Tiene su  trompeta, su flugelhorn, su Ewi sax y hasta su guitarra eléctrica lista para hacer su habitual presentación en el club de jazz donde tantas veces mostró su talento. Marcelo Rodríguez, más conocido como Gillespi, vuelve con sus típicas presentaciones veraniegas en Bebop, en el corazón de Palermo, para mostrar su show inspirado en su disco On Fire, un compilado  de presentaciones en vivo editado y mezclado en pandemia en su casa de Monte Grande (partido de Esteban Echeverría, al sur del Conurbano, donde siempre trabaja sus discos).

Lo acompañarán sus habituales colaboradores: Álvaro Torres en piano y sintetizadores, Alejandro Chiabbrando en saxos, Rafa Francesquelli en bajo y Sebastian Peyceré en batería. “Es la típica presentación que hacemos con el material de ese disco que, a su vez, es una recopilación de varios temas viejos, reciclados, en formato de quinteto. Es algo que funciona y gusta.  Me gusta hacer discos de laboratorio, tocando varios instrumentos por lo que la mejor opción para tocar en banda son los temas de On Fire, porque son canciones muy tocables, no tan abstractas, por eso volvemos a él y lo reproducimos en este tipo de shows.  Es una reducción de todos los temas míos, algo más bien jazzero tradicional, pero con un toque eléctrico, algo que nos encanta hacer”, comenta el músico, que aún no sabe si en los próximos meses presentará su último trabajo Holy Rood, algo que todavía no pasó.

“ Es que es un disco bien introspectivo -reflexiona-, donde me tengo que poner más en rol de guitarrista y no me es tan fácil. Quizás lo haga. Me pasó hace algunos años también con Desayuno en Ganímedes, un disco que  hice con Daniel Melero y que no era tan fácil de bajar al escenario. Pero bueno, hay tiempo”, bromea y se ríe el artista.

Gillespi, jazz & rock

En este caso, a diferencia del sonido del jazz tradicional que se podría esperar para estas presentaciones, Gillespi y sus secuaces le darán su cuota de rock al asunto. Es su toque, admite el intérprete. “Hemos hecho en estos años varias presentaciones en este formato. Si bien no tocamos tan seguido, por una decisión propia, siempre funcionan. Hemos encontrado un punto de encuentro y eso es importante: nos divertimos, la gente va a vernos, y se genera una comunidad y una cofradía que se deleita con ir pasar ese momento. Bebop es un lugar muy propio. Estuve en varios ciclos, desde que estaba en San Telmo, y nos sentimos muy cómodos. Es como el lugar para ver mi banda”, admite. “El vínculo con el lugar es un detalle que importa. El grupo se amolda al lugar y el lugar se amolda al sitio.  Sabemos que podemos tocar fuerte, rockearla un poco, suena bien, tiene buena acústica, conocemos al sonidista, eso te da libertad. No es algo que se consigue fácil ni en un solo día. Me tocó actuar en muchos lugares y  tener un lugar de pertenencia, donde tocar ya es una linda costumbre, disfrutas más, te liberás. Es una continuidad que te da confianza para jugar. No es tan fácil de conseguir, más hoy en día”

El artista cree que el refugio que pueden tener los músicos en este contexto político y económico, pueden ser esos lugares de cercanía, donde se puede seguir actuando y encontrándose con quien quiera disfrutar de su arte. “En virtud de la incertidumbre reinante, no se puede buscar otra cosa que encontrar esos nichos donde poder seguir actuando. El desfinanciamiento de la cultura en general es complejo: se levantan festivales de música popular y todo está bastante planchado. Va estar muy jodido. También porque la gente va a estar complicada para pagar para ver un show, no se sabe si va disponer del dinero para esto o aquello. Es un panorama oscuro el que viene. Pero de todas formas pueden sobrevivir locales más chicos, por la propia necesidad de disfrutar de la música o de expresiones diversas”, reflexiona Gillespi.

“Es una pena que no se sepa que va pasar con lugares como centros culturales o circuitos alternativos que nosotros también recorríamos. Pero evidentemente este ataque destructivo va por ellos. Hay que estar atentos, alertas, hacer todas las movidas posibles y una vez más se necesita de la unión para resistir. Desde nuestro humilde lugar, haremos lo que podamos”.

Está atento a lo que pasa en diputados y en el Congreso, viendo cómo se desarrolla esta etapa: “Creo que hay que crear conciencia de lo que sería un país brutal, sin cultura y sin artistas. No veo nada positivo en que no se apoye al arte, en cualquiera de sus formas, porque es de alguna manera deshumanizar el asunto”.

En su faceta de conductor de radio, luego de 12 años, Gillespi, no renovó con Radio Nacional. “Se venció mi contrato y me quedé sin laburo. Eso es desolador y obviamente te amargás, pero es así y hay que afrontarlo con la mayor fortaleza posible. Pero bueno, sigo con La Venganza será terrible con Alejandro Dolina, en AM 750, que volveremos en febrero, creo. Y bueno habrá que nadar, si nos tiraron por la borda, tendremos que nadar. Trato de estar sereno y no dejar que la depresión gane terreno. Con mi edad he pasado varias de estas cosas. Confío  en que  la comunidad en general y nuestro rubro en particular, vayamos encontrando salidas a esta realidad. Impidiendo determinadas cosas juntándonos y creando nuevas formas de realizar contenidos y demás. No nos queda mucha opción”.

Para Gillespi la vida es dinámica, como una buena improvisación, y se tiene que desarmar y armar para dar nuevas formas y reconfigurando el panorama. “Desde el lugar de la resistencia también se pueden hacer cosas interesantes; en otras épocas pasaba, desde el underground o desde un lugar sin apoyo, pueden nacer cosas. Pero el asunto es seguir adelante, sin amargarse, cada uno desde el lugar que le tocó. Yo me siento a este lado del río: música y radio es lo que hago y trato de seguir teniendo presencia desde ahí. Veremos qué pasa”.

Gillespi en vivo

Con su banda integrada por Álvaro Torres, Alejandro Chiabbrando, Rafa Francesquelli y Sebastian Peyceré. Miércoles 24  (a las 22:45) y miércoles 31 (a las 20 y a las 22:45) en Bebop Club, Uriarte 1658.

Gillespi