«La marcha del 1A no fue organizada por nosotros, pero el impacto de la convocatoria ha sido positivo, especialmente para luego afrontar el paro. Nos demuestra que hay un impulso que viene desde abajo hacia arriba, que se expresó el sábado y también el jueves, contra la huelga de la CGT. Estamos ante una nueva demanda que hay que saber leer y que crece cada vez que se equivoca el kirchnerismo», grafica un funcionario de la Casa Rosada, que comparte lecturas y funciones bajo la órbita del jefe de Gabinete, Marcos Peña. En el nuevo mapa de arena que dibujan los colaboradores del presidente Mauricio Macri, la gestión de Cambiemos disfruta un rebote en las encuestas que los devolvió a las mediciones de diciembre. «De nuevo estamos por encima del 55% de imagen positiva», celebra la fuente para confirmar que el paro nacional del jueves no los sacó del microclima que respira el Gabinete, más allá de los matices. Sin embargo, detrás de la satisfacción de los voceros, el balance positivo del oficialismo tiene un lado B que no forma parte de su discurso público: la aceitada ofensiva virtual en las redes sociales que Cambiemos, y especialmente el PRO, desarrolló antes de la «Marcha por la Democracia» del sábado 1 de abril y que luego profundizó en la víspera del primer paro nacional convocado por la CGT contra la política económica de Macri.

El marketing político es una herramienta que el macrismo tomó desde sus momentos fundacionales y que perfeccionó durante los ocho años que lleva al frente del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En la actualidad, el gobierno niega en forma terminante la existencia de alguna relación con los promotores de las campañas en Twitter y Facebook. Pero los datos negados sobre ese vínculo se pueden encontrar en el mercado publicitario y también en boca de los consultores de marketing político y redes sociales que alguna vez cumplieron funciones dentro de las artillerías cibernéticas del PRO y que hoy aportan su know how en otras latitudes de la comunicación política. Algunos de ellos, bajo reserva de su identidad, se animaron a hablar con Tiempo para revelar los contornos de la estrategia publicitaria que la Casa Rosada se empecina en negar

La «blitzkrieg» de Marcos

«Tenemos la certeza de que en el armado del 1A intervinieron varios call centers, no solo uno, y utilizaron el mecanismo estándar que se realiza en las redes para trabajar en una campaña de este tipo», explica a este diario uno de los consultados que siguió el desarrollo de la campaña para analizarla y utilizar esas conclusiones con sus clientes. Como si fuera una guerra relámpago, el poder de fuego de Cambiemos arranca con «unas 300 cuentas propias de Twitter que puede extenderse a las 800 o 1000 pero sin techo», dice otro experto en las batallas del microblogging en las entrañas de la política nacional. Con esa estructura, los escuderos con identidades ficticias pueden llegar a generar entre 15 mil y 20 mil tuits por hora, «hasta alcanzar las 12 millones de impresiones» detalla la fuente para referirse a la cantidad de veces que uno de esos mensajes de 140 caracteres fue visto en una pantalla de celular, laptop, Mac o PC.

El despliegue que el gobierno busca negar implica una ingeniería de financiamiento tan opaca como los lugares que eligen los call centers móviles para agazaparse. Un grupo de twitteros con funciones variables tiene un costo cercano a los 50 mil pesos mensuales. Por la cantidad de emisores, ofertas y proveedores, en el mercado publicitario estiman que «la estructura puede costar hasta 500 mil pesos mensuales», sin contar la difusión telefónica por Whatsapp de texto y audio que, según algunas fuentes, habría superado los 15 millones de destinatarios a partir de la compra de bases de datos de usuarios bancarios y de otros servicios. En el mundillo del marketing agregan que existe una inflexión determinante para Cambiemos. Ocurrió cuando la Jefatura de Gabinete oficializó la utilización de la base de datos de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), cuyo alcance es uno de los más grandes del país. A esas redes de contactos se suman las bases de datos del gobierno porteño, la acumulación informativa de la línea de atención telefónica 147 y los «esfuerzos» que aportan los intendentes comunales del oficialismo, tanto en el Conurbano como en el interior del país. Ese tejido varias veces millonario de cuentas de Twitter, Facebook, mails y celulares es uno de los canales de contacto directo más grandes de Cambiemos, y más negados por el gobierno.

El contenido de los mensajes cuenta con el diseño discursivo del gobierno, pero los encargados de diseminar esas municiones comunicacionales están distribuidos entre grupos que reivindican su intervención en nombre del PRO, como es el caso del grupúsculo «La Solano Lima», que depende directamente del ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo. Otros grupos de divulgación están integrados por empleados del gobierno porteño, además “de la cibermilitancia de Cambiemos” que en muchos casos realiza sus tareas virtuales “sin la necesidad de una ubicación específica de un call center oficial, porque además sería ilegal”, explica una conocedora de las técnicas 2.0 para la política y que conoce la génesis virtual desde los primeros experimentos realizados desde el gobierno porteño, que ahora son casi una política de Estado para Cambiemos.
«Cuando ya están funcionando los trolls, comienzan a subirse los usuarios genuinos, que reproducen el mensaje. Esa es la base para que un mensaje intente ser trending topic en Twitter, «aunque esa red tiene distintos requisitos para definir si un mensaje es tendencia o no, y no sólo depende de la cantidad de trolls», detalla la comunicóloga.
Hecha la combinación de mensajes inducidos, con reproducciones genuinas, llega el momento de la capitalización política. Durante la marcha del 1A, el gobierno se despegó hasta que el mensaje había demostrado su efectividad. Luego llegó la hora de la celebración, el júbilo, y la nueva dosis de señales discursivas para reforzar y reorientar la masa crítica acumulada.

Bautismos de fuego

El PRO acumula casi una década de exploraciones y acciones en redes sociales que compitieron bajo el signo de sus candidatos en elecciones porteñas, comunales, de medio término a nivel nacional y presidenciales. Desde que Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada, el despliegue electoral en Twitter, Facebook y otras redes sociales pasó a comunicar las políticas públicas del gobierno y, fuera de escena, defenderlo en situaciones críticas. «Durante el voluntariado que (la gobernadora bonaerense María Eugenia) Vidal lanzó para confrontar con el paro docente, hubo un caso diferente: empezó por un tuit de Mar del Plata, con un emisor real, pero después fue reproducido por toda la artillería de trolls», explicó otro observador, que «alucina» desde la oficina 2.0 de la filial local de una agencia de publicitaria extranjera.

Otros «operadores» del microbbloging confirman que una parte del 1A fue promovida por las redes y por Whatsapp desde las mismas usinas que intervinieron activamente durante la última etapa del gobierno de CFK, especialmente desde la muerte del fiscal Alberto Nisman y los cacerolazos que contaron con una activa cobertura de los medios tradicionales. En el gobierno repiten que los diarios ya son parte del pasado y que los medios tradicionales van hacia el mismo sumidero, pero su rol es determinante para darle una entidad masiva a la acumulación virtual por las redes. «