El dólar sigue operándose en los niveles más bajos de la banda cambiaria establecida por el gobierno. La divisa estadounidense cerró este martes a $ 1104 en el mercado mayorista (MULC) y a un promedio de $ 1125 en la venta al público por parte de las entidades financieras, según la encuesta diaria que realiza el Banco Central. En el Banco Nación, en tanto, fue ofrecido a $ 1120.
Los datos confirman que el esperado salto en la cotización luego de la liberación de la mayor parte de las restricciones cambiarias no fue tal. Por el contrario, en el tipo mayorista, la diferencia con el valor que tenía hace 10 días fue de apenas 2 por ciento.
La situación robustece la línea en la que viene trabajando el equipo económico por orden del presidente Javier Milei: ya está decidido que el BCRA no comprará dólares hasta que su valor llegue hasta los $ 1000, el piso de la banda cambiaria pactado con el Fondo Monetario Internacional. En el Palacio de Hacienda creen que con la escasez de pesos que hay en el mercado, es más posible tocar ese mínimo que llegar al techo de los $ 1400, por encima del cual se fijó que la autoridad monetaria intervenga para frenar el valor.
El mercado también parece haber tomado nota de esos datos y de la apuesta oficial a que continúe el carry trade (las tasas de interés positivas en términos reales, que incitan a los inversores a vender sus billetes para quedarse en pesos y aprovechar un mayor rendimiento). Un ejemplo de ello es lo sucedido con los contratos a futuro, que se habían disparado antes de la flexibilización del cepo: según los precios pactados, de acá a mitad de año la divisa sólo subiría un 6,7% y recién superaría los $ 1200 recién en julio. Para el segundo semestre, en tanto, la variación mensual es de 2,4%.
Las cotizaciones no alteran significativamente el tipo de cambio que el Banco Central administraba hasta hace 10 días y que había significado un fuerte retraso real en la cotización y el encarecimiento de los bienes domésticos en comparación con los internacionales. En su edición impresa del último fin de semana, Tiempo explicó que el nuevo esquema no mejoró las expectativas de los exportadores de granos, que el superávit comercial se derrumbó casi un 85% en el primer trimestre del año y que el propio FMI está inquieto por las dificultades para la acumulación de reservas, que sólo se engrosaron gracias a los envíos de dinero del propio Fondo y del Banco Mundial.

Sin darle importancia a esas cuestiones, el ministro de Economía, Luis Caputo, aprovechó para cobrarse cuentas con sus críticos. El lunes tuiteó exigiendo que le pidan perdón: “Habría que esperar una catarata de colegas y periodistas pidiendo disculpas por decirle a la gente que habíamos devaluado, pero seguramente no va a suceder. Una vez más, hicimos lo que dijimos que íbamos a hacer, y pasó lo que dijimos que iba a pasar”.