Fue uno de los blancos preferidos de las operaciones de espionaje que se realizaron durante el gobierno de Mauricio Macri. El entonces presidente le apuntó en la apertura de sesiones del 1 de marzo de 2017. Dijo que era una persona que «no necesitaba» que alguien la cuide. En simultáneo la AFI tendía sus redes para seguirlo. Roberto Baradel, secretario general del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (Suteba), gremio que aglutina a la mayoría de los docentes bonaerenses, es ahora uno de los dirigentes que protagoniza las acciones que apuntan a «romper la proscripción» de la vicepresidenta Cristina Fernández.

Este sábado estuvo en el Chaco, en el acto que organizó Jorge «Coqui» Capitanich. Hace dos semanas había participado de la actividad en Avellaneda que llevó la consigna «Luche y vuelve». 

«En la Mesa Nacional del Frente de Todos que se reunió hace poco más de un mes, quedó claro que una de las prioridades era romper la proscripción que sufre Cristina. Algunos dicen que no está proscripta. Veamos lo que pasó con Lula da Silva en Brasil. Le confirmaron la condena al filo de la campaña electoral y no pudo presentarse. Tuvo que competir Fernando Haddad y terminó ganando (Jair) Bolsonaro. Eso lo pueden hacer en la Argentina, no tengo dudas. El poder económico juega fuerte en esto, con la mafia mediático-judicial. Buscan obturar que líderes populares conduzcan procesos políticos de transformación a favor del pueblo», dice Baradel en esta entrevista con Tiempo.

–¿Qué significa romper la proscripción? ¿Cuál es el escenario que imagina?

–Todos encolumnados en el FdT en respaldo a la candidatura de Cristina. Hay diferentes espacios en el Frente. Esos sectores establecieron algunos acuerdos. Creo que todos son lo suficientemente inteligentes para saber que la máxima referencia política, la que más apoyo concita, es Cristina. A la máxima referencia la quieren proscribir. Entonces tenemos que salir en conjunto. Salvando las distancias, también hubo un momento en la historia en la que algunos sectores plantearon un peronismo sin (Juan) Perón.

–El punto principal sería que el oficialismo se aglutine detrás de esto…

–Estamos en un proceso con el conjunto de la militancia. En Avellaneda hubo más de 15 mil compañeros discutiendo. Y el 24 de marzo, aunque el motivo principal fue recordar el golpe cívico-militar y sus consecuencias, también se marchó por una democracia plena, sin proscripciones. La gente que se movilizó no quiere el país que nos proponen (Horacio) Rodríguez Larreta, (Patricia) Bullrich o Macri.

–Hay sondeos de opinión que sostienen que la sociedad argentina se derechizó, ¿coincide?

–Hay un sector desencantado. El sistema capitalista-financiero mundial ha encontrado mecanismos de auto preservación. Es un tema mundial. Cuando los gobiernos progresistas, populares, no van a fondo con las políticas públicas que mejoran la vida de la gente, y se parecen un poco a la derecha, los votantes terminan volcándose a la versión original. Luego la sociedad se decepciona y cree que todo es lo mismo. Emergen entonces expresiones como Vox en España o los libertarios en Argentina, más hacia la derecha todavía pero con un discurso rupturista. Son una válvula de escape del mismo sistema. En el 2001, con el «que se vayan todos», afortunadamente surgió Néstor Kirchner. En España surgió Podemos tiempo después. Ahora hay un sector de la sociedad que busca otra salida. El gobierno del Frente de Todos hizo muchas cosas bien, en especial durante la pandemia. Pero no hubo determinación para avanzar en otros puntos: la negociación con el FMI, el tema Vicentín, un mayor control sobre los formadores de precios.

–¿Es sólo un tema de determinación o dentro del FdT hay visiones distintas sobre lo que hay que hacer? 

–Hay una cohabitación de visiones. Un gobierno popular viene a luchar contra la pobreza y por la distribución del ingreso. Si vos sólo administrás lo que había, la pobreza que dejó un gobierno como el de Macri, y no se enfrentan con mayor determinación ciertas cosas, terminás siendo un administrador y corres el riesgo de que se consolide el esquema que se heredó. Por ejemplo: el impuesto a las grandes fortunas se hizo por una sola vez. Quizás debería haberse avanzado más. Las grandes empresas no muestran sus balances, a pesar de que el Estado les dio millones de pesos para que no despidieran trabajadores y transitar la pandemia. Un montón de esas empresas que recibieron subsidios tuvieron grandes ganancias.

–Uno de los balances más compartidos por sectores del oficialismo es que se logró la recuperación del empleo pero no del ingreso…

–Si miramos los números de distribución del ingreso hubo un retroceso. Hoy los trabajadores participan del 43% del PBI. En 2015 ese indicador era del 52%. Hubo una caída del salario real. Ni hablar de los que no tienen la posibilidad de la paritaria. El salario mínimo vital y móvil roza la línea de indigencia. Es cierto que hay reactivación y mayor empleo, pero persiste el tema de la inflación y el trabajo no registrado.

–Usted es referente sindical en la Provincia de Buenos Aires, ¿cómo está el Frente de Todos en ese territorio?

–Ahí lo veo mejor. Hay un liderazgo del gobernador (Axel Kicillof). Más allá de algunas diferencias, la realidad impone que Kicillof sea una referencia fundamental en la Provincia. Lo he visto reunirse con sectores de la producción, incluso de la Mesa de Enlace, que creen que debe ser reelegido. Lo mismo ocurre con pequeños y medianos empresarios. He visto intendentes que han sido parte de Juntos por el Cambio y que ahora piensan que debe apoyarse su reelección. Por lejos es el gobernador que más inversión hizo en infraestructura escolar. No está todo resuelto, pero veníamos de muy abajo. Respecto de los trabajadores, queda claro con las paritarias. Firmamos un acuerdo el año pasado y para cada readecuación sólo tuvimos que presentar una nota en el Ministerio de Trabajo diciendo que debíamos readecuar por la inflación. Terminamos con un aumento del 106%, contra una inflación del 95%. Creemos que es el candidato a gobernador. Otros tienen aspiraciones, pero el imperio de realidad en este caso también dice otra cosa.