La cebolla, un pilar en la cocina argentina y el mundo, enfrenta una serie de desafíos que amenazan su producción en el país. En un recorrido por las regiones cebolleras del país, conversamos con Cinthia Almazán, productora y referenta de la Base 2 de Pedro Luro de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra, y con Agustín Suárez, referente de la mesa nacional de la UTT. Ambos intentaron arrojar luz sobre un panorama sombrío con problemas estructurales y climáticos que afectan la producción.

Cinthia, una experimentada productora, nos alerta sobre una crisis hídrica que persiste desde hace más de una década. «Hace 13 años que sufrimos una crisis hídrica en el río Colorado, y parece que nadie tiene una solución. La supervivencia de nuestra producción depende de las nevadas ya que el Colorado se alimenta de agua de deshielo, y a la vez tenemos el problema de riego, en esta zona tenemos agua por turnos”, advirtió.

El cambio climático, un fenómeno global, que ya dejó una clara muestra de su huella en la región, redujo como nunca antes las precipitaciones y nevadas en la zona cordillerana. Como resultado de esto, los productores se ven forzados a desplazarse hacia el sur en busca de agua, lo que aumenta los costos de tierra y agrava la presión sobre los agricultores. Como le pasa a Cinthia y a sus padres, con quienes trabaja en el surco.

Acceso a la tierra y el drama de trabajarla

El acceso a la tierra es un problema que vienen teniendo los productores desde hace más de 30 años. Con el gobierno de facto y luego con la década neoliberal, el aumento en la concentración de los territorios en muy pocas manos se convirtió en un obstáculo profundo a la hora de producir cebolla, o cualquier otro alimento. Agustín Suárez señaló que los precios de la tierra están dolarizados, lo que dificulta aún más el sueño de expandir las producciones. La tierra se vuelve más escasa y costosa, una realidad que atormenta a los productores.

Agustín explicó que las familias campesinas se ven atrapadas en un ciclo de arrendamiento limitado, producción restringida y explotación de la mano de obra para mantenerse a flote. Los insumos dolarizados y las ventas internas en pesos solo empeoran la situación.

Cebollas para todo el mundo

Cinthia afirmó que la producción de cebolla en Argentina se enfrenta a la volatilidad de los mercados de exportación, especialmente con Brasil como destino principal. En años de necesidad en Brasil, los precios suben, pero en tiempos de sobreproducción, los productores se encuentran en la cuerda floja. Esta dependencia de los vaivenes en la demanda externa añade incertidumbre a las ya complicadas familias productoras.

Para graficar la situación, según un informe de enero de 2023 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, el consumo interno es de aproximadamente 480 mil toneladas por año. “El 70% de la producción local se destina al consumo en fresco, a razón de 10-12 Kg/habitante/año, similar a los 11 kg/habitante/año del consumo mundial». Además, explica que «la demanda de este producto es inelástica, es decir, no presenta fluctuaciones significativas cuando hay variaciones del precio».  

Uno de los mayores déficits en este panorama es la falta de una política de Estado sólida que aborde estas preocupaciones. Agustín subrayó que las leyes laborales no están adaptadas a la producción de alimentos en la región y no protegen adecuadamente a los trabajadores y productores más pequeños.

En este contexto, la UTT propone una serie de soluciones para abordar este problema.  “Una de las iniciativas que presentamos en el marco de la Mesa Agroalimentaria Argentina fue la Ley de Acceso a la Tierra, que plantea crear una línea de créditos blandos para que podamos comprar la tierra sobre la que trabajamos. Esto nos permitiría mejorar la escala de nuestras producciones y generar procesos de recuperación y regeneración del suelo de manera sostenida”, sostuvo Agustín Suárez.