Esta semana, entre varias calamidades a las que el presidente y sus corporaciones amigas nos someten nos somete una y otra vez, nos enteramos de que los y las beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo, Asignaciones Familiares y por Embarazo, Progresar y Programa Hogar podrán optar por cobrar a través de la plataforma Mercado Pago.

Se trata del último de los regalos, y tal vez el más importante, que le hace el gobierno y el estado argentino a su “emprendedor” preferido, Marcos Galperín. El niño mimado recibe exenciones de más de 100 millones de dólares, y es beneficiado por el estado argentino de varias maneras, por lo menos desde hace veinte años.

Este nuevo negocio de Galperín nos lleva a discutir como gran parte del negocio financiero hoy se hace sobre los sectores de menos ingresos. Y, sobre todo, deja en evidencia que, al contrario de lo que dice el gobierno señalando como improductivos a los sectores de la economía popular, a las mujeres que trabajan en sus casas, sobre ellxs se disputa la ampliación del negocio financiero.

Se hizo evidente también, que la falsa discusión de los «intermediarios» (dado que todos los programas nombrados se cobraban directamente en bancos), solo ha servido para legitimar a las empresas de FINTECH como verdaderas punteras de la política social financierizada. Esta decisión las beneficia de múltiples maneras, pasemos a nombrar algunas.

Desde la pandemia, las empresas FINTECH se consolidaron y se expandieron como medios de pago y, sobre todo, como fuentes de endeudamiento. En un contexto de caída de los ingresos y donde muchos emprendimientos de la economía popular se gestionan a través de plataformas, esta medida multiplicará la posibilidad de tomar deudas, a tasas más usurarias que las de los bancos y con mayor vulnerabilidad a estafas dada la menor regulación que existe sobre ellas. Estamos en un contexto en cual las mujeres, y sobre todo las que cuidan y/o hacen trabajo comunitario están haciendo triple jornada.

Vivir en Argentina siendo una mujer, lesbiana o trans es trabajar en el comedor (donde no llegan alimentos), buscar changas, cuidar, y gestionar los pocos ingresos y deudas a través de plataformas. Endeudarse para vivir, para resolver la necesidad diaria y destinar parte del día a una permanente gestión de las deudas se ha vuelto una condición extendida en nuestro país.

Con la desregulación de la economía vigente, particularmente focalizada en los efectos del Decreto 70/23 del mes de diciembre, hay un salto en los precios de los principales bienes y servicios para el sostenimiento de la economía doméstica, que se suma a un proceso inflacionario que se agravó a partir de la devaluación pero que ya era una inflación muy alta, que está disparando los niveles de sobreendeudamiento y cruzando nuevos umbrales de violencia económica en las economías domésticas.

Volviendo a los regalos de Galperín, el “emprendedor” se verá beneficiado además y, principalmente, con la posibilidad de especular con el dinero depositado de las prestaciones sociales. Sumado a que será propietario de uno de los activos más importantes de este capitalismo del algoritmo y financierizado:  los miles y tal vez millones de datos personales, laborales, etc, de todxs las beneficiarixs.

Para completar la escena, el presidente cierra su semana en el hotel Llao LLao  haciendo un homenaje a los “empresarios heroicos” que fugan el dinero escapando de “las garras del estado opresor”, entre los que se encontraba Marco Galperín.  Así, el presidente personifica la utopía del capital de moverse sin regulaciones en un mundo adaptado a zonas de sacrificio. Una movilidad que deja a su paso, territorios arrasados.

Esta utopía se completa con el modelo del “empresario heroico”, y expresa así la figura de esta época de riqueza concentrada de forma obscena en pocos varones blancos y heterosexuales que necesitan negar las contribuciones del estado al crecimiento de sus empresas, y, al mismo tiempo, acusar de improductivas a quienes sostenemos este país una vez que ellos, se fugan con el capital. 

Los feminismos populares seguimos insistiendo en las calles y diciendo que quienes cuidan y hacen trabajo comunitario son las verdaderas heroínas en este contexto de ajuste brutal, y no en el sentido de romantizar su trabajo para no remunerarlo como se hizo en la pandemia con las trabajadoras de la economía popular. Sino para mostrar que quienes cuidan y trabajan en las casas y en los barrios, lo hacen sin gozar de exenciones tributarias, pagando IVA sobre los alimentos, sin remuneración en la mayoría de los casos y teniendo que gestionar las deudas a tasas de interés altísimas. Todo para que los empresarios heroicos, descansen en Uruguay.