“Todas las personas que se contagien con coronavirus tienen garantizado por parte del Estado su tratamiento e internación (en caso de necesitarlo) sin importar si se atienden en el sistema público o privado. Las provincias pueden estar tranquilas porque todo lo que necesiten lo van a tener”. Quien lo afirma es Martin Sabignoso, responsable de la Secretaría de Equidad en Salud de la cartera sanitaria nacional. Él tiene a cargo el área que coordina con los actores de las distintas jurisdicciones para que esta pandemia inédita tenga una respuesta acorde. En diálogo con Tiempo, Sabignoso precisa que el Fondo de Equidad destinado para cumplir con ese objetivo implica una inversión de mil millones de pesos que podrán ser distribuidos entre unos mil establecimientos de todo el país según los pacientes que reciban. La asignación se realiza siguiendo el formato de unos módulos por paciente que, como adelantó Tiempo en marzo, varían según la cantidad de días de internación y el uso de recursos (terapia intensiva con o sin respirador mecánico, etc). 

“En Argentina hay unas 18 millones de personas que dependen exclusivamente del sistema público”, detalla Sabignoso. “Al principio los infectados eran casos en su mayoría importados que se atendían en el sistema privado, pero eso ahora fue cambiando. Cada provincia acuerda cómo organizar mejor la respuesta y, por lo general, el sector público es el que recibe la mayor cantidad de pacientes con Covid. Si así no fuera y se tuvieran que derivar al sistema privado, el Estado Nacional se haría cargo de cubrirlo”, explica. “Esta articulación genera casos muy interesantes”, agrega. “En La Rioja, por ejemplo, acordaron que para optimizar recursos los médicos de terapia de las clínicas privadas atiendan pacientes en hospitales públicos y el Estado se está haciendo cargo de sus sueldos”. 

Pero esta estrategia de coordinación que requiere el Fondo de Equidad tiene un antecedente muy cercano para Sabignoso: la Red Nacional de Cardiopatías Congénitas (RNCC). “Esa fue una solución que encontramos durante la gestión anterior de Ginés González García en el Ministerio de Salud para atender a todos los niños y niñas que nacían con una malformación del corazón y no tenían cobertura de obra social”. Entonces Sabignoso estaba a cargo del Plan Nacer, que garantizaba la prestación de salud a los recién nacidos. “Detectamos que había un año de espera en el Garrahan para realizar una operación y capacidad ociosa en el interior. Asi que sumamos presupuesto y armamos una red de 16 hospitales en 8 provincias. Ahora hay un centro coordinador que decide dónde se deriva y el Estado se hace cargo. Así eliminamos la lista de espera en cardiopatías congénitas”.

La relación entre uno y otro programa explica la importancia que tuvo el regreso de un equipo con experiencia previa en la cartera sanitaria. “Hay que ser objetivos al analizar el punto de partida. Tuvimos que recuperar un Ministerio de Salud que había sido degradado a Secretaría y afrontar la pandemia con un presupuesto devaluado. Tuvimos que normalizar el programa de vacunas y de medicamentos esenciales. También las transferencias a las provincias. Atravesamos los primeros dos meses y medio con una profunda crisis financiera a la que luego se le superpuso la crisis sanitaria. Y frente a eso los resultados que hemos obtenido han sido muy buenos”, valora.

El programa SUMAR, que se creó después del Plan Nacer para ampliar su cobertura a todos los argentinos hasta los 64 años sin obra social, “va a quintuplicar sus transferencias este año respecto del año pasado”. Incluso, añade, “hoy ya transferimos unos 9 mil millones de pesos a las provincias. Esos son más recursos que en todo 2019”. 

-¿Cómo llega nuestro sistema sanitario para responder ante el crecimiento de los casos?
-Está fortalecido. Vimos las imágenes de Europa donde las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) fueron insuficientes y logramos ampliar significativamente la situación en todo el país. Cuando arrancó la pandemia teníamos 8.500 camas disponibles y hoy ya tenemos 11.600. En marzo teníamos 6.200 respiradores y hoy ya tenemos 8.600. Para julio estaremos superando las 12 mil camas y los 10 mil respiradores. Pero también trabajamos en el entrenamiento de los recursos humanos en los hospitales (porque nos enfrentamos a lo desconocido), y en mejorar la capacidad diagnóstica en todo el país. Antes teníamos solo el Anlis-Malbrán para realizar los testeos y ahora tenemos 338 laboratorios. Actuar más rápido implica evitar que el contagiado siga contagiando. 

-¿Por qué las luces de alarma sobre las camas de terapia se disparan cuando pasamos el 50% de la capacidad ocupada en el AMBA?
Ocurre que las camas con pacientes de Covid se ocupan rápido y se desocupan lentamente. Este ritmo de contagio exponencial y la situación de las camas de terapia, que en la última semana en AMBA se ocuparon en un 30% más, muestran que la tendencia es peligrosa. Un ejemplo para pensar esta situación es Chile. Ellos trabajaron con una cuarentena focalizada al inicio con mucho testeo. De golpe notaron que crecieron los contagios y rápidamente se ocuparon las camas de internación. El 15 de mayo, cuando deciden hacer la cuarentena más estricta ya estaban con un 90% de ocupación. Hoy siguen en un alto nivel de ocupación y por eso están derivando pacientes a otras regiones. De ahí que nosotros decidamos restringir preventivamente la circulación para aplanar en este nivel. De lo contrario en 20 o 25 días el nivel de ocupación podría ser total.

-¿La ampliación en el sistema de salud fue suficiente?
Hay un límite en la posibilidad de ampliar la capacidad del sistema de salud y también hay que tener en cuenta que cuidás al sistema cuando tenés mucha prevención y si reaccionás rápido La cuarentena te da tiempo y espacio para actuar. Fijate que Perú empezó antes y ya superó los 250 mil contagiados. Nueva York tiene la mayor cantidad de respiradores por habitantes en el mundo y tuvo 30 mil fallecidos. Los países que creían que habían superado la pandemia, como Nueva Zelanda, tuvieron rebrote. 

-¿Cómo está la situación del personal de salud? 
-En las últimas semanas el índice de contagios de los trabajadores de la salud bajó de 14% a 8%. Eso no solo es porque estén los equipos de protección, sino porque el personal está capacitado. También porque hay renovación de materiales descartables y porque hay redes y procesos bien gestionados. Siempre hay cosas para mejorar, pero el porcentaje es más bajo que muchos otros países. Y esos procesos cada vez se gestionan mejor. 

-¿Cómo equilibran los recursos para no desatender otras enfermedades y situación aparte del COVID?
-Siempre tuvimos presente la doble agenda para evitar las consecuencias no deseadas. Porque sabemos que la pandemia afecta la respuesta o regularidad de los servicios dedicados a otros temas. Entonces planificamos la continuidad de estas atenciones. Y ahí la telemedicina ha tenido un rol muy importante: el 70% del uso de telemedicina ha sido para el seguimiento de pacientes crónicos, por ejemplo.

-¿Y qué pasa con las operaciones programadas que tuvieron que ser suspendidas en este contexto para alivianar el sistema de salud?
-Tenemos claro que no podés quedarte solo con el COVID porque hay patologías prevalentes. En el resto del país hace semanas que se empezaron a reanudar las operaciones programadas. Están normalizando el funcionamiento del sistema. Esa reanudación en AMBA va a otra velocidad porque el análisis siempre tiene que ser local y evaluado en la realidad particular de cada jurisdicción.