Mientras la inflación acumulada en los dos meses que lleva Javier Milei como presidente ronda el 50%, el gobierno trata de convencer a los mercados de que no hay riesgo de una nueva devaluación, a pesar de que la actualización del dólar es de sólo 2 % mensual. El propio ministro de Economía, Luis Caputo, se metió en las redes sociales (la vía de comunicación preferida por este gobierno) para persuadir a analistas y formadores de opinión de que no habrá otro salto brusco en el tipo de cambio, al menos en el corto plazo.

Las dudas se generalizaron a partir de que el Banco Central mantuvo casi sin cambios el ritmo del crawling peg (sistema de microdevaluaciones diarias) luego del fuerte ajuste practicado apenas asumió la conducción económica, cuando el dólar oficial subió 118 % (de $ 360 a $ 800). El viernes, al cierre de la jornada, el valor de la divisa en el mercado mayorista (en el que se transan las operaciones de comercio exterior) era de $ 831.

Eso se traduce en que gran parte de la devaluación del peso perdió su efecto. Y que las consecuencias devastadoras que produjo en el mercado interno (fogonazo inflacionario como consecuencia del «pass through» o traslado a los precios domésticos, más el consecuente deterioro de los ingresos reales de la población) pueden haber caído en saco roto.

Como con Massa

Según un análisis de Aurum Valores, una de las agencias de bolsa más conocidas del mercado, «el tipo de cambio real ya es igual al del día de la devaluación de Massa a $ 350», en referencia al ajuste hecho por el ministro del anterior gobierno en agosto de 2023, a instancias del Fondo Monetario Internacional, y a la inflación transcurrida desde ese entonces. «Los precios de las materias primas agropecuarias (parte de los «fundamentals» del tipo de cambio de equilibrio) caen desde ese día un 16%», agrega el informe.

Análisis similares se realizan en base al tipo de cambio real multilateral (TCRM), que toma en cuenta no sólo la cotización local sino la relación con los principales socios comerciales del país. Según ese índice, el dólar actual supondría unos $ 570 de diciembre, cuando se había anunciado la devaluación.

Por ahora en el gobierno no se hacen demasiados problemas con ese tema. En el Banco Central muestran una estadística irrefutable: en nueve semanas del nuevo gobierno la entidad compró alrededor de 6900 millones de dólares en el mercado abierto, ayudada en parte por la decisión de suspender la venta de divisas en el primer mes de las nuevas autoridades. Si el dólar estuviera atrasado, razonan, los exportadores no liquidarían.

Hipótesis de inflación

La idea del gobierno es que un dólar estable sirva como un ancla nominal adicional al que brinde el fuerte ajuste fiscal en marcha. En lo que hay coincidencias es que el mantenimiento de la paridad cambiaria exige bajar el ritmo de inflación como condición para que el modelo cierre. Esa es la mayor preocupación en el Palacio de Hacienda.

Allí creen que ya a partir de abril podrían verse índices mensuales con un solo dígito, algo que hoy por hoy parece difícil de conseguir si se consideran las actualizaciones pendientes en rubros claves del índice de precios al consumidor: todavía se esperan fuertes reacomodamientos en los precios de los combustibles, las prepagas, el transporte público y las tarifas de gas y electricidad, que le pueden aportar unos cuantos puntos a la inflación en los meses venideros.

El propio Caputo respondió en las redes sociales al análisis hecho desde una sociedad de bolsa en el que se alertaba que el tipo de cambio real perdería para abril toda la competitividad ganada en la devaluación de diciembre. El trabajo tomaba hipótesis de inflación descendente de 24% en enero a 17% en abril. «Los niveles de inflación que suponen ese análisis están bastante alejados de la realidad. Por lo tanto, la conclusión está sesgada por un supuesto que, hoy por hoy, no comparte nadie», escribió «Toto» en Twitter.

Pero muchos analistas dudan de las posibilidades de éxito del esquema si no se le hace un retoque. En el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que el Banco Central publicó esta semana, las principales consultoras y entidades financieras vaticinaron que el crawling peg se acelerará en los próximos meses: estimaron que el dólar oficial estará a $ 909 en marzo y a $ 1080 en abril, con subas mensuales de 8 % y 19 % respectivamente.

También un informe de la consultora Econviews alertó sobre el riesgo de un tipo de cambio que puede llegar a ser disruptivo. Su director, Miguel Kiguel, señaló en una columna periodística que «si el 2 % se mantiene por varios meses, con la inflación entre diciembre y febrero acumulando cómodamente 75 %, el atraso cambiario se va a notar rápidamente».

Como ocurre casi siempre, más allá del signo político y las decisiones económicas de las autoridades, la actitud que tome el sector agroexportador, que genera cerca de la mitad de los dólares frescos que entran al país, será clave en este tema. Con el actual sistema de liquidación de divisas (80 % a través del mercado oficial y 20 % por el CCL), el tipo de cambio efectivo es de $ 916,20, según el cálculo del Matba Rofex.

A ese valor hay que restarle las retenciones vigentes, que en el caso del complejo sojero reducen la cifra a poco más de 610 pesos por dólar. ¿Aceptarán vender a ese valor en abril, cuando empiece la época de la cosecha gruesa? «