Javier Milei demoró su viaje a Roma para entregarle a Jesús Huerta de Soto el título de doctor honoris causa de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE), uno como el que él ostenta como si fuera el fruto de años de investigación para demostrar una tesis novedosa. Fue un mensaje de un hondo contenido ahora que se lanza la puja para elegir el sucesor de Jorge Bergoglio.

Huerta de Soto había dicho que «como Dios es infinitamente misericordioso y perdona hasta los pecados y errores más graves, podemos estar seguros de que Francisco está ya viendo la faz de Dios. Y no solo eso, sino en contacto directo con la verdad. Y la verdad tiene dos caras: científica y moral. Y la verdad moral es, ya la ve, que el Estado es como institución la encarnación del Maligno en la Tierra. Ratzinger lo explica en una de sus obras: es el Anticristo, por decirlo de alguna forma».

Con ese fanatismo religioso propio un conservador español, Huerta de Soto derrama las ideas de la Escuela Austríaca, de allí su influjo sobre Milei. Y digamos, es cierto que si el Papa se topara con el dios del madrileño recibiría una filípica: la Morada del Dios Mercado es la de uno que con su mano mágica interviene en los asuntos terrenales gracias al egoísmo humano. Pero no es ese el Dios del hombre que se reivindicaba un argentino formado en la educación pública.

La ESEADE fue fundada en 1977, plena dictadura, por Alberto Benegas Lynch (h), padre del diputado Alberto Tiburcio (Bertie), para propalar las ideas ultraliberales que debían suplantar a las de quienes eran masacrados sin piedad por los militares. Familia tradicional con ramas bien disonantes, Alberto Benegas Lynch padre era primo hermano de Ernesto Guevara Lynch, padre, a su vez, del Che. Se dice que en casa de este Benegas Lynch (1909-1999) se organizó el bombardeo a la Plaza de Mayo de junio de 1955. Él fue una pieza clave en la “revolución libertadora”, apelativo nada casual para el golpe contra el gobierno constitucional de Juan Perón.

Uno de los objetivos de esa Revolución Fusiladora fue “desperonizar” a la sociedad. Perón había consolidado un proyecto de país que iba a contrapierna del que la oligarquía colonial y los imperios británico y estadounidense tenían para la Argentina. Pero también había soliviantado a las masas. “Lo que yo nunca le voy a perdonar a Perón es que durante su gobierno, el negrito que venía a pelear por su salario se atrevía a mirarnos a los ojos. Ya no pedía, ¡discutía!”, ilustró el salteño Robustiano Patrón Costas.

De allí que cuando Bergoglio devino Francisco y pidió a la juventud hacer lío y salir de las iglesias, pasara a ser el enemigo público de las ultraderechas mundiales, que no por casualidad se diseminaron desde el 13 de marzo de 2013, apoyadas por ideólogos como Steve Bannon, formado en la Escuela Preparatoria Benedictina de Richmond, Virginia. Tampoco es casual que esa ola progresista latinoamericana en la que había emergido el Arzobispo Primado fuera sacada del poder con elecciones amañadas con maniobras como las de Cambridge Analytica (creada en ese mismo año por Bannon) o golpes institucionales (Brasil, Bolivia, Perú).

La última entrevista del Papa fue con el vicepresidente de EE UU, JD Vance, convertido al catolicismo en 2019 y adscrito al ala más conservadora. Muy influido por Rod Dreher, también católico converso, y autor de La opción benedictina, donde propone “vivir como cristianos en un mundo que dejó de serlo”, en una suerte de reclusión siguiendo los lineamientos de San Benito de Nursia, creador de la Orden Benedictina e inspirador de Joseph Ratzinger, el fallecido papa Benedicto XVI.

El italiano Alberto Melloni esboza en Le Grand Continent que el viaje de Vance y la asistencia de Donald Trump al funeral obedecen al intento de Estados Unidos de ser una “opción carolingia”. Esto es, “la Casa Blanca ofrecerá al pontificado protección —incluso contra sus propios ataques—, derecho a tribuna y amplificación”, a la manera de Carlomagno en el siglo IX. Es de imaginar las amenazas a los cardenales electores desde las redes que controlan los tecno-oligarcas vinculados a Trump e influenciados por Bannon para que, emulando a los Benegas Lynch, se dediquen a “defranciscar” al catolicismo, que desde la muerte de Juan Pablo II se debate entre San Benito y San Francisco de Asis.

Dato no opinión: la historia demostró que el peronismo siempre vuelve.