Por primera vez en la historia electoral los porteños podrán votar por presidente y jefe de Gobierno el mismo día en primera vuelta y ante un eventual ballotage. De acuerdo al cronograma nacional en marcha, la fecha para una segunda vuelta presidencial es el 24 de noviembre, y desde este jueves también será para el repechaje capitalino, en caso de que ninguno de los contendientes supere el 45% para la presidencia y el 50% para gobernar la Ciudad, durante las generales del 27 de octubre, fecha en que los porteños votarán en forma simultánea ambos cargos, algo que nunca había sucedido hasta ahora.

La decisión es la pieza que faltaba para el operativo reelección que lanzó el PRO con el objetivo de buscar un segundo mandato para sus tres principales cabezas: el presidente Mauricio Macri, la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y el alcalde Horacio Rodríguez Larreta que firmará el decreto, sobre el filo del plazo legal, para unificar balotajes: el último capítulo pendiente dentro de la decisión que adoptó la mesa chica del PRO hace un año y medio para unificar los calendarios electorales de los tres distritos luego del fracaso de la reforma electoral que promovió Macri a seis meses de asumir.

Desde que Buenos Aires es una Ciudad Autónoma, a partir de la reforma constitucional de 1994 y la promulgación de la local, los porteños tenían que votar en forma separada para alcalde y Presidente por ley. La norma fue respetada por el PRO en la campaña permanente que llevó a Macri a la jefatura de Gobierno en 2007 y luego revalidarla en 2011. En 2015 Rodríguez Larreta buscó su primer mandato luego de desempeñarse por ocho años como jefe de Gabinete del alcalde Macri. Ahora buscará su reelección en un esquema que implicó la reforma de la ley que impedía la simultaneidad de las elecciones nacionales de las porteñas y que, a partir de la decisión que firme este jueves, también se extenderá a una eventual segunda vuelta.

El 24 de noviembre será el tramo final de un año signado por 14 elecciones desdobladas de las presidenciales, donde la Provincia de Buenos Aires también forma parte de un calendario que se ajusta a la hoja de ruta nacional, pero sin ballotage. Implica la realización de Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) el 11 de agosto, generales el 27 de octubre y segunda vuelta el tercer domingo de noviembre.

El primer paso que ofrendó Larreta fue aplicar la simultaneidad para las generales de octubre, pero esa reforma le permite al alcalde definir la fecha del balotaje. La decisión toma transcendencia por dos elementos que definen las internas contenidas dentro del PRO: el fallido intento de Vidal para separar las elecciones provinciales de las nacionales, con el objetivo de desligarse del desgaste que afronta Macri por la crisis; y la posibilidad que surgió hace un mes de que Larreta se separe de Macri en la segunda vuelta.

La posibilidad tenía sustento legal, porque los códigos electorales de la Nación y de la Ciudad no impiden la separación de balotajes. Ese detalle cobró otro calibre desde las legislativas de 2017, cuando Elisa Carrió encabezó la lista de diputados porteños por Cambiemos y superó el 50%, en una ciudad donde se puede eludir el ballotage con una victoria que supere la mitad de los votos. Hasta ahora ningún candidato a jefe de Gobierno llegó al cargo sin pasar por el cedazo de una segunda vuelta, en una ciudad con una población que no varía de los tres millones de habitantes hace más de medio siglo.

Para la campaña que diseña la Casa Rosada, las tres cabezas del PRO jugarán un rol protagónico para disputar los votos del Área Metropolitana de Buenos Aires, que combina a la capital, el conurbano bonaerense y La Plata con el 50% del electorado nacional. En el tramo que separa a las PASO de las generales, tanto Macri, Larreta y Vidal pelearán un segundo mandato, pero solamente la bonaerense tendrá un veredicto determinante el 27 de octubre, sin opción de repechaje.

Para la segunda vuelta, si llegan a esa instancia, Macri y Larreta deberán medirse el mismo día con su oponente. La unificación buscará capitalizar para la figura presidencial el caudal de votos porteño del PRO, en una ciudad que, según las cifras de 2017, tiene 2.710.675 electores, que representan el 8,1% del padrón nacional.