, en el sentido de conseguir resultados electorales, yo diría: eficacia ideológica y realismo político. Eficacia ideológica, en el sentido que mencionaba antes: de la producción de una subjetividad antidemocrática y autoritaria que coloca el centro del debate en lugares donde le resulta cómodo dar discusiones políticas y sociales de cara a la sociedad: es decir, nos pone a discutir la reforma de la baja de edad de imputabilidad, los cortes de calle o la represión a manifestaciones, en lugar de discutir elementos centrales de distribución de la riqueza, como salarios o la seguridad social. Y penetra en todo un sector de la sociedad que atraviesa al conjunto de las clases sociales. En segundo  lugar, hay mecanismos de realismo político muy aceitados, por ejemplo esta política del 50% e descuento en supermercados a través del Banco Provincia para amplias franjas de los sectores populares. Si uno tuviera que hablar en los términos en que generalmente han puesto las cosas los funcionarios del gobierno “más populista que eso no hay”. Ahora en contexto electoral saben perfectamente que si quieren ganar a  las mayorías necesitan otorgar ciertas concesiones pragmáticas y de oportunidad para poder ejercer un efecto de seducción.

-¿La lucha contra las mafias y lucha contra el narcotráfico también entran en esa categoría, aunque sean solo discursivas?

-Es que no son sólo discursivas, ahí hay una eficacia ideológica fuerte. En el prólogo del  libro Martin Cortes  se pregunta: “¿Quién podría estar en contra de luchar contra las mafias?, y ¿quién podría negar que hay sectores del sindicalismo que se han enriquecido a costa del salario de los trabajadores? Entonces ellos anclan en el núcleo del sentido común que está fuertemente arraigado en la sociedad y que en ciertos casos no constituye un ejercicio de la mentira sino que tiene una cuota de realidad. Ahora uno podría decir: si hay que luchar contra las mafias también hay que luchar contra las mafias empresariales, políticas, del poder judicial, que son las que sostienen este gobierno, pero ellos activan ese núcleo de sentido común para disputar el poder de los trabajadores que en la Argentina tiene nombre y apellido y es el sindicalismo.

– Que difícil analizar la “complicidad” de una parte de la sociedad a la que se convenció de que nada de lo que había logrado le correspondía.

-Me parece que quien lo expresó con mayor claridad  fue el actual presidente del Banco de la Nación, Javier González Fraga quien dijo que los sectores populares habían vivido la fantasía de que podían comprar bienes y viajar al exterior. Bueno, eso es un mensaje de disciplinamiento hacia la clase trabajadora. Pero también  me parece que es un hay una maquinaria ideológica  que trabaja en ese sentido a través de los medios de comunicación, las redes sociales, emitiendo permanentemente mensajes que apuntan a culpabilizar a los protagonistas de aquel proceso político. Hay cierta eficacia en ese mensaje, claro. Me parece que el problema de la ideología es uno de los elementos centrales para analizar y comprender las democracias contemporáneas.

-Cuánto ayudó el gobierno saliente para que se produzca esa eficacia?

-Seguramente haya habido errores en el gobierno anterior y eso sea parte de un balance histórico que va a llevar tiempo. Ahora, yo planteo que si hay un paralelismo entre el contexto del plan de Martínez de Hoz y este proceso, es el contenido de revancha. Algo de lo que vienen a hacer es a enterrar la experiencia política precedente y transformar los parámetros de lo posible. Cristina Fernández dijo días atrás que estamos en presencia de un gobierno que representa una acumulación de factores de poder como nunca ha sucedido en la sociedad argentina. Hay que dimensionar la magnitud de los factores de poder para entender lo que está sucediendo en la Argentina actual: poder económico, poder judicial, poder político, me parece que esta revancha social tiene actores concretos muy poderosos que exceden los errores y autocríticas que deba hacer el gobierno anterior, aunque sería interesante tener el tiempo de hacer ese balance histórico.