La muestra que puede verse en el Museo de la Cárcova con curaduría de Lucía Laumann, Aída Carballo, una puerta abierta al infinito, no sólo muestra trabajos de la pintora, la gran dibujante y ceramista y la grabadora extraordinaria, la artista de culto que fue en su época, sino que apunta a una visión más integral de la entrañable Aída, de esa mujer singular que enseñaba a sus alumnos a la vez el alfabeto del arte y de la vida.
“El título de la muestra Aída Carballo. Una puerta abierta al infinito –le dice a Tiempo Argentino Lucía Laumann, la curadora de la exposición, viene de una entrevista que le hicieron a Aída en la que ella definió de esa manera a la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova que funcionaba donde hoy está el Museo.”
“Es decir –agrega- que la muestra está en la última institución por la que Aída pasó como estudiante luego de haber pasado por otras escuelas. Allí fu donde estudió grabado”.
Respecto del contenido de la muestra dice Laumann: “La exposición se compone de obras de variados tipos. Hay dibujos, grabados, algunas cerámicas, pero también hay mucho material documental porque el proyecto curatorial fue pensado a partir de mi investigación de Maestría y toda esa investigación abonaba la construcción de un relato de Aída que excediera la mera exhibición de obras”
“Esto implica que incluyera también algo de su vida, de su familia, de los contextos de formación y de producción y también de su labor como docente”.
Los documentos que se exponen provienen en parte de fondos privados pero también del Fondo Documental Aída Carballo que está resguardado en el Centro de Estudios Espigas. “Este centro, explica Laumann, es un archivo de arte argentino y latinoamericano muy importante que está en Buenos Aires. Antiguamente era la Fundación Espigas que hoy trabaja en colaboración con la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Allí llegó una parte del archivo de Aída en los 90 y desde entonces está resguardado en ese espacio”.
Aída Carballo. Una puerta abierta al infinito, ejes estructurales
La muestra está estructurada en tres ejes. “Son un poco transversales –acota Laumann- pero ordenan el material”.
Un primer eje tiene que ver con las condiciones de formación y de proyección de Aída como artista. “Ahí tenemos documentos vinculados a las escuelas donde se formó –dice la curadora- pero también documentos de la vida familiar. Hay muchas fotografías familiares, algunas cerámicas que nos prestó la familia, libros de cuando ella trabajaba como ilustradora”.
“El segundo eje –agrega- está centrado en la obra de Aída más vinculada a la ciudad. Hay documentación que da cuenta de su vínculo con la ciudad, desde documentos personales a premios, catálogos, su participación en el Movimiento por la reconstrucción de la cultura nacional…El tipo de documentos es muy diverso”.
El tercer eje se centra en su labor como docente. “En este eje hay muchos documentos que dan cuenta de esa labor, ya sea en las escuelas nacionales de bellas artes con fotografías institucionales o en los talleres. Además, los programas de estudio que armaba Aída, los distintos trayectos pedagógicos que desarrolló en las escuelas”.
“Pero también hay documentación que da cuenta de sus talleres privados. Hay muchas fotos de las reuniones de estudiantes que hacía, cartas que dan cuenta de su vínculo con los estudiantes o con otros docentes.”
Y agrega: “También tenemos un cortometraje que fue financiado por el Fondo Nacional de las Artes. Aída misma escribió el texto y se filmó a principios de los 60. En ese corto ella aparece caminando por la ciudad, llegando a su taller donde trabaja y va contando cosas de su vida.”
En algún momento, su amor por la ciudad la llevó a hacer trabajos inspirados en los colectivos porteños como marca identitaria de Buenos Aires. Esa serie ganó un premio. Los colectiveros la homenajearon con un pase gratis para viajar en los colectivos.
“En la muestra –dice Laumann- tenemos el catálogo de la exposición de esos trabajos sobre los colectivos que es muy bello porque está impreso del original y también tenemos el pase libre que le otorgaron en esa ocasión. Además, hay una foto de la inauguración de pone de manifiesto el sentido del humor que tenía Aída”.
Alguna vez habló de las fuentes que nutrían su trabajo en una entrevista: “Yo creo tener dos fuentes de inspiración (…) -dijo la artista- Una muy irracional, sumergida en una zona inconsciente, sutil. Y la otra el entorno. Yo extraigo la anécdota de los aconteceres cotidianos: del colectivo repleto, de la calle, de los patios, de los vecinos, así como viene de afuera yo lo recibo y lo asocio a aquella sensación interior. Así hago que confluyan ambos ríos.”
La frase explica, en parte, por qué su serie de los colectivos ejerció tanta fascinación en los propios colectiveros cifrada en la alquimia que se producía en la confluencia de los dos ríos que nombra.
Además de su personalidad particular que, como no podía ser de otro modo, volcaba en su práctica artística, en la construcción de mundos a través la línea, la calidad de sus dibujos y de sus grabados era sorprendente.
Pero su virtuosismo no era mera demostración de maestría, sino un medio para darle a sus trabajos una singularidad difícil de encontrar. A través de la línea precisa y, al a vez, sensible, provocaba todo tipo de emociones.
“También queríamos mostrar a través de la muestra –confirma la curadora- esa expertise técnica de Aída con una amplitud de obra que excede la serie de los locos que quizá es la más conocida, pero también dar cuenta de la Aída más sensible, la de los vínculos que establecía, la del humor, la del compromiso con su trabajo . Por eso la variedad documental y la cantidad de obra que exhibimos.”
Aída Carballo. Una puerta abierta al infinito es una exposición que está basada en una investigación larga y profunda, no sólo es una muestra de obra.
“No recuerdo el número exacto de piezas que exhibimos –comenta Laumman- porque algunas van a ir rotando por cuestiones de conservación, pero son aproximadamente unas 80”.
“Creo que esta muestra –concluye- pretende dar a conocer una actuación quizá épica de Aida Carballo, no solo como artista, sino también como docente, como referente de la plástica nacional. Y, en este sentido, la exposición cierra con una pequeña recolección de algunos recuerdos u homenajes que han hecho otros creadores. Eso es lo más valioso que tiene Aída: cómo reverbera en la memoria de artistas, creadores y agentes culturales. La gente la recuerda más allá de los homenajes institucionales. Eso es algo muy valioso que no sucede con todos los artistas.”
En todos los aspectos de su vida, la marca de Aída Carballo fue la autenticidad. “Antes que una copia de algo que no es nuestro, prefiero el arte de alguien que hace un barrilete para su hijo”, dijo alguna vez.
El crítico Ernesto Schoo la definió como “Goya con ternura”.
Este sábado a las 15.30 se realizará la primera visita guiada por la muestra que estará a cargo de la propia curadora. Habrá otra en el mes de septiembre y otra el 26 de octubre, un día antes el cierre.
“Aída Carballo: Una puerta abierta a lo infinito”, puede verse en el Museo de la Cárcova, en Av. España 1701, CABA, de martes a domingos de 10 a 17, hasta el 27 de octubre. El museo cierra los feriados. Entrada libre y gratuita.
Este sábado a las 15.30 se realizará la primera visita guiada por la muestra que estará a cargo de la propia curadora. Habrá otra en el mes de septiembre y otra el 26 de octubre, un día antes el cierre.