«El sistema científico argentino tiene que madurar», dice Galo Soler Illia y lo puede decir sin ruborizarse porque el hombre, de 53 años y linaje radical ilustre, sabe de lo que habla. Es doctor en Química, especializado en nanotecnología, investigador del Conicet y director del Instituto de Nanosistemas (INS) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), por nombrar caprichosamente sólo algunos de sus cargos y reconocimientos. Así que mejor no interrumpir. «El sistema científico argentino –retoma– tiene que ver qué tipo de ciencia va a hacer y de qué manera para ser de clase mundial. Hoy no podemos equiparar un científico a un proletario de la ciencia o a un profesional precarizado. El científico tiene que tener respeto, tiene que tener cabida en una sociedad que es cada vez más competitiva; y esta competitividad se alcanza a través de las tecnologías, de las ciencias y de las innovaciones. Esas tres patas son importantes para sostener la mesa del progreso. Si falla una, falla toda la mesa».

Hoy el sector científico nacional es atacado de manera directa por el gobierno nacional, que le recorta presupuesto e incluso plantea falsas dicotomías: días atrás el vocero presidencial Manuel Adorni aseguró que «se está construyendo un Conicet que no gasta tiempo en investigaciones de dudosa utilidad. El presidente es académico y valora los hallazgos que permiten mejoras concretas en la sociedad». Galo le contestó: «Confundir ciencia con innovación es de principiantes y un gran error conceptual. Son caminos colaborativos. Sin la teoría de la relatividad general, no hubiera aparecido el GPS 70 años después«.

–El contexto actual obliga a reafirmar conceptos o ideas básicas, por eso te pregunto: ¿qué es la ciencia y por qué es importante para un país?

–La ciencia es esencial para el siglo XXI. Los que trabajamos en ciencia vivimos en un mundo que está en el borde del conocimiento, en la frontera de lo que la humanidad sabe y anticipando lo que va a venir, comprendiendo el universo en todos los aspectos, y eso después puede derramar en tecnología, aplicaciones e innovación. Una sociedad que no tiene ciencia está condenada a la extinción o a ser absorbida por otras sociedades que sí la tengan.

–¿Cuáles son las consecuencias de desmantelar o desfinanciar el sector?

–Las consecuencias son claras: más retraso y menos desarrollo. Cuando el gobierno, a través de sus voceros o de sus trolls, dice que hay una ciencia buena y una ciencia mala, no se da cuenta de que el sistema de Ciencia y Tecnología puede tener gente con más o menos capacidad, pero es un sistema que se autorregula y más liberal que eso no hay; te evalúan permanentemente, te dan subsidios y los sostenés si sos capaz. Mal o bien, el sistema tiene cierta competitividad, aunque cada vez es peor. En mi opinión, pudo haber sido mejor manejado, las políticas muchas veces fueron erradas, pero lo que ocurre hoy es para lamentarse. La actual conducción del sistema científico tecnológico no tiene cabeza, no tiene proyecto, o al menos no ha sido comunicado, y entonces está todo en una especie de pantano. Mucha de la gente joven y con más capacidad se tiene que ir, la consecuencia de estar desmantelando este sistema es que se te van a ir los mejores y te vas a quedar con gente peor que no te la vas a quitar más de encima.

–El vocero afirmó que «apuesta a la ciencia y la tecnología y siempre lo vamos a hacer». ¿Qué opinás de la afirmación?

–El gobierno hoy tiene armado un sistema que apuesta a la innovación antes que a la Ciencia y la Tecnología, lo cual es poner un carro delante del caballo. Todavía no tiene cargos importantes cubiertos como, por ejemplo, la Agencia de Ciencia y Tecnología. Es decir, todo el capital y los recursos que teníamos para poder investigar, que no eran muchos, no se pueden ejecutar. Perdimos tres meses de nuestras vidas que en un ambiente competitivo como la ciencia es un montón. Así que por más que digan que apoyan a la ciencia, no lo hacen. Sólo se ve una enorme hostilidad hacia el sistema científico tecnológico culpándolo de ideologización. Está tomando la parte por el todo, cosa que es muy mala, y se está viendo una enorme improvisación, contratando gente para cargos directivos que no tienen experiencia, no tienen capacidad y que, en el fondo, va a ser una pasantía cara que vamos a pagar todos.

–¿Por qué creés que existe un ensañamiento o cierto prejuicio de una parte de la sociedad sobre el rol del Conicet?

–El Conicet es una institución que tiene sus pros y sus contras. Por un lado, asegura que la gente se dedique exclusivamente a trabajar realizando descubrimientos científicos y desarrollos tecnológicos. Por otro lado, cuenta con unos 12 mil investigadores que, si me preguntás a mí, son muchísimos y están mal pagos. En estos últimos años, el Conicet se ha bastardeado. Es una crítica interna grande que hay que hacer porque muchas veces se escucha una parte muy militante que le ha dado al Conicet un aspecto de fuerza de choque. Lo que estamos recibiendo los científicos es ese golpe. «

La lucha universitaria y el falso aumento

«Hoy la educación pública en el sistema universitario está hackeada por un ajuste muy importante», sentenció Emiliano Yacobitti, vicerrector de la UBA a CNN Radio y de ese modo justificó el paro universitario del jueves pasado. Horas antes, el Ministerio de Capital Humano a cargo de Sandra Pettovello había anunciado un aumento del 70% del presupuesto. Desde el sector desmintieron ese número.
«Eso es falso. El anuncio es sobre gastos de funcionamiento, que representa sólo el 5,9% del presupuesto universitario de febrero 2024», argumentó el investigador y exdecano de Exactas de UBA, Jorge Aliaga. Detalló: «el presupuesto de gastos de personal tuvo 0% de incremento en enero y 10% en febrero con respecto a diciembre (acordado en paritarias en noviembre 2023). Ajustado con la evolución del IPC la caída febrero 2023 – febrero 2024 es del 27%. El de gastos de funcionamiento tuvo 0% desde febrero. Ajustado conel IPC la caída febrero 2023 – febrero 2024 es del 74%».