La maquinaria electoral del Movimiento Popular Neuquino (MPN), que gobierna la provincia desde 1962, ve amenazado su poder por primera vez. Es que su candidato, el actual gobernador Omar Gutiérrez, está cabeza a cabeza con el intendente de Cutral Có, Ramón Rioseco, de Unidad Ciudadana Frente Neuquino, para las elecciones por el Ejecutivo provincial que se disputan este domingo. De atrás, corren el jefe comunal de la capital Horacio “Pechi” Quiroga; el ex gobernador -y ex MPN- Jorge Sobich; y Raúl Godoy, del FIT.

La elección a gobernador y a diputados provinciales tomó una inusitada relevancia por ser la primera en el cronograma electoral, pero también porque puede derivar en un primer resultado adverso para Cambiemos. El MPN, partido que nació durante la proscripción del peronismo tiene una maquinaria electoral aceitada y un control territorial con el que no cuentan otras fuerzas. El voto electrónico, que se implementará por primera vez en toda la provincia y estará a cargo de la empresa MSA (la única proveedora de este servicio en todo el país), no garantiza evitar prácticas clientelares entre los trabajadores estatales, que denuncian visitas de sus superiores para pedirles el voto y el de sus familias.

El peronismo

Por primera vez una fuerza política distinta podría llegar al poder provincial. El peronismo que va con una fórmula de unidad, impensada hasta hace un par de meses. La indicación de conformar frentes que contengan a todas las líneas internas de peronismo la dio la ex presidenta Cristina Fernández. Y Neuquén fue la primera en cumplir. Después le siguieron Entre Ríos, San Juan, Catamarca, entre otras. Así quedó armada la fórmula con Rioseco, el “intendente piquetero” de Cutral Có, como candidato a gobernador y el diputado nacional Darío Martínez, con buena aceptación en la capital neuquina, y uno de los dirigentes que más investigó las sociedades off shore del presidente Mauricio Macri durante el escándalo de los Panamá Papers. A partir de ahí, el peronismo empezó a subir en las encuestas. El soldado “constructor de unidad” en el territorio fue el ex secretario presidencial, Oscar Parrilli. “Acá uno más uno resultó ser tres”, dijo el ex funcionario a Tiempo, a horas de la elección.

El MPN

Las principales figuras de ‘el movimiento’ van por separado. Si bien Cambiemos lleva su propio candidato, el gobernador Gutiérrez está identificado con el oficialismo nacional, ya que sus legisladores siempre acompañaron las leyes del gobierno en el Congreso, como el recorte previsional y la negativa a la ley anti tarifazo. Pero, al ser de una fuerza provincial, pueden despegarse de la caída de Macri en la opinión pública. Sin embargo, un factor les juega en contra: por primera vez en años Jorge Sobich, exgobernador cuyo poderío se ensombreció con el asesinato del maestro Carlos Fuentealba durante una represión de la policía provincial en 2007, se escindió del partido y ahora compite con el sello de la Democracia Cristiana. Esa irrupción le «come votos» a Gutiérrez. “Se viene el bigotazo. Se acabó la joda” es el slogan del ex gobernador, que en los últimos meses subió de un 5% a un 10% en las encuestas.

El otro problema del MPN es que excluyó a la mayoría de la militancia política de la lista de diputados provinciales y sólo apostaron a cuadros técnicos. De hecho, el propio  Gutiérrez cultiva ese perfil. Fue presidente del Banco Provincia de Neuquén y ministro de Economía del ex gobernador Jorge Sapag, ahora exiliado en San Martín de los Andes.

Cambiemos

En la alianza de gobierno se produjo una separación de mutuo acuerdo. El presidente Macri no participó de la campaña, y el radical Quiroga que lleva el sello de Cambiemos, también se quiso desidentificar del gobierno nacional. Sin embargo, esa estrategia no le sirvió para remontar en las encuestas y llega a este domingo tercero, cómodo. El intendente de la capital apostó a alinearse con la estrategia del radicalismo a nivel nacional: reafirmar sus raíces partidarias y despegarse del gobierno. El candidato a gobernador por La Pampa, Daniel Kroneberger, vino a hacer campaña con él. “Pechi” arrastra el voto en la ciudad ya que cursa el cuarto mandato en la capital, ciudad que va a elecciones junto con las presidenciales. Macrí sí se juntó con el gobernador Gutiérrez, a principio de enero, durante sus vacaciones estivales en el country Cumelén de Villa La Angostura, cuando fue escrachado durante la inauguración de un gasoducto.

Algunos dicen que la inusual fecha, tan temprana en el año y que obligó a que la campaña de apenas 45 días se realizara en pleno verano, se definió porque Macri veía que el peronismo se estaba empezando a unir y quería apurarse para evitar ese proceso. Otros dicen que es porque el vicegobernador Rolando Figueroa, que siempre estuvo enfrentado a Gutiérrez en temas como el tarifazo y la situación económica, quiso armar un partido aparte para presentarse, por lo que Gutiérrez adelantó la elección para no darle tiempo a juntar avales y hacer las presentaciones ante la justicia electoral.

Vaca Muerta

Por su parte, el establishment también mira con lupa la elección del enclave petrolero más importante. Vaca Muerta, la «joya» productiva que Macri luce en el exterior, fue recuperada junto con YPF por CFK en 2012. Fue en ese mandato, más que en el de Macri, que funcionó como una fuente de ingreso de dólares. Ahora, en un contexto de alza en la divisa, la provincia recibe más regalías. Pero los altos salarios de la actividad petrolera son excepcionales, de modo que el resto de la economía sufre la devaluación y la recesión como en el resto del país. En Neuquén un sueldo en comercio ronda los 20 mil pesos, mientras que los alquileres oscilan en los 15 mil pesos por mes. El viaje en colectivo sale 29$ y el kilo de asado subió a 320$.

En una provincia con 400 mil electores y apenas más de 600 mil habitantes, el 1,8 del padrón electoral, la expectativa de la elección de este domingo es alta. La lectura del resultado también va a estar en disputa. Si gana Gutiérrez, el gobierno saldrá a decir que perdió Cristina. Si gana el peronismo, marcará el inicio del año electoral con un triunfo que acumulará más en términos simbólicos que estadísticos. “Uno más uno da tres”, repite Parrilli. «