La agencia Fitch elevó un grado la calificación de la deuda pública de la Argentina y le otorgó el rango CCC+. La reevaluación es consecuencia de las mejores perspectivas económicas luego del nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y las medidas de flexibilización del cepo cambiario.

Sin embargo, la calificadora de riesgos advirtió que el gobierno argentino todavía está muy lejos de poder intentar una emisión de títulos en los mercados internacionales de crédito. “El acceso a los mercados externos sigue siendo prohibitivamente costoso”, advirtió en su informe, en el que también hizo mención a la “posible volatilidad durante la campaña” con vistas a las elecciones de octubre.

En su actualización, Fitch elevó a la Argentina al nivel CCC+, apenas un escalón por encima del que tenía antes (CCC). Es el grado más alto dentro del tercer nivel de los cuatro posibles que se identifican con las primeras letras del abecedario: A es de buena calidad; B, de riesgo moderado; C, de alto riesgo; y D, cuando se ha producido un incumplimiento.

Sin embargo, para ser un emisor cuyos bonos sean recomendados, la agencia todavía le exige al país recorrer un largo camino dentro del nivel B, hasta llegar como mínimo a BBB-. Por debajo de esa calificación, los títulos son considerados como de alto riesgo y se recomienda a los inversores evitarlos.

Las consideraciones de Fitch fueron elogiosas para el rumbo económico emprendido por el gobierno libertario. En el reporte se señaló que “la mejora de Argentina refleja el lanzamiento de un nuevo programa del FMI y la importante liberalización del mercado cambiario, que han reforzado la liquidez externa y la durabilidad del programa de estabilización económica del presidente Javier Milei. La recuperación económica y la desinflación ya han superado nuestras expectativas previas y deberían verse respaldadas aún más por estos cambios de política”.

“Estos acontecimientos han mejorado la capacidad del soberano para realizar los pagos del servicio de la deuda a corto plazo, aunque persisten los desafíos e incertidumbres a mediano plazo, como se refleja en nuestra calificación CCC+”, detalló el informe. “La acumulación de reservas no está garantizada bajo el nuevo régimen cambiario debido a la preferencia de las autoridades por una moneda fuerte, mientras que el acceso a los mercados externos sigue siendo prohibitivamente costoso”, explicó.

Este último punto es clave porque una de las apuestas del gobierno es volver a emitir deuda para refinanciar (“rollear” en la jerga financiera) los abultados vencimientos de los años venideros. En poco menos de dos meses hay nuevos compromisos por los bonos soberanos surgidos de la reestructuración de 2020, que implican unos U$S 4.300 millones entre amortizaciones e intereses. Las obligaciones se repiten semestralmente con montos cada vez más cuantiosos, ya que a partir de 2027 comienzan las devoluciones de capital de los títulos más largos, a la vez que los intereses son crecientes con el tiempo.

Además, las dudas sobre la acumulación de reservas pueden agregar ruido en la relación con el FMI, que exigió esa condición como una de las metas excluyentes del programa suscripto el mes pasado. Todo eso puede repercutir en el proceso político que desembocará en la renovación parlamentaria de octubre próximo.

“Las elecciones legislativas de mitad de mandato en octubre probablemente serán un factor determinante de la dinámica de las reservas internacionales y el acceso a los mercados, ya que representan una prueba crucial del apoyo al programa económico de Milei, así como una fuente de posible volatilidad durante la campaña”, resumió Fitch.