El proceso de fragmentación de la alianza Cambiemos, que se contó en diversas notas de la edición dominical de Tiempo, sigue su curso.  La forma en que se presentó la victoria del radicalismo en Mendoza fue una muestra más del resquebrajamiento de la coalición que funcionó de soporte para la victoria electoral de Mauricio Macri en 2015.

Toda la campaña del intendente de la capital mendocina, Rodolfo Suárez, flamante gobernador electo, que fue ungido como heredero por el actual mandatario provincial Alfredo Cornejo, se basó en tomar distancia del presidente y del gobierno nacional. Hasta tal punto fue así que Suárez acusó al peronismo de “campaña sucia” por la supuesta distribución de volantes con una foto en la que él aparecía junto a Macri con la consigna: “Pobreza cero en Mendoza”. Es un dato entre risueño y pintoresco que un candidato a mandatario provincial considere una jugada tramposa que lo muestren con el presidente que conduce el país y el frente político al que pertenece.

Sin embargo, esa anécdota está en sintonía con la publicidad que el intendente macrista de Lanús, Néstor Grindetti, subió al twitter oficial de su municipalidad explicando cómo se corta boleta, es decir, cómo se hace para separarse del presidente, que parece haberse vuelto el portador de una enfermedad contagiosa para los postulantes de su propia fuerza política. En la misma línea está la insólita anécdota (guionada) relatada por el jefe comunal de Tres de Febrero, Diego Valenzuela. El ex periodista del Grupo Clarín describió una escena, en una reunión de vecinos, en la que una pareja de adultos mayores, bailarines de tango, pidió el micrófono para decir la frase escrita en alguna computadora de asesores de campaña. “Somos kirchneristas, apoyamos a Diego y vamos a cortar”, en referencia a la boleta, claro.

Cornejo no invitó a Macri a Mendoza en ningún momento. A la caravana del “Sí, se puede”, lanzada por el presidente en Barrancas de Belgrano el sábado, le hubiera venido muy bien un cambio de recorrido y una escala, aunque no estuviera incluida en el tour, en una Mendoza retenida por el radicalismo, hasta ahora aliado de Macri. Pero el mandatario mendocino decidió no regalarle esa foto al jefe de Estado. Incluso Martín Lousteau estuvo invitado y Macri no. Es parte de un “ajuste de cuentas” político. El presidente impulsó un candidato propio en la interna en la que Cambia Mendoza eligió quién sería el postulante a gobernador. Fue un claro desafío al liderazgo provincial de Cornejo, que ganó esa primaria cómodamente con Suárez. Era el mes de junio y las creencias del mundo político teñidas por las encuestas estaban habitadas por la idea de que Macri era competitivo, de que los resultados que venían arrojando las distintas elecciones provinciales en las que Cambiemos perdía fuertemente no tenían una traducción nacional, que eran fenómenos locales. El 11 de agosto quedó claro que el humor social respecto de la gestión del presidente era un elefante en un bazar. Y todas las señales previas a las PASO cobraron otro sentido.

Cornejo se fortalece con este triunfo en la interna de su partido, la UCR, que es lo que verdaderamente le importa ahora porque da por perdida la elección nacional. Él, al igual que Horacio Rodríguez Larreta, Emilio Monzó, Mario Negri, y varios otros dirigentes de Cambiemos, no creen que “sí, se puede”. Se imaginan siendo la futura oposición a la presidencia de Alberto Fernández. Y, por cierto, tampoco incluyen a Macri en esos planes.