Súbitas inclemencias climáticas afectan la angurria presidencialista de Patricia Bullrich. De hecho, una lluvia de denuncias e imputaciones se precipita sobre su cabeza, casi todas enlazadas a su (¿ex?) ladero, Gerardo Milman; a saber: la contratación en el Ministerio de Seguridad macrista de 18 supuestos agentes de inteligencia que jamás prestaron servicios; el cúmulo de facturas apócrifas libradas por «Jerry» –el apodo de Milman–, ya que una de estas, por 665 mil pesos, fue emitida al Instituto de Estudios Estratégicos de Seguridad, un sello de goma inventado justamente por «Pato» para solventar su campaña; abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público al haber filtrado a la prensa las humillantes fotografías de Amado Boudou, en pijama y descalzo al momento de su arresto, el 3 de noviembre de 2017 y la denuncia de la Oficina Anticorrupción (OA) por la adquisición, en 2016, de tres lanchas israelíes de combate con un sobreprecio de 29 millones de dólares.

Pero si hay algo que la desvela sobremanera es la oscura figura de un tal Fernando Villares. Es que ese individuo está ahora en la mira de los abogados José Ubeira y Marcos Aldazábal, quienes representan a Cristina Fernández de Kirchner en la causa del fallido magnicidio, por ser un presunto eslabón de la cadena de contactos que habría entre Milman –y probablemente ella– con el autor material del atentado, Fernando Sabag Montiel.

Ya se sabe que, a fines de septiembre, este hizo llegar al despacho de la jueza María Eugenia Capuchetti una carta, quizás escrita en algún momento de stress carcelario, para «exigirle» al caudillejo del grupo fascista Nueva Centro Derecha, Hernán Carrol, que le ponga un nuevo abogado, dado que –según su texto– él «dispone (a ese efecto) de los medios necesarios». Vaya, vaya.

¿Acaso en tal pedido subyacía algún resentimiento abandónico? Eso por ahora solo Dios lo sabe.

Lo cierto es que Carrol –quien el año pasado fue candidato a concejal en La Matanza por Avanza Libertad, de José Luis Espert– parece regir sus actos en base al siguiente lema: «Figuración o muerte». Aquello se desprende de su obsesión por fotografiarse con personajes tan insignes como Bullrich, Waldo Wolff y Javier Milei, entre otros.

La cuestión es que la carta de Sabag Montiel puso en relieve su vínculo –previo al atentado, desde luego– con la llamada «Banda de los Copitos». Eso, asimismo, se confirmó por el impacto entre las antenas de la telefonía celular –constatada en un peritaje realizado por la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado (Dajudeco), del Poder Judicial– entre los aparatos de Carrol, de Brenda Uliarte (la segunda detenida por el caso), de Marín Uliarte (su primo) y de Sabag Montiel. Además de que el 4 de agosto Carrol recibió una llamada que impactó en la antena que corresponde a la casa de Gabriel Carrizo (el tercer detenido), lo cual revela una reunión presencial entre los mencionados. Acorralado por semejantes evidencias, Carrol adujo que le había hecho a Brenda una entrevista por Instagram y que la invitó junto a Sabag Montiel al cumpleaños de Martín Grosso Almeida, otro militante de  Nuevo Centro Derecha. Aquellos telefonemas y encuentros –que incluyeron la presencia de la feliz pareja en actos de la «orga» encabezada por Carrol– se prolongaron hasta el 22 de agosto (nueve días antes del ataque a CFK).

Pues bien, ¿qué tiene que ver el señor Villares con todo esto?

En este punto es necesario ubicarse en la mañana del 1   de diciembre, cuando Carolina Gómez Mónaco e Ivana Bohdziewicz –las asesoras de Jerry que oyeron de su boca aquello de que «cuando la maten (a CFK) voy a estar camino a la costa»–, se presentaron ante el fiscal Carlos Rívolo para realizar su segunda declaración testimonial.

En tal ocasión, Ubeira quiso saber si conocían a ese sujeto. La respuesta corrió por cuenta de la ex Miss Argentina:

«Me suena el apellido Villares. Había una persona que trabajaba en el Ministerio de Seguridad con ese apellido. Le decíamos ‘Teco’. Por eso no sé exactamente el nombre. Era como el jefe de Gabinete de Milman».

Conviene poner el ojo en Teco. Su tarea fue coordinar la Dirección de Inteligencia Criminal del Ministerio. En consecuencia, era la mano derecha de Milman, quien confiaba absolutamente en él. Entre otras razones, por el origen político en común: ambos pertenecían al GEN, de Margarita Stolbizer, antes de que Villares se sumara al ala radical de la Alianza Cambiemos. Lo cierto es que él encarna una rara avis en aquel universo. Porque, mientras, en público, se muestra alineado al, diríase, macrismo de bajas calorías –acaudillado por el neurocirujano Facundo Manes, al que secundó como candidato a concejal para las PASO de 2021–, en privado sus posiciones lo sitúan a la derecha de Atila. Ahora es el subsecretario de Seguridad del municipio bonaerense de Tres de Febrero, cuyo intendente es Diego Valenzuela. Aún así, su cercanía al bueno de Jerry continúa incólume, siendo uno de sus confidentes.

Pero también mantiene una gran amistad, tanto personal como política, nada menos que con Carrol. Prueba de ello son los viajes que juntos hicieron a Miami, donde el PRO posee una base.

De modo que no es antojadiza la idea de que dicha relación lo señalaría como el nexo entre los «Copitos» y Milman o, al menos, en su conocimiento sobre la fecha exacta del atentado a CFK. Un conocimiento del cual Bullrich tampoco sería ajena.

Sin embargo, al respecto hay otra embarazosa coincidencia: apenas unas semanas antes de esos disparos que fallaron, Sabag Montiel y Uliarte tuvieron unos minutitos de fama al aparecer dos veces en móviles callejeros de Crónica TV para despotricar contra los planes sociales del gobierno. Ahora se sabe que la gestora de aquellas entrevistas fue la «influencer», panelista y productora de esa señal noticiosa, María Mroue, también conocida en las redes sociales como «Mariele Top».

¿Acaso es una simple descubridora de talentos? Se podría suponer eso si no integrara el staff de Top Studio Obelisco, el centro de danzas y fitness que posee la ubicua asesora Gómez Mónaco.

En fin, pistas que la jueza Capuchetti insiste en no considerar, acatando la estricta directiva impartida por los integrantes de la Cámara Federal porteña –Mariano Llorenz, Pablo Bertuzzi y Leopoldo Bruglia– de centrar la pesquisa en la acción solitaria de tres alocados lúmpenes, para no extenderla hacia las terminales políticas del asunto. Dicho de otra manera, encubrimiento en grado de alevosía.  «