Un dirigente de la comunidad judía que a través de las redes sociales afirmó que tenía información valiosa sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman titubeó, se ofuscó, admitió que hablaba de “asesinato” sin datos propios sino porque “lo sabe todo el mundo” y, finalmente, no aportó nada relevante al declarar ante el fiscal Eduardo Taiano.

El Presidente del Consejo Federal de la DAIA y titular de la entidad judía en Tucumán, Fabián Neiman, había protagonizado feroces cruces por Twitter con el técnico informático Diego Lagomarsino, procesado como “partícipe necesario” de lo que el fiscal Taiano, el juez Julián Ercolini y las cámaras que revisaron el fallo en Comodoro Py definieron como un “homicidio” del que fue víctima Nisman.

Neiman publicó incluso una fotografía en la que se lo ve junto a Nisman, llevando él en su mano izquierda un sobre de papel madera marrón. El tuit desafía a Lagomarsino: “¿Quiere que le cuente qué había en ese sobre que le di a Alberto esa tarde?”

Lagomarsino recogió el guante: “¿Eso ya lo dijo en la Justicia? La Justicia quiere saber qué había en ese sobre y cómo usted obtuvo esa información”. 

El intercambio de tuits por momentos fue furioso: “Usted y el custodio se cargaron a un fiscal. Vaya a dar lecciones de moral a Instagram. Aquí NO, conmigo no. ASESINO!”, le imprecó Neiman.

La defensa de Lagomarsino, a cargo de los abogados Gabriel Palmeiro y Martín Chasco (del estudio de Maximiliano Rusconi) pidió que Neiman declarara lo que sabía en torno al supuesto asesinato, y el fiscal Taiano accedió.

La decisión fue controversial, porque mientras aceptaba a Neiman como testigo, el propio Taiano, Ercolini, la Cámara Federal y la de Casación rechazaron la declaración del perito ingeniero José Luis Manzano, quien intervino en el peritaje del Ministerio Público de Salta y detectó rastros compatibles con el disparo de arma de fuego en el cadáver de Nisman. Todos consideraron que ese testimonio aclaratorio no era necesario ahora y, en todo caso, podría escucharse en el juicio oral y público.

Neiman declaró el 10 de marzo pasado, por videoconferencia. Desde un despacho en el que se veían a ambos flancos las banderas de Argentina e Israel, y varios libros y el auto de procesamiento de Lagomarsino sobre el escritorio, estuvo durante unas tres horas ante secretarios de la fiscalía y la defensa del informático. La única querella, Sara Garfunkel –la madre de Nisman- y su abogado, Pablo Lanusse, no asistieron a la declaración.

¿Qué declaró el dirigente de la DAIA? Que en el sobre de papel madera había información sobre una supuesta “célula terrorista” presuntamente detectada en Tucumán. Neiman no aportó copias de ese informe, ni tampoco pudo vincular esa supuesta existencia con la muerte de Nisman.

Tras algunas preguntas de rutina de la fiscalía (estuvo hablando un poco menos de una hora sobre cómo había conocido a Nisman, a fines de los 90, y cómo era su relación con él), los abogados Chasco y Palmeiro esbozaron la primera de la docena de preguntas que habían preparado.

Ante la extensión y vaguedad de las respuestas, le pidieron a la fiscalía que Neiman se ciñera a los términos del “interrogatorio”. Cuando escuchó ese término, el testigo reaccionó al borde de la ira: ¿por qué interrogatorio? Yo no soy imputado de nada, yo soy testigo. Acá el imputado es Lagomarsino, no yo. A mí no me pueden tratar como a un delincuente”.

La fiscalía le explicó que “interrogatorio” tenía una connotación muy diferente a la que Neiman le estaba dando, pero ni así consiguieron calmarlo.

Neiman había dicho por Twitter que había chateado con Nisman dos días antes de su muerte. Cuando le preguntaron si guardaba ese diálogo, explicó que había cambiado el aparato de telefonía celular y no lo conservaba. Pero que esa conversación debía estar también en el teléfono de Nisman, que fue formateado para que no se recuperaran sus comunicaciones.

Buena parte del contenido del teléfono del fiscal fue recuperado. Allí apareció, por ejemplo, una tremenda discusión con su expareja y madre de sus hijas, la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado. Pero no el chat con Neiman.

Cuando la fiscalía le preguntó de qué habían hablado, respondió que le preguntó al fiscal cómo estaba y que Nisman le respondió que se encontraba perfectamente.

La defensa de Lagomarsino quiso saber si Neiman utilizaba las redes sociales con un sentido “lúdico”, como entretenimiento, o si le asignaba veracidad a lo que escribía. De nuevo la reacción fue airada, a punto tal que la propia fiscalía le terminó pidiendo que circunscribiera la respuesta a lo que se le estaba preguntando. Además, le recordó que estaba declarando bajo juramento de decir la verdad y, en tal circunstancia, no podía ser “reticente” ante las preguntas.

“Quiero saber si lo que escribe en Twitter es cierto o no. La respuesta es ‘sí’ o ‘no’”, le aclaró el abogado Palmeiro. Y allí repreguntó sobre qué información basaba su afirmación sobre el homicidio de Nisman. El dirigente comunitario, blandiendo la fotocopia del procesamiento de Lagomarsino, repitió que “eso lo sabe todo el mundo”; que hablaba “desde el sentido común” y se nutría de sus relaciones, entre quienes mencionó al diputado Waldo Wolff y al fiscal Ricardo Sáenz.

Además, definió a Nisman como alguien que tenía “la férrea voluntad de llevar cada investigación hasta las últimas consecuencias”. Y, como profesaba la fe judía, que rechaza el suicidio, es “imposible” que se haya quitado la vida. «