La intervención militar en Níger para reponer en el poder al presidente Muhammad Bazum se volvió a demorar por «razones técnicas» mientras que los militares golpistas parecen extender su control sobre el país y multitudes de pobladores salieron a las calles en su apoyo luciendo banderas nigerinas y rusas. El domingo pasado vencía el plazo que el Estado Mayor de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) le había dado a los jefes de la revuelta para volver a los cuarteles y devolver el poder al presidente constitucional. Los líderes de esta opción intervencionista cuentan con el apoyo irrestricto de los gobiernos de Francia y Estados Unidos, los principales perjudicados por el levantamiento, y un puñado cada vez menor de naciones africanas que el viernes habían ordenado movilizar su «fuerza de reserva».

Pero Rusia es ya un jugador fuerte en esa región, lo mismo que China, y los vecinos más próximos de Níger, Malí, Burkina Faso, Chad y Argelia, ya avisaron que no aceptarán semejante aventura en el Sahel, porque quieren evitar una guerra de magnitud regional impredecible. De hecho, el Kremlin avisó que no aceptará una operación militar en esa nación sin decir nada. El más decidido belicista es el presidente de Nigeria, Bola Tinubu, que sin embargo no logró que el senado le aprobase el envío de tropas al exterior.

Este viernes, la junta militar al mando del general de brigada Abdurahamane Tchiani mantuvo la primera reunión del Consejo de Ministros, un gabinete de 21 miembros, entre ellos seis militares. Paulatinamente, los nuevos dirigentes militares van tomando control de los resortes estatales en todo el país, lo que complica las posibilidades de que regrese al poder el derrocado Bazum.

El gobierno de facto, en principio, bloqueó las exportaciones de uranio, cuyo principal destino de exportación es Francia, que tiene un 80% de centrales eléctricas nucleares. Ahora acusó al gobierno de Emmanuel Macron de haber liberado a terroristas presos y de haber violado el espacio aéreo nigerino con aviones de la Fuerza Aérea gala.

El llamado Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria (CNSP), que tomó el poder el 26 de julio pasado, justificó su intervención en la necesidad de combatir con mayor eficacia al terrorismo yihadista y detuvo a Bazum bajo cargos de traición a la patria por su connivencia con franceses y estadounidenses y sobre todo con la empresa que explota las minas del elemento estratégico, Orano, en la que el 85% de las acciones pertenecen a capitales franceses y el resto el Estado nigerino.

Entre los argumentos del nuevo régimen nigerino contra los países occidentales figura el apoyo de la CIA y el DGSE, el servicio de inteligencia francés, a los grupos yihadistas que asolan a la población civil. Cifras no oficiales hablan de al menos 2000 asesinatos a manos de esos grupos en la primera mitad del año. Francia negó tanto la incursión aérea -dijo que fue una operación que había sido arreglada previamente con los militares, sin mayores precisiones- como la liberación de terroristas.

El CEDEAO había enviado un ultimátum a los golpistas ni bien se produjo la asonada militar que vencía el 6 de agosto. Pero fue evidente que no todos los países que integran ese foro estaban dispuestos a cargar con la mochila de una guerra. El CNSP tiene apoyo ruso y muchos de los manifestantes que salieron a las calles portaban banderas rusas junto con las nigerinas, aunque la posición oficial del Kremlin es que se necesita de una salida política para resolver la situación. Los últimos golpes en esa región del Sahel, en Burkina Faso y Malí, dejaron en el poder a líderes con pocas ganas de mantener la dependencia de Occidente y que ven con simpatía el nuevo juego geopolítico que se desarrolla en el mundo. Además, China ya no es un convidado de piedra, aunque formalmente conserva su distancia y reclama, también, soluciones negociadas.

La Casa Blanca, a su vez, exigió la liberación de Bazum y pidió garantías para su vida, su seguridad y la de sus familiares. «A medida que pasa el tiempo, como está aislado, es una situación que nos preocupa cada vez más», dijo Matthew Miller, vocero del departamento de Estado. Antony Blinken, el jefe de esa dependencia, cuestionó la negativa del nuevo gobierno a entregar a los familiares de Bazum. Esa sería una pieza para la negociación del CNSP.

En vista de que la amenaza de intervención no funcionó como esperaban y de que no hay acuerdo en el CEDEAO para lanzarse sin red a una guerra, el titular protempore de ese organismo, el presidente Bola Tinubu sostuvo este viernes que “la diplomacia es la mejor vía” para arreglar la crisis, aunque agregó que no se descarta ninguna otra opción. Pero por lo pronto la reunión cumbre que se iba a desarrollar ayer en Accra, la capital de Ghana, fue suspendida hasta nuevo aviso “por razones técnicas”.